En un panorama cada vez más preocupante para el consumo en supermercados, las cifras revelan una caída generalizada en todas las provincias argentinas, con Misiones entre las cinco más afectadas. Alejandro Pegoraro, director de la consultora Politikon Chaco, dialogó con “El País de la Libertad” de Radio Up 95.5 y analizó el impacto de esta situación, señalando que la provincia registró una baja superior al 20%, superando el promedio nacional del 12%.
“Lo que estamos viendo, en línea con otros indicadores de la economía real, es una caída muy importante en las ventas de supermercados en todas las provincias, pero mucho más fuerte en las del norte”, explicó Pegoraro. Según los datos relevados por el INDEC, provincias como Tucumán, Corrientes, Santiago del Estero, Misiones y Formosa han experimentado descensos más abruptos que el resto del país, acumulando más de un 20% de caída en términos reales.
Pegoraro detalló que esta situación no se limita a un solo rubro dentro de los supermercados, ya que “en todas las categorías se observan caídas importantes”. Aunque algunos productos mostraron leves excepciones con aumentos en meses puntuales, el descenso en ventas refleja el impacto de la recesión y la inflación persistente, que, si bien ha mostrado signos de desaceleración, “no genera todavía un beneficio generalizado para la población”. El principal problema, según Pegoraro, radica en la “caída de los ingresos que no logran recomponerse”.
El comportamiento del consumidor también ha cambiado notablemente. En este sentido, y en relación a si la baja en facturación refleja un abandono de ciertos productos, Pegoraro señaló que “el volumen de unidades de compra no suele caer tanto como la facturación”, lo que sugiere un traspaso hacia segundas o terceras marcas. “El consumidor se tiene que habituar en épocas de crisis para poder consumir la misma cantidad de bienes con menos dinero”, puntualizó, refiriéndose a productos básicos como la yerba, el aceite y los fideos.
Otro fenómeno clave es la tendencia a utilizar el consumo como una forma de ahorro ante la alta inflación. Durante 2022, muchas familias optaron por “estoquearse” para adelantarse a los aumentos de precios. Sin embargo, este comportamiento se diluyó en 2023.
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“Desde noviembre prácticamente, ese fenómeno del estoqueo se terminó porque prácticamente no hay ingreso, no hay mayor disponibilidad de dinero”, explicó Pegoraro, lo que llevó a que las compras se limiten “a lo necesario para cubrir el consumo del hogar”.
El uso de medios de pago también refleja la complejidad del contexto económico. El 43% de las compras en supermercados se realizan ahora con tarjetas de crédito, un incremento del 300% en comparación con el año pasado. “Hay cada vez más personas recurriendo a la tarjeta de crédito para comprar insumos básicos”, advirtió Pegoraro, subrayando que esto no es sostenible a largo plazo para las finanzas de los hogares. Aunque el pago con tarjeta de crédito lidera los medios de pago, el efectivo representa apenas el 18% de las transacciones, mientras que un 10% se realiza mediante otros métodos como transferencias o pagos con QR.
“El escenario es complicado y refleja una crisis profunda que afecta tanto los ingresos como la capacidad de las familias para acceder a bienes y servicios básicos”, concluyó Pegoraro.