El gobierno de Javier Milei asumió en diciembre de 2023 con la promesa de transformar de raíz un país asfixiado por la inflación, el déficit fiscal y la falta de confianza en las instituciones. A un año de su gestión, es imprescindible evaluar algunos aspectos fundamentales, la reacción de la oposición y el escenario que se vislumbra para 2025.
La dolarización: una fuerte promesa de campaña que presenta un horizonte aún incierto. Fue planteada como solución al flagelo inflacionario. Durante 2024, los avances han sido limitados. Si bien se eliminaron trabas cambiarias y se dio inicio a un proceso de liquidación de activos del Banco Central, la dolarización plena no se concretó. La resistencia técnica y política, sumada a la falta de reservas suficientes, ha generado tensiones internas y externas. Esto dejó al proyecto en un terreno incierto, pero con costos significativos en términos de expectativas incumplidas.
Otro aspecto fue y sigue siendo el Ajuste fiscal: entre la austeridad y el conflicto social. El gobierno avanzó en una reducción del gasto público eliminando subsidios energéticos, reduciendo programas sociales y reestructurando el empleo estatal. Si bien estos movimientos fueron celebrados por sectores financieros, tuvieron un alto costo social: manifestaciones masivas y un aumento en la conflictividad laboral. A pesar de las dificultades, Milei logró reducir el déficit fiscal, un logro que su gobierno no ha dejado de destacar, pero que ha polarizado a la sociedad.
Otro aspecto es la Reforma del Estado: siendo las privatizaciones las que se llevaron la atención. La privatización de empresas públicas, como Aerolíneas Argentinas y Aysa, marcó otro hito en 2024. Estas medidas enfrentaron una fuerte oposición por parte de sindicatos y sectores políticos que denuncian la entrega de activos estratégicos. Sin embargo, el gobierno sostiene que estas acciones son imprescindibles para reducir el peso del Estado. La velocidad de las reformas ha sido un arma de doble filo: permitió avances, pero también generó tensiones en un país con una sociedad altamente movilizada.
En otro sentido, otro tema que desató la polémica interna es la vinculada a la política exterior: un giro hacia el liberalismo global y la eyección del Gabinete a Diana Mondino. En 2024, Argentina rompió alianzas tradicionales con bloques como el Mercosur y fortaleció relaciones bilaterales con Estados Unidos e Israel. Además, el gobierno de Milei promovió acuerdos de libre comercio con miras a atraer inversiones extranjeras. Este cambio ha sido celebrado por algunos sectores empresariales, pero criticado por otros que temen una pérdida de soberanía y una desconexión con América Latina. Sumado a la controversial votación ante la ONU donde Mondino vota a favor de Cuba ante la supuesta indicación del presidente de votar en contra.
Los derechos individuales han tenido avances y retrocesos. En lo social, la agenda libertaria del presidente generó controversias. Se impulsaron políticas de desregulación en educación y salud, mientras que la postura de Milei sobre temas como el aborto y los derechos de las minorías provocó divisiones tanto en su coalición como en la sociedad. Aunque logró avances en algunas áreas, su retórica polarizante limitó la construcción de consensos.
Mientras el presidente acaparaba la escena central, la oposición discurría entre la resistencia y el replanteo. El primer año del gobierno de Milei estuvo marcado por una oposición fragmentada que intenta reorganizarse tras la derrota de 2023. El peronismo, aunque debilitado, ha sido el principal articulador de las protestas sociales y el rechazo a las reformas estructurales. Por su parte, Juntos por el Cambio enfrenta tensiones internas, dividiéndose entre quienes buscan acuerdos estratégicos con el gobierno y quienes prefieren una postura combativa.
El rol del Congreso ha sido crucial, donde la falta de mayorías absolutas obligó al gobierno a negociar constantemente. Sin embargo, la oposición logró frenar algunos proyectos, como la flexibilización total del sistema laboral, mostrando que aún conserva capacidad de veto en temas sensibles.
¿Entonces luego de un breve resumen, qué podemos esperar para el 2025?
De cara a 2025, el panorama es complejo. El gobierno necesitará mostrar resultados tangibles en materia económica para sostener su capital político. La dolarización sigue siendo un desafío técnico, mientras que el ajuste fiscal requerirá un equilibrio entre la austeridad y la contención social. Además, Milei enfrentará una oposición más cohesionada y un electorado cada vez más exigente. La necesidad de obtener una mayoría propia es tan necesaria como urgente, ha quedado demostrado que sin ella deberá gobernar otro año sin presupuesto propio debido a la prórroga del vigente del 2023.
El futuro de la política exterior dependerá de la estabilidad interna y de la capacidad del país para atraer inversiones genuinas. Sin embargo, el clima social y la posibilidad de nuevos estallidos serán factores determinantes en el rumbo del próximo año.
En definitiva, el gobierno de Milei ha tenido un inicio disruptivo, pero lleno de desafíos. El 2025 será clave para definir si sus reformas logran consolidarse o si el país enfrentará una nueva etapa de incertidumbre política y social.
En cuanto al futuro provincial. Los levantamientos en manos de trabajadores del estado, el enfrentamiento con el sector productivo por la imposición de productos tóxicos y nada ecológicos, sumado a la hipoteca de tierras a cambio de créditos de carbono sin consultar con los dueños y el retraso social histórico. Presupone dos alternativas, por fin la oposición asume su rol y plantea una alternativa auténtica lejos de los personalismos o el oficialismo provincial gana las elecciones imponiendo nuevos nombres a la escena política dilapidando toda esperanza de cambio genuino.
Quedan pocas horas para terminar el año, y las energías y esperanzas deben ser recargadas, al menos para aquellos que anhelan o se plantean como objetivo una provincia distinta y de oportunidades.
Feliz 2025..
Alejandro Chini y Bryan Villalba…