“Dime como te diviertes y te diré quién eres”, definió José Ortega y Gasset. Contra todo pronóstico la nueva marcha en apoyo a los jubilados (ponele) transcurrió de un modo opuesto a la anterior: no hubo incidentes. Salió bien. Pero eso, patéticamente, generó más decepción que satisfacción. Arruinó los planes de tantos emisores y de tantos receptores que creen que la paz es una cosa muy aburrida.
Esta vez las fuerzas de seguridad recibieron una evidente directiva de evitar cualquier enfrentamiento cuerpo a cuerpo y se apostaron atrás de los vallados. Esta vez los que se manifestaron no fueron a “pudrirla”.
Habiendo quedado desnudos de imágenes violentas para mostrar, los medios la relegaron para exponer las bravuconadas ocurridas adentro del Congreso. Gritos y carajeadas entre diputados no se le niegan a nadie. Y más de uno que prendió la tele para entretenerse viendo compatriotas a los empujones, piedrazos y tiros, debió conformarse poniendo en Netflix alguna de la saga de John Wick.
Habría que aprovechar para discutir el fondo de la cuestión. ¿Por qué el gobierno de Milei logró buena parte del superávit fiscal ajustando a jubilados en vez de a la casta prometida? ¿Qué autoridad moral tienen ante un jubilado aquellos que ya gobernaron y los trataron igual o peor? ¿Cómo hacer un sistema jubilatorio sustentable? ¿Con qué derecho Cristina Kirchner, una jubilada millonaria, manda a sus muñecos de torta a hacer la payasada de sensibilizarse por lo que ellos mismos provocaron? ¿Por qué en Misiones hay gente preocupada por los míseros haberes que cobra un jubilado nacional pero tan despreocupada por los míseros haberes que cobra un jubilado del I.P.S.? ¿Cuántos dependen de que Pablo Grillo no sobreviva para poder seguir haciendo política? ¿Cómo hacer para que los jubilados no tengan que optar entre comprar comida o comprar remedios?
Pero discutir esto con los responsables de no dar respuestas ahora y con los responsables de nunca haberlas dado antes, debe ser poco entretenido. Debe ser más divertido ver un patrullero quemado, uno con la cabeza rota o un periodista escupido. Un mate, un café, bizcochitos, y… ¡a reventar la tarde!
¿Será que esta calidad de vida que hay es una mierda pero es muy entretenida?
Unos no lo tuvieron para demostrar que “van en serio” y los otros no lo tuvieron para poder tener algo de letra para la campaña.
El muerto faltó a la cita.
Walter Anestiades…