El dirigente de UCR Diversidad y Género, hizo un crudo análisis sobre la situación actual del radicalismo, tanto a nivel provincial como nacional. En diálogo con “El País de la Libertad” de Radio Up 95.5, señaló que el partido atraviesa una crisis más profunda que la del 2003 y que perdió su esencia.
“Hace mucho tiempo que la UCR, que supo ser el partido de la Democracia, de la Justicia Social, de los Valores, de los Derechos Humanos, se convirtió en un espacio totalmente paralizado”, afirmó. Según Pintos, el radicalismo se ha alejado de sus principios y hoy está sumido en debates internos sin sentido: “Se junta para discutir o debatir quién es libertario, quién es radical, quién es zurdo. No hay un proyecto. Discutimos, el mundo gira y la UCR está totalmente a destiempo”.
Una crisis peor que la de 2003
Pintos comparó la situación actual con el éxodo de dirigentes del 2003 y fue categórico: “Creo que es peor. Porque hoy, en su gran mayoría, los dirigentes o los referentes ya directamente no tienen brújula”. A diferencia de aquella crisis, en la que aún quedaban radicales que defendían los ideales del partido, ahora “se perdió el espíritu del radicalismo”.
El dirigente también cuestionó la dirección actual del partido: “Es una especie de zombi que no termina de caer porque hay un par de dirigentes más antiguos que la sostienen sin querer admitir que ya no se los ve como posibles conductores”. Para Pintos, esta situación solo puede resolverse si los actuales líderes comprenden que es momento de dar un paso al costado: “Realmente es una situación complicada. Hay que ver si quienes tienen espacios de poder dentro del partido son capaces de reconstruirlo, de rearmarlo”.
Otro de los puntos que destacó Pintos es la falta de una postura firme ante el gobierno: “El radicalismo debería haberse colocado como oposición. Albergué la esperanza hasta lo último de que íbamos a hacer una oposición fuerte tanto a nivel nacional como provincial, pero el radicalismo está desdibujado en la provincia. Vamos camino a la extinción”.
Para el dirigente, parte del problema es que los actuales referentes han dejado de lado la visión colectiva en favor de intereses individuales: “Se abandonó el proyecto colectivo que nos llevó a ser militantes para dedicarnos a un proyecto particular. En su gran mayoría, lo único que se busca es conseguir cargos sin importar que afuera el mundo gira y sin importar que hay un gran sector de la sociedad que quizás esperaba del radicalismo que se convierta en oposición”.
“La única manera de revertirlo es con nuevos referentes”
Consultado sobre posibles soluciones a la crisis interna, Pintos fue claro: “Soy sincero, creo que la única solución, la única manera de revertirlo es que referentes que tengan la capacidad de dar el espacio a nuevas generaciones que construyan o que refunden el radicalismo”.
Para él, es fundamental recuperar la esencia del partido: “Un partido popular, un partido que nace en los barrios, un partido que milita justicia social, un partido que milita derechos humanos, por sobre todo un partido que acompaña al pueblo en sus decisiones”.
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En este sentido, criticó la falta de participación real de los militantes en la toma de decisiones: “El militante no forma parte de la toma de decisiones en la mesa chica y eso es un problema”. Según Pintos, este esquema cerrado solo profundiza la crisis: “Tenemos elecciones y creo que la única manera de salvar la dignidad de la UCR es que los dirigentes mayores den espacio a nuevos referentes”.
“Salir con los mismos de siempre es un suicidio”
Finalmente, el dirigente alertó sobre los riesgos de seguir apostando por los mismos liderazgos: “Vamos a ser sinceros, la sociedad o el pueblo está cansado de siempre los mismos. Ante un partido que viene golpeado, ante un partido que no se sabe si son zurdos o radicales, esa es la pelea interna. Salir otra vez con los mismos de siempre es un suicidio”.
En un radicalismo que “no condice con la realidad y que está totalmente distinto a lo que la sociedad en la calle exige”, Pintos advierte que el futuro del partido depende de una renovación real. “Si seguimos así, el cadáver político termina de caer”, concluyó.