La desaparición de Lian Flores, un niño de tres años que fue visto por última vez el sábado 17 de febrero en una comunidad de ladrilleros en Córdoba, generó conmoción y preocupación tanto en la provincia como a nivel nacional. A nueve días de su desaparición, la investigación no logró avances significativos y la hipótesis de un posible caso de trata de personas comienza a tomar fuerza.
“Ya llevamos nueve días sin conocer su paradero”, explicó Facundo Arzamendia, periodista de Radio Nacional Córdoba, en diálogo con “La Última Rosca” de Radio Up 95.5. Según relató, la denuncia fue realizada por la familia del niño el mismo sábado alrededor de las 19 horas, apenas dos horas después de que lo vieran por última vez. Sin embargo, la investigación inicial no arrojó resultados concluyentes.
Una camioneta sospechosa y una chamana descartada
Los primeros indicios apuntaron a la presencia de una camioneta blanca en la zona. “Parecía muy sospechosa para la gente de la comunidad”, indicó Arzamendia. Esta pista, sin embargo, no condujo a un hallazgo concreto.
Otro elemento que surgió en los primeros días fue la presencia de una mujer identificada como “la chamana”, quien había estado en la comunidad poco antes de la desaparición del niño. No obstante, la justicia la investigó y descartó cualquier vinculación con el caso.
Con estas primeras hipótesis debilitadas, la investigación se encuentra en una encrucijada. “El miércoles podría llegar a avanzarse en lo que es la búsqueda de Liam, pero todo indicaría que se lo habrían llevado y que no se habría ido solo”, advirtió el periodista.
La posibilidad de un caso de trata
A medida que avanzan los días sin respuestas, la hipótesis de la trata de personas cobra más relevancia. “Hasta el momento no se había usado esa hipótesis”, señaló Arzamendia, pero la causa podría pasar de la justicia provincial a la justicia federal si se confirma esta línea de investigación.
Además, Interpol ya emitió una alerta amarilla para que el niño sea buscado en países limítrofes. “Trabajaron muchísimos organismos nacionales en la búsqueda”, destacó el periodista, mencionando la intervención de fuerzas provinciales y nacionales. Incluso, se ha ofrecido una recompensa de 20 millones de pesos por información certera sobre su paradero.
El miedo de la comunidad y el silencio
Uno de los aspectos que más inquietan a los investigadores es el silencio de la comunidad boliviana en la que vivía Liam. “No todos cuentan lo que pasa”, afirmó Arzamendia, citando al abogado de la familia. Explicó que se trata de un grupo muy reservado, “víctima de muchísima violencia y discriminación”, lo que dificulta la recolección de testimonios.
El temor dentro de la comunidad quedó evidenciado con el caso de Marcelino, un vecino que fue el primero en declarar haber visto la camioneta sospechosa y a la chamana. “Empezó a recibir amenazas de seguridad producto de haber declarado de manera tan pública”, reveló el periodista.
Esta situación alimenta las sospechas sobre la posible existencia de una red delictiva con complicidades internas. “La mayor preocupación es si realmente estamos hablando de una red de trata y si hay gente que está haciendo la vista gorda”, sostuvo.
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Infancias vulnerables y un Estado ausente
Más allá de las circunstancias particulares del caso de Liam, su desaparición pone en evidencia una problemática más profunda. “No es normal que desaparezcan sin ningún sentido”, advirtió Arzamendia, recordando que, según Missing Children, hay más de 70 niños y niñas desaparecidos en el país.
La comunidad de ladrilleros a la que pertenece la familia de Liam vive en una situación de extrema precariedad. “Estamos hablando de gente que no tiene nada, que vive en la extrema pobreza”, describió el periodista. “El día que desapareció Liam, sus padres volvían de trabajar con ladrillos, se acostaron a dormir una siesta y al despertarse su hijo ya no estaba”.
Para Arzamendia, la situación social en la que ocurren estos casos es clave. “Esto te hace replantear cuál es la matriz productiva que tenemos en estos sectores tan vulnerables”, afirmó, señalando la falta de políticas de protección para estas comunidades.
La desesperación por la desaparición de Liam se entrelaza con el dolor de otros casos similares en el país. “Esto te puede pasar en cualquier lado. Ha pasado en Corrientes, en Córdoba, en Buenos Aires, en Jujuy”, reflexionó el periodista. Mientras tanto, la búsqueda continúa y la familia del niño sigue esperando respuestas.