En una misa en la Catedral, pidió esta vez dejar los miedos en la puerta del cuarto oscuro, así como en la primera vuelta había instado a “no dejar afuera el Evangelio”; advirtió que “la crisis social se ha profundizado porque nos tenemos miedo unos a otros”.
“No decidamos con miedo. Nada bueno podemos hacer si tenemos miedo”, dijo esta mañana el arzobispo de Buenos Aires, monseñor Jorge Ignacio García Cuerva, en la misa que presidió en esta jornada electoral.
Así como el domingo de la votación de la primera vuelta, había animado a “no dejar el evangelio en la puerta del cuarto oscuro”, ahora llamó a votar con esperanza y confianza. Y advirtió que “la crisis social se ha profundizado porque nos tenemos miedo unos a otros”.
“Hoy diría que dejemos en la puerta del cuarto oscuro los miedos, porque nada podemos. Al contrario, animémonos a encarar la vida con confianza. Animémonos a encarar la vida con esperanza cierta y firme de que algo bueno suceda. Animémonos a encarar la vida con la seguridad a pesar de que emprendamos acciones difíciles”, dijo García Cuerva en la homilía.
Hizo las reflexiones luego de escucharse en la misa el relato de la parábola de los talentos, en la que tres servidores entregan lo producido durante la ausencia de su amo, quien le había confiado sus bienes. Uno de ellos, resumió el arzobispo, escondió esos talentos bajo tierra, por miedo.
“Hay que dejar el miedo de lado. En nuestra vida tenemos que decidir con convicción, con libertad, en conciencia, porque ese es el modo de poner nuestros talentos al servicio de los demás”, reflexionó el arzobispo, en una jornada en que la Iglesia celebra, por indicación del papa Francisco, la Jornada Mundial de los Pobres
Al respecto, García Cuerva señaló que la crisis social y el desencuentro entre nosotros se ha profundizado porque nos tenemos miedo unos a otros”.
Y puso ejemplos: “Cuando se me acerca alguien tengo miedo a que me va a robar. Cuando alguien me dirige la palabra tengo miedo a que me engañe. Cuando alguien se me acerca mucho tengo miedo a que me pida. Cuando vemos gente en la calle tengo miedo y cruzo. Vivimos con miedo, vivimos con desconfianza y eso ha ido rompiendo el tejido social entre los argentinos”.
“No actuemos con miedo. Volvamos a tomar en nuestras manos la decisión de vivir con confianza, con una esperanza cierta. Sin apartar el rostro de los más pobres porque entre hermanos no nos podemos tener miedo”, concluyó el arzobispo primado.
(Fuente: La Nación)