Es común escuchar en las conversaciones de mesas políticas que el rol de los políticos es hacer que llueva cuando el día está soleado. “Haciendo”, “comisión interdisciplinaria” y hasta “gestionando” son palabras y frases que podemos escuchar que se repiten una y otra vez; incluso presumimos que esto significa que hay un análisis de los problemas o al menos de lo que está pretendiendo la sociedad… y de esta manera, los políticos organizan planes de acción.
Hasta aquí todo se ve normal en la definición de un modelo que pasó de ser activo, cuando la realidad se vestía de decisiones y el asunto a resolver se servía de acciones concretas y ocurrían respuestas importantes, a un modelo mecánico que encuadraba la “cosa”; es decir, el problema como el paso previo a una solución, hasta llegar a lo que conocemos hoy, un continente de charlatanes que reunidos en mesas de diálogo sin reconocimiento electoral y ninguna pluma comenzó a decidir y suponer que entendía lo que quería decir o sentir el pueblo, en este caso, el electorado.
A los efectos de graficar la realidad actual que no requiere análisis científicos mediados por encuestas, ya que es suficiente charlar con un vecino, esta semana se dio a conocer una encuesta que arrojó resultados comprometedores para la vida política argentina, pero más bien para los que afirman defender algún interés social.
Los datos sorprendentes que ofreció un estudio encabezado por la consultora giacobbeconsultores.com arroja una estadística que no se veía hace muchos años en la Argentina, quizás podemos pensar que hasta el modo de comprender la democracia se pudo poner en juicio -no a la democracia, sino a la forma de comprenderlo-.
Es que mientras encontramos que Javier Milei ajusta y se vuelve insoportable para las personas, ocurre algo asombroso: la mayoría lo comprende, lo acepta y aunque le duela sostiene que es el camino; aunque la luz al final del camino se ve opaca creen los argentinos o al menos una buena mayoría, que es el camino.
Por otro lado, encontramos respuestas a estos números, y es que en otra encuesta a manos del grupo mide en la Argentina el segundo lugar en la vida política; es decir el referente que alcanza el 50 por ciento de la aceptación es “NADIE”. El rubro oposición en el país encuentra un vacío importante que demuestra que tantos años de actuar mecánicamente y suponer que aquellos que oficiaban de políticos capaces de comprender lo que el pueblo quiere o necesita no han sido más que charlatanes de cotillón entrenados para satisfacer las demandas del kirchnerismo.
Hoy, ante la ausencia de dirigentes que se han formado en las calles de la construcción social, de ideas, de confrontar con altura, las propuestas de un sector y otros enmarcados en el respeto han sido desplazados por la infame corrupción que traicionó hacia adentro la vida política.
Hacer no se trata de decir lo que la población quiere escuchar, ni tampoco tribunear con discursos pintorescos; hacer es actuar acorde a la realidad, comprender el momento histórico que transitamos más allá de las diferencias políticas y ubicar al país en una senda que de una vez y para siempre deje de discutir cuestiones constitucionales como si lo estuviéramos refundando constantemente; requiere actualizaciones seguramente, no obstante esta actualización no debe poner en jaque la identidad nacional, gobierne quien gobierne.
Seguramente tendremos procesos de debates en los próximos meses que oficiara de escenario para que aquellos actores que están en la cancha puedan ubicarse dentro de las opciones de conducir la oposición. Mientras esto ocurre debemos seguir un rumbo donde la macroeconomía es lo único importante y aquellos que la pelean día a día deben seguir sosteniendo el presente.