En su primer viaje oficial al extranjero desde que volvió a la Casa Blanca, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, aterrizará esta semana en Arabia Saudita con una misión clara: asegurar acuerdos de inversión multimillonarios y reforzar los lazos económicos con los principales actores del Golfo. Sin embargo, su ambiciosa agenda comercial choca con la cruda realidad regional: la guerra en Gaza, las tensiones con Irán y el rechazo árabe a normalizar relaciones con Israel.
La gira incluye paradas clave en Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos y Qatar, y estará acompañada por un foro de inversiones que reunirá a los principales CEOs estadounidenses, incluidos Elon Musk, Mark Zuckerberg y Larry Fink. Se espera una lluvia de anuncios en áreas estratégicas como inteligencia artificial, energía y tecnología.
Arabia Saudita ya prometió invertir 600.000 millones de dólares en EE. UU. en cuatro años; Emiratos anunció un compromiso de 1,4 billones a diez años, y Qatar también hará lo propio en su encuentro con Trump en Doha. Además, Estados Unidos analiza aceptar un avión jumbo de 400 millones de dólares como eventual reemplazo del Air Force One.

El Tesoro norteamericano busca facilitar estas inyecciones de capital con un nuevo “proceso exprés” para inversiones aliadas, mientras la Casa Blanca flexibiliza restricciones para la venta de armas, un gesto muy valorado por sus socios árabes.
Pero el gran trofeo político —la normalización entre Arabia Saudita e Israel— parece fuera de alcance. El avance hacia un posible pacto tripartito se detuvo con la ofensiva israelí en Gaza, que ya lleva 19 meses. Los líderes árabes insisten en que no habrá relaciones diplomáticas con Israel sin un alto el fuego definitivo y el establecimiento de un Estado palestino.
En paralelo, los países del Golfo presionan a EE. UU. para que avance en un nuevo acuerdo con Irán que evite una escalada nuclear. A diferencia de 2017, cuando apoyaron la retirada del pacto nuclear con Teherán, hoy Arabia Saudita y Emiratos prefieren la distensión, temerosos de ser blanco de represalias si estalla un nuevo conflicto.
La diplomacia del Golfo también juega un papel clave en la mediación de conflictos. Arabia Saudita ha sido un canal de diálogo entre EE. UU. y Rusia, mientras que Qatar actúa como nexo con Hamás. En las últimas horas, el grupo palestino anunció que liberaría al último rehén estadounidense vivo, Edan Alexander, como gesto hacia Washington antes de la llegada de Trump.
Mientras Israel amenaza con profundizar su ofensiva si no hay un nuevo acuerdo de alto el fuego, Trump deberá equilibrar sus ambiciones comerciales con la creciente presión diplomática. El viaje, aunque revestido de oportunidades económicas, se da en un contexto volátil donde los negocios no podrán evitar rozar la política.
Leé más: Guerra de aranceles: EE.UU y China acordaron una tregua por 90 días