El pasado domingo hallaron sin vida a dos hermanos dentro de una vivienda ubicada en la ciudad de Pirapó, Departamento de Itapúa.
La escena del crimen era terrible y según la investigación, hasta el momento hay más dudas que certezas.
¿Qué pasó con los hermanos Sagawa?
Aparentemente los hermanos japoneses perdieron contacto con sus familiares del otro lado del mundo hace varios años, hasta el momento no tienen herederos y muchas tierras alquilaban a terceros para la cosecha, lo que les daba un interesante ingreso.
Si bien ninguna teoría está descartada hasta el momento en el marco investigativo, lo cierto es que dos hermanos se fueron de este mundo en soledad, en cajones gestionados por el municipio y ningún familiar que los llore hasta el momento.
El hallazgo se produjo en la ciudad de Pirapó, cuna de inmigrantes japoneses y sin duda uno de los lugares más tranquilos para vivir en toda la República del Paraguay. Sin embargo, esa tranquilidad se vio interrumpida durante el último domingo.
Según relata el periodista Lucas Junes en un extenso hilo en la red social X desde la vecina orilla de Encarnación, aproximadamente a las 18:05 del último domingo, un hombre llamado Modesto Aguilera de 54 años, se presentó en la Comisaría 76° para informar que algo muy extraño estaba ocurriendo en la casa de su patrón, ya que supuestamente minutos antes había recibido una llamada preocupante.
El denunciante trabajaba como capataz de una estancia y hacía varias diligencias para un hombre de nacionalidad japonesa llamado Tsutae Sagawa, quien supuestamente lo había llamado a las 17:00 aproximadamente diciéndole que estaba siendo víctima de un asalto.
Modesto dijo que estaba en una cancha de voley ubicada a unos 35 kilómetros aproximadamente de la casa Tsutae, pero tras la llamada que fue cortada abruptamente, de inmediato se dirigió al lugar en compañía de su pareja para constatar que su jefe estuviera bien.
Tsutae Sagawa de 69 años vivía en esa casa de Pirapó kilómetro 13 en compañía de su hermano de 70 años, Takemi Sagawa, ambos eran agricultores y aparentemente incursionaron en varios rubros dentro del ámbito productivo desde los años 60 ´, cuando se instalaron en Paraguay.
Los hermanos casi no tenían contacto con el resto de la comunidad desde hace tres años, según refieren lugareños. Uno de ellos era una persona ciega y el otro padecía aparentemente de trastornos psicológicos, patología por la cual era tratada.
Estos problemas de salud, aparentemente motivaron a los consanguíneos a mantenerse algo aislados, solamente salían para ir a visitas médicas y alguna que otra diligencia importante. Es por ello que cuando había que movilizarse, llamaban al capataz Modesto para que sea el chofer.
Cuando Modesto y su pareja Yolanda llegaron a la vivienda de los hermanos lo primero que se corroboró es que todas las puertas estaban cerradas y los accesos no habían sido violentados.
En ese momento el capataz llamó a una mujer que semanalmente suele ir a la casa a realizar el aseo, llamada Alejandra González, quien también acudió al lugar manifestando desconocer la situación actual de los hermanos, ya que el martes recién debía presentarse a trabajar.
Modesto dijo que ante la presunción de que algo muy malo había pasado, decidieron dirigirse a la Comisaría 76° y dar aviso a las autoridades.
Minutos después una comitiva se hizo presente en el lugar e ingresaron a la vivienda para encontrar una escena terrorífica.
El cuerpo sin vida de Tsutae Sagawa estaba tendido en el suelo de un pasillo de la casa, mientras que su hermano Takemi Sagawa también yacía muerto sobre una cama en una de las habitaciones. Ambos habían sido brutalmente golpeados con un objeto contundente no identificado.
En ambos casos la causa de muerte fue constatada como «Shock hipovolémico por múltiples traumatismos en el cráneo, provocado con un objeto contundente puntiagudo», que podría atribuirse a varios elementos o herramientas. La escena era brutal, sangrienta y confusa.
En algunos sectores de la vivienda podía verse un desorden generalizado, típico de hechos de robo, con cajones fuera de los roperos y revueltos, como si se estuviera buscando dinero o algo de significativo valor, sin embargo varias cosas no terminan de cerrar.
Lo primero es que según las personas allegadas a las víctimas, ellos no manejaban significativas sumas de dinero en efectivo, sino que sus actividades comerciales estaban bancarizadas, a la par tampoco se pudo corroborar el faltante de algún objeto de valor en la casa.
Los celulares de las víctimas no fueron sustraídos, ni tampoco una camioneta que estaba dentro del predio, a pesar de que las llaves del rodado estaban sobre la mesa. La versión del robo deja demasiadas dudas si se tiene en cuenta la manera de actuar y la violencia desmesurada.
¿Para qué asesinar a las víctimas de esa forma si solamente se trataba de un robo?
Los hermanos eran ancianos, uno se había quedado ciego hace años y el otro tenía problemas de salud mental y aparentemente físicos, se presume que podrían ser fácilmente reducidos.
¿Y si fue un robo y las víctimas reconocieron a los perpetradores?
Es otra de las versiones que se maneja pero también poco probable, teniendo en cuenta las patologías de los afectados. Tampoco encontraron explicación a que todas las puertas estén cerradas y con llave.
Existe la posibilidad de que él o los asesinos se llevaran una llave de la vivienda luego de cerrar todo para retrasar el hallazgo de los cuerpos, la manera en la que entraron sigue siendo una incógnita para la investigación.
Por lo pronto hubo varias incautaciones.
Los celulares de las víctimas, del capataz y de la encargada del aseo fueron incautados y serán sometidos a pericias técnicas, para ver si obtienen algún dato de valor investigativo que de algo de luz al caso. Los cadáveres fueron entregados al Intendente de Pirapó.
Si bien ninguna teoría está descartada hasta el momento en el marco investigativo, lo cierto es que dos hermanos se fueron de este mundo en soledad, en cajones gestionados por el municipio y ningún familiar que los llore hasta el momento.