Este año se cumplen 30 años de la reforma de la Constitución Nacional de 1994, un hito que marcó la historia institucional de Argentina. Para conmemorar esta fecha, el Colegio de Abogados organizó una charla con dos destacados especialistas en derecho constitucional, entre ellos el doctor Ricardo Biazzi, quien en diálogo con “RX – Realidad Mixta” reflexionó sobre el impacto y los desafíos que dejó esta convención.
“Son 30 años y ya permiten con ese lapso de tiempo hacer un análisis mucho más integral de las luces y sombras que dejó esa convención constituyente”, señaló Biazzi. Según el abogado, es momento de repasar los resultados obtenidos, algunos fructíferos y otros frustrantes debido a la falta de implementación de ciertas reformas.
La convención de 1994 tuvo lugar en Santa Fe y Paraná, y contó con la participación de 305 convencionales de distintos partidos políticos. “Fue una expresión amplia de un abanico político e ideológico”, destacó Biazzi, subrayando la pluralidad de voces que formaron parte del proceso.
Este acuerdo entre las fuerzas políticas más relevantes de la época, como el peronismo y el radicalismo, resultó clave para avanzar en la reforma. “El pacto de Olivos, firmado entre Menem y Alfonsín, fue central para la concreción de esta convención”, explicó Biazzi, aludiendo a la negociación que permitió, entre otros puntos, la reelección presidencial.
Sin embargo, más allá de estas negociaciones, la reforma trajo consigo importantes avances en derechos y garantías. Entre ellos, Biazzi mencionó la incorporación de tratados internacionales sobre derechos humanos a la Constitución, así como la consagración de derechos al medio ambiente y a los usuarios y consumidores. “Es un modelo societario con cláusulas muy importantes”, agregó.
Avances y deudas pendientes
A pesar de los logros alcanzados, Biazzi hizo énfasis en que no todas las reformas fueron implementadas con éxito. “Hay muchas normas que son de plena aplicación, pero otras que quedaron a mitad de camino”, comentó, refiriéndose, por ejemplo, al sistema de coparticipación federal. Este régimen, que debía haberse sancionado antes de 1996, aún no se implementó debido a la complejidad de su diseño. “Tiene una imposibilidad práctica de cumplimiento”, admitió.
Otro ejemplo de estas dificultades es el uso excesivo de decretos de necesidad y urgencia (DNU). Aunque la reforma buscaba regular su aplicación, en la práctica, se terminó desvirtuando. “El problema es que se interpreta que, cumpliendo con ciertas restricciones, los decretos pueden sancionarse sin ningún impedimento, incluso si el Congreso está funcionando”, criticó.
Biazzi también mencionó la falta de designación de ciertos órganos previstos en la reforma, como el defensor del pueblo de la Nación. “Hace más de 10 o 15 años que no se lo nombra”, lamentó.
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Una mirada al futuro
Sobre la posibilidad de una nueva reforma constitucional, Biazzi mostró cautela. “Tengo mi duda. A veces lo que hace falta es mejorar las condiciones de la democracia real para permitir que las cláusulas y reformas simplemente con más sabiduría y legitimidad”, reflexionó.
En particular, señaló la importancia de fortalecer el sistema educativo público, uno de los pilares de la Constitución reformada. “Por primera vez en la historia argentina, la Constitución prevé la gratuidad y equidad de la educación pública estatal, incluida la universitaria. Eso está fuera de discusión”, afirmó categóricamente.
Finalmente, Biazzi subrayó que aún quedan muchas tareas pendientes para cumplir con los objetivos de la reforma de 1994, especialmente en lo que respecta a la participación ciudadana y la democracia semidirecta. “Hay muchas cosas que fueron quedando a mitad de camino, como la iniciativa popular y la consulta popular”, concluyó.