La reciente victoria de Donald Trump en las elecciones de Estados Unidos generó múltiples preguntas sobre el futuro de las relaciones internacionales y, en particular, sobre la relación entre Estados Unidos y América Latina. Joaquín González, analista internacional, profundizó en diálogo con “La Última Rosca” de Radio Up 95.5 en el contexto actual y explicó por qué esta victoria representa un cambio de rumbo para el país y su política exterior.
En este sentido, y para González, el regreso de Trump ocurre en circunstancias diferentes a las de su primera presidencia, en 2016. “Estamos en un mundo un poco diferente, aunque hayan pasado solo unos años. Pero esta vez Trump llega con una fuerza renovada que no tuvo en sus campañas anteriores”, apuntó el analista.
La diferencia, según explicó, se refleja en un cambio de apoyo popular y en un control más sólido del poder legislativo. “Ahora no solo ganó el voto popular, sino también el Colegio Electoral, y controla el Senado, algo que no logró en su primer mandato”.
El cambio en la base de apoyo de Trump sorprendió a muchos, especialmente su avance en el voto latino, un sector que anteriormente parecía resistirse a su discurso. “Hace algunos años era imposible imaginar que los latinos votarían por Trump, salvo el núcleo duro anticastrista en Florida”, comentó González.
Sin embargo, Trump logró ganar terreno significativo en ese sector. Para González, esta victoria representa un quiebre en la polarización que antes estaba basada en clase social y ahora se desplazó a la educación. “Vemos que el voto de aquellos que terminan estudios universitarios se inclina cada vez más hacia los demócratas, mientras que los que no tienen estudios superiores apoyan más a los republicanos”.
Un cambio en la percepción de la ciudadanía
Para el analista, uno de los factores decisivos en esta victoria es la percepción de la ciudadanía. “Evidentemente Trump logró conectar con un estado de frustración general hacia el gobierno saliente”, señaló. Además, subrayó que esta percepción negativa no es del todo infundada: “Biden sale con una imagen positiva de apenas 34%, lo cual es muy bajo. Claramente hubo errores en su administración”.
Esta insatisfacción permitió a Trump presentar una narrativa de “prosperidad pasada” en los años previos a la pandemia, algo que, según González, fue muy efectivo: “Muchos votantes recuerdan los primeros tres años de Trump como años de prosperidad, sin inflación, y eso resonó mucho en esta elección”.
Esta conexión con la frustración social se hizo especialmente evidente en temas económicos, como el costo de vida y los precios de las viviendas. “La inflación y el aumento del precio de los productos básicos han sido temas de gran impacto en la percepción pública, y Trump logró capitalizar ese malestar”.
Por otro lado, González resaltó el cambio profundo en la política del Partido Republicano bajo la influencia de Trump y su movimiento MAGA. “El Partido Republicano, que históricamente fue el partido del libre mercado, tomó un perfil mucho más proteccionista. Ahora, con Trump, ese partido parece más interesado en cerrar las puertas que en abrirlas”. Este cambio, enfatizó, representa una transformación ideológica notable, ya que el Partido Republicano tradicionalmente defendía el comercio libre tanto dentro como fuera de EE. UU.
En tanto, González explicó que este nuevo proteccionismo es también un reflejo de la intención de Trump de reducir la presencia de Estados Unidos en conflictos extranjeros y de disminuir sus aportes a organismos internacionales: “Trump siempre ha dejado clara su intención de reducir los gastos de EE. UU. en la OTAN y en la seguridad de otros países, y parece que su base de votantes respalda esta idea”.
Según el analista, esta estrategia de “mirar hacia adentro” puede tener consecuencias en la relación de EE. UU. con América Latina, ya que “el enfoque proteccionista de Trump podría llevar a una reducción de la cooperación en temas de seguridad regional”.
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El voto latino y el discurso antiinmigración
Uno de los aspectos que más sorprendió a González fue el apoyo de los latinos a un presidente que ha basado gran parte de su campaña en un discurso antiinmigración. “Escuché a mucha gente latina que lleva años viviendo en Estados Unidos repetir el discurso de Trump sobre cerrar la frontera. Incluso llegaban a decir que ‘esta gente viene a delinquir’, lo cual realmente es sorprendente”, afirmó González. Esta aparente contradicción refleja, en opinión del analista, el temor de algunos inmigrantes establecidos a perder el espacio que ganaron.
Consultado sobre si esta actitud puede deberse a un resentimiento hacia los nuevos inmigrantes, González apuntó que sí podría ser una de las razones. “Puede ser que una persona que ha vivido muchos años en EE. UU., que ha logrado montar su propio negocio y prosperar, vea la llegada de nuevos inmigrantes como una amenaza para su estabilidad”, explicó.
Sin embargo, señaló que este tipo de discurso suele utilizarse como “chivo expiatorio” en las campañas políticas: “Siempre, y no solo en EE. UU., se hace un nexo entre inmigración y delincuencia para justificar políticas restrictivas”.
Para González, el mayor logro de Trump fue su habilidad para conectar con las preocupaciones de la ciudadanía estadounidense, a pesar de algunas promesas incumplidas de su primer mandato. “Trump había prometido construir un muro en la frontera con México, y no lo hizo. También prometió recuperar los empleos perdidos en el cinturón industrial, pero eso tampoco pasó. Aun así, logró conectar con la gente porque hay un recuerdo de esos años sin inflación”, explicó.
Además, consideró que este sentimiento de conexión no solo se da en Estados Unidos, sino que es un reflejo de una tendencia global en la que la ciudadanía está cada vez más desencantada con la democracia. “La insatisfacción con la democracia no es exclusiva de Estados Unidos. Vemos una Argentina y una Sudamérica cada vez más desigual, y un desencanto creciente que no podemos ignorar”, señaló.
Finalmente, González concluyó con una reflexión sobre su fragilidad y sus deudas con la ciudadanía: “Veo un desprecio muy grande hacia la democracia por parte de algunos líderes, que usan la insatisfacción ciudadana como herramienta política”.
Sin embargo, añadió que esta insatisfacción no es injustificada: “A lo largo de las décadas, la democracia ha acumulado muchas deudas hacia la ciudadanía. Nunca logramos cumplir el famoso dicho de que ‘con la democracia se come, se educa, y se cura’. Eso sigue siendo una deuda pendiente. Es algo que vemos en muchas democracias. No solo en Sudamérica, sino también en otras regiones, la gente percibe que los gobiernos no cumplen sus promesas”.