El pasado viernes el presidente de la Nación dio inicio al período de Sesiones Ordinarias del Congreso de la Nación. Ante ambas cámaras y un público televisivo de carácter masivo –midió un rating de 50 puntos- Javier Milei brindó un discurso de poco más de hora y media, donde analizó la herencia recibida, brindó detalles de su gestión y adelantó el paquete de medidas que planea enviar al Poder Legislativo Nacional, además del anuncio en forma de promesa sobre firmar un pacto con todos los sectores de la actividad política.
Este acuerdo de los sectores políticos convocado por el presidente, pretende juntar a los gobernadores, líderes de los partidos políticos, sindicalistas, dirigentes sociales y todo aquel que quiera sentar las bases para la prosperidad argentina, en palabras propias del mismo.
El famoso “Pacto de Mayo”, recibe su nombre porque pretende ser rubricado el 25 de mayo en la ciudad de Córdoba, “lugar fundacional del conocimiento en la Argentina” tierra del gobernador amigo de Milei, Martin Llaryora, “La Mona Giménez” y de Conan, (nótese el sarcasmo).
Durante todo el fin de semana fue inevitable la evidente comparación entre el texto que difundió la Oficina del Presidente de la República Argentina (OPRA) y dos acuerdos de índole similar que se firmaron durante la década de los 70s y 80s: el Consenso de Washington y el Pacto de la Moncloa.
Analicemos. El Consenso de Washington fue firmado en 1989, con un texto elaborado por el economista John Williamson con el objetivo de describir un paquete de medidas estándar para los países latinoamericanos que se encontraban atravesando crisis financieras. Basado pura y exclusivamente en medidas económicas encontrábamos: disciplina fiscal y reducción del déficit, redirección de subsidios, reforma tributaria, modificación en las tasas, tipos de cambio competitivos, apertura del comercio, privatización de empresas, y otras de igual índole.
Muchas de estas recetas si bien forman parte del plan de gobierno de Milei y su Ministro de Economía, Santiago Caputo, en la práctica y por el contexto, fueron fórmulas que si- las traspolamos a la Argentina, las vemos evidenciadas en el primer período presidencial de Menem, donde muchas de estas medidas se llevaron a cabo con gran éxito.
Por otra parte, los Pactos de la Moncloa fueron firmados en 1977, durante la transición española y en un contexto socioeconómico muy particular, ya que los españoles salían de la Dictadura Franquista y era imperioso mantener la gobernabilidad. En este acuerdo multisectorial participaron los partidos políticos, la Unión General de Trabajadores, Comisiones Obreras y todos los sectores políticos españoles. Este acuerdo buscaba: garantizar la libertad de prensa, el despido libre, la libre asociación sindical, reforma tributaria y evitar el proceso de devaluación de la peseta.
Si bien se logró un avance en derechos sociales y laborales, que garantizaron la sostenibilidad del gobierno de Adolfo Suárez, en materia económica España no lograría una estabilización monetaria hasta su ingreso a la Comunidad Económica Europea en 1986. No podemos decir lo mismo por parte de nuestro país, ya que el Mercosur dista mucho de ser la Unión Europea.
Por ello este nuevo “Pacto de Mayo” si bien tiene un poco de ambos y toca muchos temas económicos, podría decirse que pretende adecuarse a la realidad local, buscando establecer no solamente un plan de gobierno a largo plazo que sea respetado por los gobiernos siguientes, sino que también sea el punto de partida sobre el cual los argentinos finalmente cerremos esa famosa grieta que existe.
Más allá de si sea una cuestión de marketing, de ganar tiempo por parte del gobierno nacional o una especie de tregua con los gobernadores, resulta fundamental que se den finalmente estas discusiones y defina qué hacer con la economía, los derechos laborales, el sistema previsional y el sistema productivo, y que, se respete a rajatabla por este gobierno y por los siguientes este acuerdo que fije las bases de la Argentina que queremos ser.
Como lo es en la cultura Argentina con una de sus bebidas más tradicionales, hay quienes prefieren el Fernet más fuerte, otros más suave, unos con una gaseosa y otros con gaseosa sin azúcar, así como con otras tantas mezclas. De acá al 25 de mayo restan más de dos meses, donde se escucharán voces a favor, voces disidentes y opinólogos de todo tipo. Al fin y al cabo, lo que realmente importa siempre es quién prepara la bebida, y lo que por ahora parece, es que el gobierno espera que finalmente el pacto de Mayo termine de la forma en que nos gusta encontrarnos a los argentinos, celebrando con cuarteto y Fernet.