El 2024 fue un año bisagra para la cultura argentina. En un contexto marcado por tensiones económicas y cambios políticos, las expresiones culturales continuaron siendo una herramienta vital para el diálogo social, la identidad y la resistencia.
La escena artística independiente siguió consolidándose como un motor creativo imparable. Teatros, centros culturales y espacios alternativos lograron reactivar actividades con funciones de obras de teatro y la realización de festivales y ciclos autogestionados en gran parte, quedó de esta manera claro que la necesidad de expresarse no se detiene frente a las adversidades.
La falta de apoyo estatal y el encarecimiento de los costos de producción limitó el alcance de muchas obras, generando un debate urgente sobre el acceso a la financiación cultural.
Los recortes presupuestarios afectaron programas culturales claves, y muchos artistas debieron recurrir a la autogestión para subsistir. Este panorama evidencia la necesidad de una política cultural más robusta y accesible que entienda al arte no solo como un lujo, sino como un derecho esencial para el desarrollo social.
Dato importante, la visibilización de artistas mujeres y disidencias marcó un avance hacia una escena más inclusiva. Y eso se celebra.
A pesar de todo, el 2024 reafirmó algo que caracteriza a los argentinos: la creatividad y la capacidad de reinventarse frente a las adversidades. La cultura sigue siendo el latido de un país que nunca deja de expresarse. El desafío para el futuro será proteger y potenciar esa fuerza inagotable.
Feliz inicio de año 2025 y seguramente nos encontraremos con humor, en algún escenario, cuando las luces se vuelvan a encender.
Solly Galván…