Hay un cuento que se llama El Zopilote y la chirimía, de la tradición huichol, que explica con hermosísimas imágenes de su cosmovisión, qué sucede en el Día de muertos.
Hay que empezar diciendo que el zopilote es un ave carroñera, también llamada buitre negro, que es propia de la región sureste y que en diversas cosmovisiones indígenas y no indígenas, está asociada con la muerte. La chirimía, por su parte, es un instrumento musical de viento, parecido al oboe, con un sonido distintivo y particular.
La historia se cuenta desde la voz de una niña que narra la muerte de su abuelo, un anciano dado a tocar este instrumento musical. Así que la niña emprende un viaje al mundo de los muertos para entregarle a su abuelo la chirimía olvidada en la tierra de los vivos. Las descripciones de la tierra de los muertos, no se muestran como un lugar asociado al infierno -como existe en el imaginario cristiano- sino como un lugar donde las cosas funcionan de manera distinta. Cuando la niña logra entregar la chirimía a su abuelo, dice la historia, se arma tanta fiesta que hasta los vivos escucharon y se pusieron a armar sus altares. Y cuando hay ofrendas y altares, los muertos saben que es hora de ir de visita con sus familias.
Esta es una de las variadas historias que se cuentan acerca de los orígenes del Día de Muertos. Lo cierto es que en estas fechas, caminar por las calles de la ciudad de México es cruzar altares por donde camines, en los camellones, en los parques, en los jardines, en los negocios… Incluso el gobierno de la ciudad asigna un presupuesto a plantar en las avenidas y parques principales, las flores de cempasúchil, una planta de flor naranja, originaria de México cuyo nombre proviene del Nahuatl. Su color y aroma constituyen una guía que traza la ruta de las ánimas, de hecho ciertos pueblos indígenas creían que esta planta es curativa.
A muchos personas que están distanciadas culturalmente del tema de la muerte, este Día les parece una celebración macabra, incluso algunas la confunden con la veneración que (también en México) se hace de la Santa Muerte. No es la misma cosa, ni tienen el mismo origen.
En México, la historia virreinal se construyó sobre los pensamientos, tradiciones y cuerpos indígenas, y esta forma dio lugar a que se adopten los valores cristianos y monoteístas de la iglesia católica, mientras que en las intimidades hogareñas y en las comunidades, las prácticas tradicionales se sostenían. El resultado fue un mestizaje cultural único, que permanece en el tiempo y a la vez se sigue transformando; el Día de muertos es un ejemplo de ello y es herencia de ese mestizaje.
El culto a la muerte era común entre las culturas prehispánicas, no por la muerte en sí misma, sino por su significado de cambio y evolución. Cuando alguien moría era enterrado envuelto en un petate y sus familiares organizaban una fiesta con el fin de guiarlo en su recorrido al Mictlán. También le colocaban la comida que le gustaba en vida, con la creencia de que podría llegar a sentir hambre.
Las raíces indígenas de esta festividad, se fusionaron con la celebración cristiana de los fieles difuntos, dando como resultado una tradición de alegría y color.
Los parientes de la personas fallecidas peregrinan hacia los panteones, cementerios y camposantos, para llevar a sus muertitos (como se les dice de cariño) todo tipo de alimentos y bebidas de su preferencia, además de llevarles mariachi (serenata) encender velas, y beber junto a sus tumbas. En muchos casos también, se celebra directamente en la casa y en la comunidad de aquellos que han muerto.
Es tan renombrado el Día de Muertos, que hace una década, productores de Hollywood llegaron a México a filmar una película de acción que transcurría en un Día de Muertos, para lo que organizaron un desfile. Fue tan llamativo y vistoso, y al alegre pueblo mexicano les gustó tanto, que se adoptó como costumbre y de allí para adelante, el gobierno de la ciudad de México entre otros, organiza un mega desfile que reúne a millones de personas.
A lo largo de México se celebra el Día de Muertos de maneras parecidas, cada lugar tiene sus particularidades. En 2008 La Unesco reconoció el Día de Muertos como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, por su importancia y significado en tanto se trata de una expresión tradicional contemporánea y viviente a un mismo tiempo, integradora, representativa y comunitaria, que contribuye a reforzar el estatuto cultural y social de las comunidades indígenas de México.