Paul Alexander, conocido como “El hombre del pulmón de acero”, falleció a la edad de 78 años, dejando tras de sí un legado inspirador que tocó las vidas de millones de personas en todo el mundo. Oriundo de Dallas, Texas, enfrentó la poliomielitis a la temprana edad de seis años, que lo dejó paralizado del cuello para abajo de por vida.
En una época marcada por la epidemia de polio en 1952 en Estados Unidos, con miles de niños afectados, Paul se convirtió en un símbolo de lucha y superación al depender de un pulmón de acero para su respiración durante más de siete décadas. El pulmón de acero es un dispositivo médico también conocido como ventilador de presión negativa, creado en 1927 y diseñado para tratar el envenenamiento por gas de carbón, pero su uso más conocido fue durante la epidemia de poliomielitis que afectaba los músculos respiratorios y dejaba a los pacientes incapaces de respirar por sí mismos.
Los pacientes son colocados dentro de la cámara de acero con solo la cabeza afuera, y la máquina asiste su respiración mecánicamente.
“Paul Alexander, ‘El hombre del pulmón de acero’, falleció ayer”, anunció Christopher Ulmer, activista por los derechos de los discapacitados y organizador de una campaña de recaudación de fondos para el cuidado médico de Alexander. “Durante más de 70 años, Paul vivió dentro de un pulmón de acero, pero su espíritu y su determinación nunca se vieron limitados por su condición. Su historia viajó por todo el mundo, inspirando a millones de personas a superar los obstáculos y perseguir sus sueños”, agregó Ulmer.
La vida de Alexander estuvo marcada por una serie de logros notables, desde convertirse en abogado hasta publicar varios libros, publicó unas memorias que, según se informó, le llevó ocho años escribir usando un palo de plástico para escribir en un teclado y dictarle a un amigo. “Sabía que si iba a hacer algo con mi vida, tendría que ser algo mental”, dijo a The Guardian en 2020. Su enfoque positivo y su valentía en la cara de la adversidad lo convirtió en un modelo a seguir para muchos. “No dejar que la polio me derrotara, sino yo derrotar a la polio”, afirmó Alexander, describiendo su filosofía de vida. A lo largo de los años, alcanzó todos los sueños que se propuso, desde viajar en avión hasta enamorarse y graduarse de la universidad.
Su carrera como abogado litigante lo llevó a representar a clientes en los tribunales, desafiando las barreras y luchando por los derechos de las personas con discapacidad. Su compromiso con la justicia y la igualdad dejó una huella indeleble en la comunidad legal y más allá.
En sus últimos años, Alexander expresó su preocupación por el resurgimiento de enfermedades prevenibles debido al aumento de movimientos antivacunas en varios países. Aunque la poliomielitis ha sido ampliamente erradicada gracias a la vacunación, Alexander temía que el progreso logrado pudiera revertirse si no se mantenía la vigilancia.
Reconocido por Guinness World Records como la persona que vivió más tiempo en un pulmón de acero. A pesar de los avances en la tecnología Alexander siguió viviendo en el cilindro porque, según dijo, estaba acostumbrado.
El pulmón de acero
Investigaciones recientes resaltan un renovado interés en dispositivos médicos que recuerdan al famoso “pulmón de hierro”, un dispositivo que ha sido utilizado durante décadas para asistir a la respiración de pacientes con graves problemas pulmonares.
El funcionamiento del pulmón de hierro crea un flujo de aire que alterna la presión dentro de la cámara, permite que los pulmones del paciente se expandan y contraigan, imitando así el proceso de respiración natural. Esta técnica es un recurso vital para muchos pacientes a lo largo del tiempo.
Aunque en gran medida se remplaza por terapias respiratorias más modernas, el interés en dispositivos similares resurgió durante la pandemia de COVID-19. La escasez de ventiladores de presión positiva, esenciales para tratar a pacientes en estado crítico, lleva a la exploración de alternativas, incluyendo dispositivos inspirados en el pulmón de hierro.