El ingeniero Juan Borús, responsable del pronóstico hidrológico en el Instituto Nacional del Agua (INA), advirtió que el déficit hídrico en las cuencas, especialmente en el río Paraná, sigue siendo preocupante. “Estamos en un ciclo y lo que ocurre este año, es un punto más de lo que comenzó a ocurrir varios años atrás”, sostuvo el especialista.
En diálogo con el programa “El País de la Libertad” de Radio Up 95.5, el especialista, técnico y responsable del pronóstico hidrológico Juan Borús expresó que “el ciclo de bajas hídricas comenzó a finales de 2019 y, hasta el momento, no se vislumbra un final. Todavía no vemos la salida del túnel”. El especialista resaltó que esta situación no tiene comparación en la historia hidrológica registrada de la región.
Entre 2021 y 2022, el Paraná alcanzó niveles históricos de bajante, superando incluso las registradas en la década del 80, que hasta entonces se consideraron las más significativas de los últimos 50 años. A pesar de las expectativas de una recuperación para 2023 y 2024, el panorama sigue siendo incierto. Borús destacó que no existen pronósticos certeros para el verano debido a la variabilidad climática, producto del cambio climático, que complica la previsión a largo plazo. “Este ciclo no tiene comparación en la historia hidrológica registrada y por supuesto va a traer consecuencias en diferentes situaciones vinculadas al medio ambiente, pero también a la producción y a la economía, ya que repercute en la navegabilidad de los ríos”.
El bajo caudal del Paraná no solo afecta la navegación, obligando a reducir la carga en los buques por el menor calado, sino que también tiene implicaciones en la generación de energía hidroeléctrica y en la fauna local. Asimismo, el río Uruguay, que circunda la provincia de Misiones, presenta un comportamiento dinámico influenciado por las represas en Brasil, lo que agrava la situación en la región.
“La dependencia del río Paraná es enorme. No solo afecta a la navegación fluvial, donde el calado reducido obliga a cargar menos mercadería, sino también a la generación hidroeléctrica, a las tomas de agua ya la fauna ictícola”. La baja en los niveles del río complica además la captación de agua para las ciudades ribereñas, un desafío que se agrava con el crecimiento poblacional”, sostuvo Borus.
Acotó también “la dependencia de los recursos hídricos ha aumentado considerablemente en los últimos años debido al crecimiento poblacional y la mayor demanda de agua en las ciudades ribereñas”. A pesar de las lluvias recientes, el ingeniero explicó que los suelos de la alta cuenca del Paraná, en Brasil, siguen mostrando un déficit hídrico que debe ser resuelto antes de que las precipitaciones puedan alimentarse de manera significativa al río. “Aún no vemos una respuesta final, es por eso que deberemos esperar a ver como se completa el comportamiento de la naturaleza y de los vecinos países que tienen acciones también sobre los ríos”.