Cada 30 de agosto se celebra el día de Santa Rosa de Lima, patrona de toda América y gran intercesora de los fieles latinoamericanos. En Posadas, la Capilla Santa Rosa ubicada en el barrio homónimo, celebrará en comunidad su día.
Santa Rosa de Lima es la primera santa de América Latina y una de las mujeres que marcó la historia del Perú gracias a su vida piadosa, dedicada al servicio de Dios y a ayudar a los enfermos y huérfanos. Muchas personas aprovechan ese día para reflexionar acerca de la vida y el legado de Santa Rosa, su bondad y entrega en favor de los desvalidos y necesitados. Algunos también expresan en palabras toda la emoción y los sentimientos que provoca en ellos esta fecha.
«Lela» Méndez, encargada de la capilla del barrio Santa Rosa, dialogó con Radio Up y reflexionó sobre el significado de esta fecha: «Para nosotros ella es la patrona, los vecinos sabemos que se acerca el 30 de agosto y empezamos a organizarnos para hacer una fiesta en homenaje a todo lo que ella nos brinda, a nuestro barrio y nuestras familias.»
En relación a las actividades que vienen realizando, comentó que el fin de semana comenzaron con la novena a Santa Rosa y mañana, desde las 7 de la mañana con el rezo del santo rosario y actividades que se extenderán durante todo el día; al mediodía habrá venta de empanadas, feria y venta de artículos religiosos.
A las 17 se realizará una procesión por las calles del barrio.
A las 18, será la misa central y luego de la celebarción habrá chocolate para todos los presentes y comenzará un festival en homenaje a la Patrona del Barrio.
La “Tormenta de Santa Rosa”: ¿una leyenda?
Según algunos relatos de la religiosidad popular latinoamericana, a Santa Rosa se le pide intercesión en épocas de sequías y faltante de lluvias, un poco por fe, otro poco por las supersticiones ligadas al fenómeno popularmente conocido como «Tormenta de Santa Rosa» originado por un hecho histórico que trascendió y se convirtió en leyenda:
En 1615 en la “Ciudad de Los Reyes” (así se le conocía a la ciudad de Lima-Perú) santa Rosa, cuyo nombre era Isabel Flores de Oliva, encabezó una rogativa desde una iglesia, ante el posible desembarco de piratas holandeses que ya habían asaltado el puerto vecino de Callao. Sin previo aviso, una gran tormenta impidió que las embarcaciones se acercaran a tierra y así, la ciudad de Lima se salvó. Los creyentes comenzaron a atribuir la presencia de la tormenta y la huida de los piratas al poder místico de Rosa.
Esta historia llegó hasta el Río de la Plata y se esparció por todo el antiguo virreinato hasta nuestros días.
Su vida
Según la historia de la vida de Santa Rosa difundida por la Iglesia Católica, Isabel Flores de Oliva nació el 30 de abril de 1586, en Lima. Justo cuando el proceso de colonización de nuestro territorio estaba en su máximo esplendor, así como la expansión de la religión católica.
Sus padres fueron Gaspar Flores y María de Oliva. Él era arcabucero de la guardia virreinal y natural de San Juan de Puerto Rico, y María era natural de Lima.
El bautismo de la pequeña Rosa ocurrió en la parroquia de San Sebastián de Lima, donde Hernando de Valdés y María Orozco actuaron como sus padrinos. Acompañada por sus numerosos hermanos, Rosa se mudó hacia la localidad serrana de Quives, cercana a Lima, cuando su padre asumió la administración de una obra dedicada a la refinación de plata.
Sería en este lugar, en donde también se encontraba un convento de frailes mercedarios, en el que recibió el sacramento de la confirmación de manos de Santo Toribio Alfonso de Mogrovejo, el arzobispo de Lima, en una visita pastoral, en 1597.
Este evento le cambiaría la vida, pues aquí también decidió cambiar su nombre de Isabel por el de Rosa. La razón fue que desde su infancia fue conocida así debido a su belleza y las visiones místicas que solía tener. No sería sino hasta más tarde que, comprendiendo su vínculo espiritual con Cristo, asumió su denominación definitiva de Rosa de Santa María.
Sería en la etapa juvenil de su vida que Rosa se incrementó esa vocación religiosa. Educada en música, canto y poesía por su madre, Rosa también mostró un don para la costura que ayudó a mantener el presupuesto familiar. La efervescencia religiosa que se vivía en Lima durante ese tiempo enriqueció aún más su profunda conexión con lo divino. En un ambiente donde abundaban atribuciones de milagros y curaciones, Rosa resaltaba por sobre el resto por su compromiso.
Uno de sus grandes ejemplos para abrazar la vida religiosa fue Santa Catalina de Siena. Tal como hizo la santa mujer italiana, ella también hizo un voto de castidad perpetua y renunció a su cabello, desafiando los planes matrimoniales que sus padres habían ideado para ella.
A pesar de la negativa inicial de sus padres, fueron su perseverancia y convicción quienes llevaron a sus padres a ceder, permitiéndole seguir su camino espiritual. Aunque deseaba unirse a la orden dominica, la falta de un convento en Lima la llevó a convertirse en terciaria dominica en 1606, demostrando su dedicación a Dios incluso en medio de la vida familiar.
La que más oposición puso fue su madre, ya que María de Oliva solía mostrar una preocupación especial por la rigurosa disciplina que practicaba para tener contacto don Dios porque, consideraba que esa actitud eran resultados de los consejos que le daban a su hija sus confesores que eran poco entendidos en el tema.
Pocos amigos
Ya ordenada como religiosa, Rosa de Lima se dedicó a la educación cristiana de los niños y al servicio a los enfermos. Esto la motivó a establecer un hospital cerca de su casa. Durante ese proceso de crecimiento espiritual, se cuenta que ayudó a un joven que más tarde se convertiría en San Martín de Porres.
A pesar de estar en permanente contacto con la gente, su círculo íntimo fue muy limitado. Pues según el libro “Biografía de Santa Rosa de Lima” de Tomás Fernández y Elena Tamaro, más allá de su familia, solo compartió detalles de su vida privada con doña Luisa Melgarejo y sus amigas “beatas”, además de consejeros espirituales como Fray Alonso Velásquez y el doctor Juan del Castillo.
Sus últimos años
Se caracterizaron por su profunda vida de oración y penitencia. En 1615, construyó una celda en el jardín de su hogar, donde se entregó al ascetismo con rigurosidad. Los éxtasis místicos eran frecuentes, y sus comunicaciones con la naturaleza también. Ella misma profetizó que su vida culminaría en la casa de Gonzalo de la Maza, su benefactor y confidente.
En 1617, después de un místico desposorio con Cristo, su salud se deterioró. Afectada por una hemiplejía, pasó sus últimos días rodeada de amigos y familiares. El 24 de agosto de 1617, en las primeras horas de la madrugada, dejó de existir. Su vida se convirtió en leyenda. Sus obras, en inspiración y su legado, en un tesoro invaluable para los devotos de la mujer «más pura de América Latina».
Oración a Santa Rosa de Lima
«Omnipotente Dios, dispensador de todos los dones, que quisiste que en América floreciera Santa Rosa, cual modelo de paciencia prevenida con el rocío de la Gracia celestial, concede a tu siervo que corriendo en pos de la fragancia de sus virtudes, merezcamos ser suave olor de Cristo, que contigo vive y reina por los siglos de los siglos. Amén«.