Una de cada tres mujeres muere cada año a causa de una enfermedad cardiovascular, lo que representa un fallecimiento cada 11 minutos. “La enfermedad cardiovascular es la principal causa de muerte en las mujeres en Argentina y a nivel mundial. La misma engloba a la enfermedad coronaria, el accidente cerebrovascular y la enfermedad vascular periférica, en donde la ateroesclerosis juega un rol central”, detalló la Dra. Lucia R. Kazelian, (MN 78379), directora del área Corazón y Mujer de la Sociedad Argentina de Cardiología.
A pesar de esta realidad, solo aproximadamente el 35% reconoce que la enfermedad cardiovascular es su mayor amenaza para la salud.
Diferentes etapas de la vida de la mujer, como el embarazo y la menopausia, representan momentos de mayor vulnerabilidad para la salud cardiovascular. Condiciones como la diabetes gestacional, la hipertensión en el embarazo y la menopausia precoz están fuertemente asociadas con un incremento del riesgo de desarrollar enfermedad cardiovascular a futuro.
Asimismo, factores como la depresión y ciertas enfermedades autoinmunes, más prevalentes en mujeres, también juegan un rol determinante. Se estima que el 45% de las mujeres mayores de 20 años padece algún tipo de enfermedad cardiovascular.
Encuesta de la SAC
El Área de Corazón y Mujer de la Sociedad Argentina de Cardiología realizó una encuesta en la que participaron 3338 mujeres. En la misma se evidenció que el 20,7% presentaba antecedentes de enfermedad coronaria o accidente cerebrovascular, 1 de cada 3 presentaba sobrepeso, 1 de cada 4 hipertensión arterial y 1 de cada 5 colesterol mayor a 200 mg/dl y casi la mitad refirió un hábito sedentario.
Uno de los factores de riesgo clave en la salud cardiovascular femenina es el nivel de colesterol LDL, conocido como «colesterol malo». En los últimos años, la prevalencia de dislipidemia en mujeres ha aumentado considerablemente.
Según datos de la encuesta NHANES realizada en Estados Unidos entre 2015 y 2018, el 40,4% de las mujeres tenían colesterol total superior a 200 mg/dL y el 12,1% superior a 240 mg/dL.
“Al igual que en el hombre los niveles de colesterol LDL ideales dependen del riesgo cardiovascular de cada persona, cuanto mayor es el riesgo cardiovascular menor es el nivel de colesterol LDL que deben alcanzar, planteando como objetivo valores menores a 55 mg/dL en pacientes de muy alto riesgo cardiovascular”, sostuvo el Dr. Augusto Lavalle Cobo, (MN 122757) tesorero de la Sociedad Argentina de Lípidos (SAL).
Distintos estudios han demostrado que las mujeres tienen niveles de lípidos más bajos que los hombres hasta los 50 años, pero luego del inicio de la menopausia, los valores de colesterol total y LDL aumentan significativamente, incrementando el riesgo cardiovascular. Este aumento está relacionado con la pérdida de estrógenos, lo que genera cambios metabólicos como mayor depósito de grasa abdominal, aumento de triglicéridos, LDL-C y aumento de lipoproteína (a).
“El metabolismo de los lípidos está influenciado por diferentes hormonas dentro de las cuales podemos mencionar a la insulina, la tiroxina y los estrógenos, por ejemplo. Las mujeres al ingresar a la menopausia pierden el efecto de los estrógenos y se incrementan los niveles de la hormona foliculoestimulante (FSH). Los niveles de colesterol LDL se incrementan entre un 10% y 15% presentando además cambios cualitativos generándose partículas que tienen mayor potencial de contribuir a la ateroesclerosis”, afirma el Dr. Lavalle Cobo.
Mujeres y enfermedades cardiovasculares: una urgencia subestimada
A pesar de la magnitud de esta problemática, la realidad muestra que las mujeres suelen participar menos en los estudios clínicos, menos tratamientos y menos recomendaciones médicas en comparación con los hombres.
Incluso, muchas veces los síntomas de las enfermedades cardiovasculares en mujeres son subestimados o mal diagnosticados, ya que la mayoría de los estudios clínicos se han basado en poblaciones masculinas. Esta brecha en la investigación y la atención sanitaria genera que muchas mujeres no reciban el tratamiento adecuado a tiempo.
En este sentido, las Dras. Rosa María Ruffa, Médica Cardióloga (MN 52.316), y Silvia Rosa Lopresti (MN 116286) del área de salud cardiovascular de la mujer en la Federación Argentina de Cardiología (FAC), comentaron que “hasta hace unos años, las mujeres no tenían conciencia del impacto de la enfermedad cardiovascular, fundamentalmente, por el desconocimiento y por la creencia de que la ECV era propia del hombre. Los grandes estudios clínicos incluían un mínimo número de mujeres basados en este concepto”.
En esa misma línea, un estudio realizado por el área de corazón y mujer de la SAC concluyó que “a pesar del uso de diferentes instrumentos, en los últimos años no sólo no ha aumentado el grado de concientización sobre ECV en la mujer, sino que ha disminuido y ha aparecido en escena la muerte violenta, como la principal causa de muerte percibida. Así lo demuestra la segunda encuesta realizada en el año 2021, en donde más de la mitad de las encuestadas sigue considerando que la principal causa de muerte en la mujer es el cáncer (62%); los tumores ginecológicos son los más frecuentemente consignados y solo el 34,9% consideró a la ECV”, expresa la Dra. Kazelian.
Es fundamental que las mujeres realicen controles periódicos para evaluar su riesgo cardiovascular y conozcan sus niveles de colesterol LDL. “Las mujeres suelen acudir a la consulta ginecológica pero no es frecuente la consulta cardiológica de rutina. Esto trae aparejado el menor número de estudios y controles que serían útiles para la detección temprana de ECV”, detalla la Dra. Ruffa.
La detección temprana, junto con cambios en el estilo de vida y un abordaje médico adecuado, puede reducir significativamente la incidencia de eventos cardiovasculares. “La ECV en mujeres es un problema de salud pública significativo. Es importante realizar los controles cardiológicos en forma periódica para poder detectar los factores de riesgo tanto convencionales como los específicos de la mujer y realizar el tratamiento correspondiente de los mismos y de esta forma evitar la aparición de la ECV”, indica la Dra. Kazelian.
Las Dras. Lopresti y Ruffa aseguran, “Si bien existen factores de riesgo que son modificables, hay muchos otros que no lo son. Los principales factores tradicionales que inciden en el desarrollo de ECV son hipertensión arterial, obesidad, diabetes, dislipidemia, tabaquismo, sedentarismo, exceso de grasas saturadas, entre otros. Sin embargo también hay otros factores psicosociales (como nivel socio económico y educación), emergentes (como tratamientos oncológicos, stress, depresión) y únicos (menarca precoz y tardía, menopausia precoz, efectos adversos en el embarazo) que aumentan el riesgo de ECV. Asimismo hay factores que no son plausibles de ser modificados como la historia familiar, edad y genética que también juegan un rol determinante en la predisposición de la ECV”.
En los casos de enfermedad cardiovascular prematura, (hombres menores de 55 años y mujeres menores de 50) debe tenerse en cuenta la presencia de una causa genética a descartar. Entre ellas la presencia de niveles elevados de colesterol LDL debido a hipercolesterolemia familiar.
Realizar chequeos médicos regulares y conocer los propios factores de riesgo son pasos fundamentales para reducir la carga de la enfermedad cardiovascular en la población femenina. Asimismo, en aquellas mujeres de mayor riesgo cardiovascular es importante que se cumpla con las metas lipídicas recomendadas.