Cada 30 de noviembre, Argentina celebra el Día Nacional del Mate, un homenaje a la infusión que se convirtió en un símbolo de la cultura y la identidad nacional. La fecha fue establecida en 2015 en honor a Andrés Guacurarí y Artigas, conocido como “Comandante Andresito”.
El mate tiene sus raíces en las comunidades guaraníes, que utilizaban la yerba como bebida, moneda de trueque y objeto ritual. Los conquistadores españoles adoptaron rápidamente su consumo al observar sus propiedades energizantes, contribuyendo a su difusión en el Virreinato del Río de la Plata. Más tarde, los jesuitas perfeccionaron su cultivo en las reducciones, consolidando su expansión hacia Europa, donde se conoció como “Té de los jesuitas”.
Actualmente, el mate es consumido por más del 90% de los argentinos, con un promedio de 100 litros por persona al año. Más que una bebida, representa un ritual de encuentro, igualdad y compartir, valores que trascienden las diferencias sociales y culturales. Desde las reuniones familiares hasta los debates históricos como los del Congreso de Tucumán en 1816, el mate es testigo y protagonista de momentos clave en la vida cotidiana del país.
Esta efeméride no solo honra a una bebida emblemática, sino que también destaca su papel en la construcción de la identidad argentina y su relevancia en las tradiciones que nos unen como sociedad.