El horizonte de la vida cotidiana y política Argentina vislumbraba un extenso camino hacia la nada. Entre el caminar despacio y hacerlo rápido se escurría la ilusión de un futuro, lindo, feo, bueno o malo. Lo importante será conocer el camino; el futuro será nuestro juez y el presente, las acciones nuestras.
Cuando todo parecía que tendría un final sin retorno, o peor aún, que se había comenzado a transitar una senda que tenía como único destino el recuerdo del expresidente Fernando de la Rúa, con un lento, pero sostenido crecimiento de la conflictividad social y las fuerzas políticas que vienen de las provincias amenazando a un poder central que noqueado por una ley ómnibus trunca perdió el rumbo y solo le quedaba emitir amenazas, ocurrió un cambio, el gobierno decidió revisar el rumbo de su gestión.
El discurso de apertura fue una invitación a confrontar por parte del presidente, sin embargo, mientras ofrecía el conflicto, recurrió posiblemente al pensamiento de Winston Churchill, aquel primer ministro británico que estaba seguro de que la historia sería generosa con él, puesto que sería quien la escriba. Claro está que esta posibilidad es un deseo patriótico, pero también una posibilidad dentro de la Matrix del país, que en un principio estaría presumiblemente solo en el plan del presidente Milei.
A riesgo de que la popularidad lo comience a abandonar y que el apoyo inicie su descenso, sembró esperanza en un país que se asume fervientemente político y de opiniones ligadas a la vida de gobierno convocando a los gobernadores a un encuentro con el ministro del Interior y de Gobierno, quienes con precisas instrucciones recibieron a los 23 Gobernadores y el Jefe de Gobierno porteño.
Esta acción que seguramente quedara en la historia de su mandato, es la primera acción responsable hecha por su gobierno. Parece haber comprendido que es momento de abandonar la conflictividad -al menos por parte de su gobierno- y dar inicio a charlas que convoquen a los representantes políticos a un gran acuerdo nacional.
Si bien el maltrato que brindó el kirchnerismo a sus oponentes históricamente -y continuó con Javier Milei- ha hecho que las personas se encuentren huérfanos de representantes e indefensos ante el absurdo que significa que un puñado de personas que cuentan con poder político sometan sus vidas a un permanente conflicto de interés en los cuales las personas comunes no tienen ninguna acción sobre los asuntos en pugna.
Con base en el contexto real nacional y las particularidades provinciales, el horizonte que movilizaba a los golpistas a convocar el club del helicóptero de pronto se encontraron con el juez de línea levantando la bandera e indicando su posición fuera de juego. Aquí los amantes del fracaso se han vuelto a esconder en una marcha en apoyo al 8 de marzo debajo de las polleras de las damas.
La convocatoria y posterior participación de los 24 representantes distritales significa la reaparición de la política en el plano nacional, las dudas sobre la continuidad de medidas sociales se comienza a disipar a partir de las declaraciones que ofrecieron los representantes de Juntos por el Cambio y del peronismo acuerdista. Rogelio Frigerio y Osvaldo Jaldo, junto al ministro del Interior brindaron una conferencia que desde lo gestual dice mucho más que desde lo verbal.
No basta con una reunión para coincidir, ni que el común de la población festeje paz. Sin embargo, este hecho político reubica a la política nacional, propone un posible acuerdo y presenta un nuevo escenario en el cual la política pasa del plano de la corrupción total para retomar el lugar que le corresponde que es la construcción de consensos sobre la base de programas concretos y apoyos de financiamiento que redundan en beneficios directo a las personas, al menos es lo que esperamos ocurra con urgencia.
Aún resta conocer los alcances de lo solicitado por los emisarios del presidente y de qué manera se presentaran ante sus electores los gobernadores que se muestran distantes o han marcado una fuerte discrepancia con el gobierno nacional ya sea por ideología como lo hace el gobernador de Buenos Aires, Axel Kicillof; o el nuevo referente patagónico, Ignacio Torres, casualmente uno del sector del Kirchnerismo/peronismo y uno de Juntos por el Cambio.
Aunque la Matrix nos ofrezca caminos turbulentos, la Argentina y sus habitantes siempre recurrirán a la clase política y aunque los políticos sean aprendices deberán rápidamente apoyar sus intenciones en la experiencia de sus funcionarios junto a las sociedades políticas de orden parlamentario que puedan construirse en las próximas semanas.
En definitiva, el camino no es lo importante, sino el recorrido y para ello es necesario acordar, recordar y sembrar esperanzas para que cuando el horizonte se aleje, las metas alcanzadas dejen ver que las desigualdades solo podrán ser vistas desde el retrovisor de un automóvil y no al revés.