En una nueva jornada de protesta docente vivida en el Consejo General de Educación (CGE) de Misiones se dio un episodio que no pasó desapercibido: Gabriela González, directora de una escuela especial en Candelaria, se vio obligada a salir por una ventana debido a que la puerta del edificio permanecía cerrada bajo estricta vigilancia policial.
“Era una situación muy fea, muy tensa. La gente afuera intentando entrar, yo adentro sin saber qué hacer realmente”, relató González, en diálogo con “El País de la Libertad” de Radio Up 95.5
El contexto del reclamo
En el marco de las 72 horas de paro y movilización convocadas por los docentes, el CGE se transformó en el epicentro de las tensiones. Puertas cerradas, policías adentro y afuera, y una presidenta del Consejo que, según González, ordenó no permitir la salida ni la entrada de los presentes: “No somos delincuentes, somos docentes. Estábamos ahí para hacer trámites y buscar soluciones, no para causar problemas.”
González había acudido al CGE con una urgencia administrativa: realizar un trámite para garantizar que una suplente de su escuela pudiera cobrar su salario a fin de mes. “Ayer era el último día para ingresar los papeles. Hoy el Consejo iba a estar cerrado por fumigación. No podía esperar, era urgente.”
“Salté por la ventana para hacer mi trabajo”
El trámite se complicó cuando, tras completarlo, Gabriela quiso abandonar el edificio. “Cuando miro hacia la salida, veo policías adentro y afuera. Las puertas estaban cerradas con llave. Me dijeron que tenían órdenes de no abrir.” Frente a esta situación, improvisó una solución: “Abrí una ventana y empecé a recibir papeles de colegas que estaban afuera. Los llevaba al mostrador, los sellaba y se los devolvía.”
González estima haber gestionado trámites para al menos siete docentes y directores de escuelas de distintas localidades. “Fui suplente, sé lo que significa no cobrar a fin de mes. Era mi manera de ayudar a la gente que estaba afuera desesperada.”
Sin embargo, su gesto no fue bien recibido por las autoridades del Consejo: “Me recriminaban desde adentro que no podía hacer eso, pero ¿qué iba a hacer? Era empatía, solidaridad.” Finalmente, al pedir que le abrieran para retirarse, obtuvo una negativa. “Me dijeron que no porque podían ingresar otras personas. Entonces les dije: ‘Está bien, salgo por la ventana’. Y eso hice.”
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Para González, el despliegue policial y las restricciones fueron excesivos. “No entiendo por qué había tantos policías. No somos delincuentes, somos docentes. Y el reclamo que venimos haciendo no es nuevo: pedimos un salario digno y mejores condiciones de trabajo.”
Por otro lado, la directora subrayó las carencias que enfrentan las escuelas: “Este año no llegaron ni tizas. Lo que se destina a comedores y meriendas no alcanza. Estamos constantemente pidiendo donaciones y haciendo rifas para sostener la educación pública.”
El episodio vivido por González no es aislado, sino parte de un contexto más amplio de precarización y reclamos insatisfechos en el sistema educativo de Misiones. “Es muy desgastante. No solo como docente, sino como persona. La escuela pública está en crisis, y nosotros estamos al límite”, completó.