En Misiones, las elecciones intermedias tienen una particularidad: todos juegan, pero pocos arriesgan. Sin la reelección inmediata en juego, los intendentes se convierten en espectadores de lujo, viendo cómo se mueve el tablero sin ensuciarse demasiado. En este escenario, el electorado cambia su lógica: no vota con la misma cautela que en una ejecutiva, sino que se permite ciertas licencias, probando candidatos sin la presión de que manejen “la lapicera”. Diputados, concejales y senadores son, para muchos, actores secundarios en la gran obra del poder.
Dicho esto, el reparto de bancas deja margen para una paradoja política interesante: los que ganan pueden terminar perdiendo y los que pierden podrían llevarse el premio mayor. La Renovación pone en juego 11 de las 20 bancas, JxC seis y el PJ aliado, tres. Los números fríos marcan un mapa, pero la lectura política revela otra cosa.
El Frente Renovador enfrenta una de sus elecciones intermedias más complejas de los últimos tiempos. Su ambigua relación con el Gobierno nacional no ha logrado generar entusiasmo en el electorado, que aún no digiere la convivencia entre el sello renovador y las políticas de Javier Milei. A esto se suma un problema de fondo: la falta de renovación generacional real. Durante años, el oficialismo misionero se destacó por su capacidad de fabricar candidatos exprés, pero hoy el recambio es escaso. Funcionarios en ejercicio deben reciclarse en la oferta electoral, convirtiendo la campaña más en un trámite que en una competencia genuina.
Aun así, la inercia del aparato hará lo suyo. La Renovación probablemente retenga sus 11 bancas sin despeinarse, incluso con menos votos que en otras elecciones. En cualquier otro contexto, perder caudal electoral sería una señal de alerta, pero en este caso, seguir ocupando la misma cantidad de bancas será suficiente para declarar la victoria. Ganadores, sí. Pero con menos fuerza que antes.
Si el oficialismo juega sin sobresaltos, la oposición enfrenta una crisis de identidad. Tras el 10 de diciembre de 2023, el ya fragmentado Juntos por el Cambio terminó de desarmarse. Más que una fuerza con un proyecto, hoy parece un puñado de dirigentes aferrados a los cargos como tabla de salvación.
De las seis bancas que pone en juego, cuatro pertenecen al radicalismo y dos al PRO. Y aquí está el dilema: mientras el PRO ha logrado sostenerse cerca del Gobierno nacional, la UCR vive una guerra interna sin tregua. La lucha entre pianesistas y arjolistas ha convertido al centenario partido en un laberinto sin salida, provocando un éxodo de dirigentes que ven más futuro fuera que dentro. Con una UCR nacional que no mide ni cinco puntos, pretender retener las cuatro bancas en Misiones es poco menos que una fantasía. Aunque logren un buen resultado, serán los grandes perdedores de la elección.
Y la libertad ¿Avanza?
La gran incógnita es si La Libertad Avanza competirá con sello propio o bajo algún frente. La respuesta llegará en abril, pero la pregunta de fondo es otra: ¿Milei es un fenómeno transferible o su éxito es personal e intransferible? ¿El merchandising libertario alcanza para meter bancas en la legislatura o los candidatos locales son apenas hologramas del presidente?
Con un Milei que ostenta un 60% de imagen positiva en la provincia, la apuesta libertaria es tentar a ese electorado. Si logran canalizar el fenómeno, pueden sorprender; si no, terminarán como en otras provincias, donde la ola libertaria se evaporó al chocar con la realidad de la política local.
Más que definir ganadores y perdedores, esta elección servirá para medir fuerzas y reacomodar el tablero político de Misiones. La Renovación seguirá en el poder, pero con menos margen de maniobra. La oposición, fragmentada y sin liderazgo claro, enfrentará una pérdida difícil de revertir. Y La Libertad Avanza deberá demostrar si es algo más que una marca nacional sin estructura provincial.
En definitiva, lo que se juega no es solo una cantidad de bancas, sino la configuración del poder a futuro. Porque en política, ganar sin fortalecer la base puede ser la antesala de una derrota mayor.
Bryan Villalba…