El estado de Río Grande do Sul, en Brasil, se encuentra al borde del colapso luego de intensas lluvias que desencadenaron inundaciones y la rotura parcial de una presa importante. Con un número de fallecidos que aumenta sustancialmente, más de 40 mil afectadas, la región enfrenta una emergencia humanitaria de proporciones épicas, persiste la alerta roja.
El dique de la presa “14 de Julho”, ubicada entre Cotiporã y Bento Gonçalves, se rompió parcialmente, desencadenando un torrente de agua que amenaza con inundar áreas pobladas cercanas. El vicegobernador, Gabriel Souza, emitió un mensaje desgarrador, instando a los residentes a abandonar sus hogares y buscar refugio al menos seis metros sobre el nivel del río, señalando que la situación era de extrema gravedad y urgencia.
La situación se agrava por la incertidumbre sobre otras trece presas que se encuentran en estado de alerta, con cinco de ellas ya en proceso de evacuación. La Defensa Civil y las autoridades locales están monitoreando de cerca estas estructuras, conscientes de que una ruptura adicional podría exacerbar aún más la crisis.
Las autoridades locales, con el gobernador Eduardo Leite a la cabeza, lanzaron una operación masiva de evacuación, instando a los residentes de al menos seis municipios a abandonar las áreas de riesgo y dirigirse a refugios seguros. Sin embargo, la magnitud de la catástrofe desbordó los recursos de respuesta, con condiciones meteorológicas adversas que dificultan las operaciones de rescate y evacuación.
El recuento de víctimas sigue aumentando, con 40 muertos confirmados y 68 personas desaparecidas en todo el país debido a las fuertes lluvias y las inundaciones resultantes. La advertencia de alerta roja emitida por el Instituto Nacional de Meteorología de Brasil subraya la gravedad de la situación, con la probabilidad de inundaciones adicionales y deslizamientos de tierra en la región del cauce del alto Uruguay.
El gobernador Eduardo Leite declaró el estado de calamidad pública en todo Río Grande do Sul por un período de 180 días, reconociendo la magnitud sin precedentes de la tragedia. Las Fuerzas Armadas desplegaron a 900 militares y nueve aeronaves para ayudar en las operaciones de rescate, mientras que los cuerpos de rescate regionales trabajan para llegar a las áreas afectadas.