El barrio Papini está delimitado por las avenidas San Martín, López y Planes, Tomás Guido y López y Planes. Es un barrio que “desde antaño” sufre problemas de inseguridad y está absolutamente olvidado por la Policía, sostiene Gustavo Leiva, vecino harto de ser robado, y casi siempre en días de lluvia.
En diálogo con Alejandro Chini y Bryan Villalba en el programa “La última rosca” de Radio Up 95.5, Leiva recordó que el barrio Papini está a pocos metros de la Seccional Segunda de la Policía de la Provincia y cuentan además con serenos particulares, cámaras de vigilancia y nada parece ser impedimento para que los ladrones ingresen con facilidad y vuelvan a salir con las pertenencias ajenas.
La sucesión de hechos delictivos incluyó el robo de la bicicleta, propiedad de uno de los dos serenos que pagan los vecinos en ese barrio castigado diariamente por la delincuencia.
Una vez que realizan la denuncia de un hecho, registrado incluso en imágenes nítidas con las cámaras de seguridad, “la Policía viene a la noche, y la segunda noche desaparece y nunca más vuelven”.
“Esta es una zona liberada; incluso la comisaría del barrio estuvo intervenida porque se denunció y demostró que largaban a los presos para que salieran a robar”, recordó Leiva, en alusión a un hecho que fue de público conocimiento y obligó a la remoción de la cúpula policial en esa dependencia.
Los distintos hechos de inseguridad que viven en el barrio Papini llevan a concluir que “existe algún grado de complicidad entre los encargados de cuidarnos y los que se encargan de robarnos”, dijo Leiva, quien más que explicaciones busca soluciones urgentes y que las fuerzas de seguridad cumplan su rol de proteger al ciudadano.
Como vecinos ya apelaron -además de a las fuerzas de seguridad- a la Municipalidad de Posadas, al Concejo Deliberante, a los diputados…y no obtuvieron ninguna señal de preocupación solidaria por la situación de los habitantes de este barrio.
Trabajo de “inteligencia” previo
“Hay un trabajo de inteligencia de los ladrones porque entran en las casas donde hay gente mayor, donde los fines de semana no hay gente; incluso a los serenos, que son dos, a uno de ellos le robaron la bicicleta. Esto es alarmante. Si al sereno le roban la bicicleta, a nosotros, la verdad que estamos perdidos”.
Según comentó, ante la desesperación e impotencia vecinal, el delegado que los representa e incluso miembros de la Policía les habrían dicho que “no hay nada por hacer”, “hay que acostumbrarse” y les aconsejaron que fueran al psicólogo, al psiquiatra, para que logren dormir tranquilos.
“Es una locura… una locura. Sinceramente siento que estamos muy desamparados porque no hay un horario fijo, vienen a la mañana, a la tarde, a la siesta. Acá arrastraron a personas mayores en moto, parecían casos de películas; prendidas de su bolsito. Incluso cuando es la fecha de cobro. Y esto es un riego también porque tenemos colegio acá, tenemos guardia donde van los niños. Y la verdad que estamos totalmente desamparados”, se lamentó.
Elección del sereno, entre trágico y cómico
El relato pormenorizado de las penurias que viven a diario en el barrio Papini incluye pasajes grotescos, como el de la selección de los serenos, solución propuesta incluso por la Policía. “Eso fue casi trágico y cómico; porque la verdad que nos organizamos entre todos, tenemos grupos de alerta barrial. donde nosotros tratamos de cuidarnos y surgió la idea de contratar serenos. La gente empezó a acercar propuesta de personas; concurrí con uno incluso, hasta que se llegó a un acuerdo y se elevó a la policía. La policía pedía antecedentes de estas personas. Tres meses tardaron para darnos el ok de los serenos. O sea, tres meses que hubo más robo, que esto estuvo más caliente que nunca. Y nada, entre nosotros nomás ponemos cámaras de seguridad, nos roban las cámaras de seguridad, porque encima de los chorros cuando pasan no solo te marcan la casa, ellos te hacen una marca, te roban las cámaras de seguridad o te las rompen tirando piedras”, continuó describiendo Leiva.
Finalmente, el trabajo de dos serenos contratados no alcanzó para brindarles la tranquilidad que debieran tener en tan pocas cuadras y con la Policía a dos cuadras.