Jorge Kemerer nació el 13 de septiembre de 1908 en San Rafael (Entre Ríos), en el seno de una familia de 14 hijos, varios de los cuales se consagraron a la vida religiosa.
Jorge Kemerer fue el primer obispo de la Diócesis de Posadas, que en ese entonces, la misma abarcaba todo el territorio provincial. Su trabajo incansable por la evangelización lo llevó a recorrer, con riesgos y variadas dificultades, los puntos más inaccesibles de la nueva provincia de Misiones.
Fue ordenado sacerdote en Roma el 30 de octubre de 1932. Inició su tarea pastoral en la provincia de Santa Fe. En marzo de 1934 es designado teniente de cura de la Parroquia San José de Posadas. Era el año de la beatificación de los misioneros jesuitas Roque González de Santa Cruz, Alonso Rodríguez y Juan del Castillo. Este hecho, y la lectura de la vida de los beatos le inspiraron a proponer el cambio de nombre del Colegio San Miguel por el de Roque González, en 1937, año en que fue nombrado director de esa institución educativa.
Durante 3 años estuvo alejado de Misiones, primero en Villa Calzada (Buenos Aires) y luego como colaborador en la Nunciatura de Honduras. A su regreso, en 1940, es nombrado Párroco de la Iglesia Matriz de Posadas y Vicario Foráneo de Misiones. En este cargo le toca organizar el Primer Congreso Eucarístico Diocesano en Misiones (1942).
Entre 1947-1957 cumplió su misión en el Seminario de Corrientes y como párroco de la Iglesia de Guadalupe en Buenos Aires. En 1957 es designado primer obispo de la diócesis de Posadas.
La Diócesis de Posadas
El territorio que ocupa hoy la diócesis de Posadas comenzó a ser evangelizado a comienzos del siglo XVII cuando llegaron los primeros sacerdotes de la Compañía de Jesús que establecieron las reducciones de guaraníes en la denominada Provincia Jesuítica del Paraguay”.
Entre 1768-1810 se disuelve esta Provincia y comienza la división internacional de este distrito y la devastación de gran parte de sus pueblos. Ese ámbito fue objeto de disputas externas (con Paraguay y Brasil) e internas (provincias del litoral, principalmente Corrientes). En 1881 se separa definitivamente de esta última provincia al crearse el Territorio Nacional de Misiones, que se constituye en Provincia argentina nuevamente en 1953.
Eclesiásticamente, al finalizar el período hispánico en 1810 el actual territorio argentino estaba dividido en tres diócesis: Tucumán, Buenos Aires y Salta. Después de la Revolución de mayo y de la guerra por la independencia se interrumpe el régimen de Patronato Regio que se reanuda tiempo después, creándose las diócesis de Cuyo y la de Paraná, esta última en 1859.
El segundo obispo de Paraná creó la parroquia San José de Posadas y la Vicaría Foránea de Misiones que puso a cargo de sacerdotes franciscanos de Corrientes; no pudiendo atender esta orden el nuevo territorio, formalizó un convenio con la Congregación del Verbo Divino en la República Argentina en 1898 para que se hicieran cargo del Territorio Nacional de Misiones.
En 1910 se crea el Obispado de Corrientes del que dependerá Misiones hasta 1957, año en que se crea la diócesis de Posadas por la bula “Quando Quidem Adoranda” de S.S. Pío XII que designaba también a Mons. Jorge Kemerer como primer obispo. El 8 de junio de 1957 se realizó el acto de consagración en la Basílica Espíritu Santo ante una gran multitud de fieles.
Su pasión por mejorar la vida de los misioneros
El 6 de julio de 1957 toma posesión de la nueva diócesis de Posadas, correspondiéndole la tarea de organizar la Iglesia diocesana en una provincia también nueva (creada en 1953). Debió organizarlo todo desde prácticamente nada. Desde el comienzo su preocupación mayor fue la formación de sacerdotes. Hasta entonces la Congregación del Verbo Divino contaba con una institución en Azara, el Prejovenado que recibía a los aspirantes al sacerdocio y los preparaba como Seminario Menor.
Pero la lejanía de su ubicación y la falta de comunicación con los principales centros de población motivaron su traslado a Villa Lanús de Posadas, donde recibió el nombre de Colegio Apostólico “Nuestra Señora de Fátima”. Más adelante fundó el Seminario Diocesano “Santo Cura de Ars” de Posadas. La falta de sacerdotes lo llevó a preparar un libro guía para “Actos de culto para Semana Santa” y “Celebraciones de la Palabra” a realizarse en lugares de la Diócesis donde faltaba el sacerdote.
Recorrió la Diócesis en visitas pastorales, en varias ocasiones y utilizando todos los medios de transporte a su alcance: barco, automóvil, avioneta, carro polaco, tractor, etc. Se interesó por los problemas económicos y sociales de cada comunidad, propiciando soluciones que estuvieran a su alcance.Participó activamente del Concilio Vaticano II, que marcó el momento más importante en la historia contemporánea de la Iglesia Católica.
Desde entonces, su misión evangélica se inspiró en sus postulados, que puso en práctica a través de la reforma litúrgica y de la acción ecuménica. Enfrentó momentos difíciles al aplicar las medidas conciliares, sin embargo no vaciló: motorizó un cambio de mentalidad incuestionable. Abrió las puertas para que la Provincia toda reciba la influencia benéfica de todas las órdenes y congregaciones de religiosos y religiosas.
En sus recorridos por Misiones observó la penosa situación de las familias obreras en tierras de forestación y el aislamiento de la zona del Uruguay, especialmente de Alba Posse y El Soberbio, denunciando la necesidad de una integración real al país y a la Provincia mediante una política vial, de salud, de promoción de los productos de la zona en el mercado, de la regulación de la tenencia de la tierra y de la reglamentación del tráfico fronterizo.
Con respecto al problema de la tierra advertía en el informe de su visita pastoral de 1981 que lo grave era que ese problema ya lo había visto hace 24 años atrás en la zona. Se entrevistó por ello con el Gobernador y con el Ministro de Asuntos Agrarios manifestándoles que el arraigo era una condición para que se sienta el espíritu argentino en la región.
Se reunió cuantas veces hizo falta con los obispos de la región N.E, brasileños y paraguayos comprometiéndose en la búsqueda de una verdadera pastoral del inmigrante, atendiendo especialmente la migración golondrina fronteriza.El tema de la educación constituyó una de sus preocupaciones fundamentales en la nueva diócesis.
(Fuente: Instituto Superior Antonio Ruiz de Montoya)