Las elecciones presidenciales en Estados Unidos se presentan como históricas por el nivel de paridad entre los dos candidatos: Trump, que ya fue presidente del país entre 2016 y 2020, y la demócrata Kamala Harris, actual vicepresidenta.
El electorado está dividido por la mitad, tanto a nivel nacional como en los siete estados en disputa que se espera que decidan el ganador este martes, aunque lo ajustado de la contienda significa que podrían pasar días hasta que surja un ganador, señala la agencia Reuters.
A horas de una votación crucial en Estados Unidos, el elenco gubernamental argentino se esperanza con el triunfo del republicano Donald Trump, a quien el presidente Javier Milei admira sin disimulo y lo ve como el ariete para conseguir dólares del Fondo Monetario Internacional (FMI) , como ocurrió en 2018, cuando la intervención del magnate estadounidense fue clave para el desembolso de USD 44.000 millones concedido a Mauricio Macri, el mayor otorgado en la historia del organismo multilateral.
Trump, de 78 años, sobrevivió a dos intentos de asesinato, uno por milímetros, apenas unas semanas después de que un jurado en Nueva York –la ciudad cuyos tabloides lo elevaron por primera vez a la fama y notoriedad nacionales– lo convirtiera en el primer expresidente estadounidense en ser condenado por un delito grave.
Harris, de 60 años, fue catapultada a la cima de la lista demócrata en julio, lo que le dio la oportunidad de convertirse en la primera mujer en ocupar el puesto más poderoso del mundo, después de que el presidente Joe Biden, de 81 años, tuvo una actuación desastrosa en el debate y tres semanas después abandonó su candidatura a la reelección bajo la presión de su partido.
El 25 de febrero pasado, Milei coincidió con Trump en la Conferencia de Acción Republicana celebrada a las afueras de Washington. El argentino llevaba poco más de dos meses en la presidencia y estaba eufórico. “¡Presidente!”, gritó, y atrajo a Trump para sacarse una foto con el político que más admiraba en el mundo. “Hagamos grande a Argentina otra vez”, dijo Trump en inglés y mirando a cámara con los pulgares en alto.
Ese fue el primer y único encuentro entre ambos representantes de la ultraderecha americana. Desde entonces, Milei enciende velas a un triunfo de Trump sobre la demócrata Harris en las elecciones de este 5 de noviembre, convencido de que el republicano saldrá al rescate de la economía de Argentina. Es muy posible que sus anhelos se frustren.
“La situación con Macri era bien distinta, porque ambos se conocían de años por haber tenido negocios inmobiliarios en el pasado”, explica el exembajador argentino en Washington Jorge Argüello.
Trump ayudó en esas negociaciones con el FMI, pero Argüello recuerda que fue también el republicano quien, “de la noche a la mañana, decidió suspender la importación de biodiésel procedente de Argentina, lo que supuso pérdidas por 1.400 millones de dólares al año”.
En conclusión, “Estados Unidos tiene sus propios intereses, que a veces coinciden con los de los demás países y a veces no. Esta idea de Milei del alineamiento automático no necesariamente es una buena noticia”, opinó.
Rivas Molina relata que Estados Unidos es el tercer socio comercial de Argentina, por detrás de Brasil y China. En marzo de 2024, el balance entre exportaciones e importaciones era negativo para nuestro país en 44 millones de dólares, según datos del Indec.
Es también el tercero en inversión extranjera directa después de Brasil y España, con ingresos netos por 1.022 millones de dólares en el primer trimestre de este año.
El pasado miércoles, Milei eyectó de su cargo a la canciller Diana Mondino porque Argentina había votado, junto con 178 países, en contra del embargo de Estados Unidos a Cuba en la Asamblea General de la ONU.
El presidente consideró que eso ponía en cuestión su alineamiento automático con Washington. Sin embargo, en septiembre, rechazó con su voto un documento de consenso a favor de la agenda 2030 junto con Corea del Norte, Rusia e Irán y en contra de la decisión de la Casa Blanca
Estas contradicciones de Milei no parecieron importar demasiado a Washington, en parte porque Buenos Aires tiende a sobreestimar la atención que le presta la diplomacia estadounidense.
Argüello, embajador durante las presidencias de Barack Obama, Donald Trump y Joe Biden, dijo: “Nunca he visto ni a Argentina ni a América Latina ocupar un lugar destacado en la agenda exterior de Estados Unidos. En ninguno de los dos debates de candidatos, el de Biden con Trump y el de Trump con Harris, América Latina fue mencionada ni una sola vez. Se habló al pasar de México, pero por su pertenencia al NAFTA”.
Según su lectura, es irrelevante para Argentina quién gane las elecciones del próximo martes. Y no está de acuerdo con la sugerencia de Milei de que la situación mejorará si Trump llega a la Casa Blanca, sobre todo en lo que hace a las negociaciones con el Fondo.
Diego Guelar es otro de los diplomáticos argentinos que mejor conoce la relación entre su país y Estados Unidos. Fue embajador en ese país, además de China, Brasil y la Unión Europea. Coincide en que no tiene demasiada importancia si el ganador del martes es Trump o Harris.
Los bancos de inversión y los organismos de crédito están descentralizados y no responden a la Casa Blanca, dice. Todo indica, además, que tanto demócratas como republicanos avanzarán hacia un mayor proteccionismo comercial, lo que afectará las ventas argentinas a Estados Unidos.
“No habrá una política positiva para Argentina, pero tampoco negativa, gane quien gane”, dice Guelar y agregá “Puede haber elementos de simpatía personal entre Trump y Milei, pero no pasa de la foto”, dice.
“El gran manotazo al FMI ya lo hizo Macri. Estados Unidos pensaba que Argentina se estaba encarrilando. Tenía además una mala relación con Brasil y pensaron que valía la pena darle un impulso a Argentina y se equivocaron”, explica.
Lo único seguro es que Milei estará más cómodo con Trump que con Harris. Sumará un poderoso aliado en su cruzada contra la izquierda global, pero no necesariamente eso redundará en más inversiones o ayuda financiera.