El mundo del rock está de luto. Ozzy Osbourne, el icónico líder de Black Sabbath, murió este martes 22 de julio a los 75 años, según confirmó su familia a través de un emotivo comunicado. El artista murió “rodeado de amor”, acompañado por sus seres queridos, tan solo días después de haber protagonizado un histórico reencuentro con los miembros originales de la banda en Villa Park, Birmingham, su ciudad natal.
“Con una tristeza mayor de la que las palabras pueden expresar, debemos informar que nuestro querido Ozzy Osbourne falleció esta mañana”, expresó el mensaje firmado por Sharon, Jack, Kelly, Aimee y Louis. “Pedimos a todos que respeten la privacidad de nuestra familia en este momento”.
Conocido como el “Príncipe de las Tinieblas”, Osbourne fue una figura central en el surgimiento del heavy metal, no solo por su distintiva voz y presencia escénica, sino por su influencia artística y cultural. En su última aparición pública, compartió escenario con Geezer Butler, Tony Iommi y Bill Ward, en lo que fue presentado como “el mayor espectáculo de heavy metal de la historia”.

El artista murió a los 75 años
Durante el show, interpretó cinco canciones, celebró junto a sus fans y presenció la propuesta de casamiento de Sid Wilson a su hija Kelly, en un momento tan íntimo como multitudinario. Ya entonces, Ozzy había anticipado que ese concierto sería su despedida definitiva de los escenarios, debido al deterioro de su salud producto del Parkinson que le diagnosticaron en 2020.
Nacido como John Michael Osbourne en 1948, Ozzy creció en Aston, un barrio obrero de Birmingham. Su juventud estuvo marcada por trabajos modestos —obrero, fontanero, matarife— y algunos delitos menores que lo llevaron a pasar dos meses en prisión por robo. La música le cambió la vida en 1963, cuando escuchó por primera vez “She Loves You” de The Beatles.
Tras algunos intentos fallidos, formó Rare Breed junto a Geezer Butler en 1967. Poco después se sumaron Iommi y Ward para dar vida a Polka Tulk Blues, grupo que más tarde adoptaría el nombre de Black Sabbath. En 1970, el disco homónimo marcó un hito en la historia musical, con riffs oscuros, letras sombrías y una voz inconfundible que definió el sonido del metal.
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Canciones como “Paranoid”, “Iron Man” o “War Pigs” se convirtieron en himnos. Sin embargo, la fama vino acompañada de excesos. En 1978, Osbourne fue expulsado de Black Sabbath tras una etapa de adicciones y crisis personales, lo que también coincidió con el fin de su primer matrimonio con Thelma Mayfair, madre de dos de sus hijos.
La vida le dio una nueva oportunidad al conocer a Sharon Arden, hija del mánager musical Don Arden. Aunque al principio Ozzy pensaba que ella lo consideraría un “loco”, terminaron casándose en 1982 y tuvieron tres hijos: Aimee, Jack y Kelly.
Con el apoyo de Sharon, Osbourne inició una exitosa carrera como solista. Su álbum debut, “Blizzard of Ozz” (1980), incluía clásicos como “Crazy Train” y lo consolidó como figura insustituible del rock. El disco vendió millones de copias y fue el primero de una serie de éxitos en solitario.
A partir de ahí, su figura adquirió una dimensión mítica: desde morder la cabeza de un murciélago en pleno show hasta enfrentar con humor y crudeza sus adicciones. En 1992 anunció un retiro que duró poco: en 1996 lanzó el Ozzfest, un festival itinerante que impulsó la escena metalera de las nuevas generaciones.
Volvió a Black Sabbath en 1999 y ganó el Grammy a Mejor Interpretación de Metal por “Iron Man”. En 2013, con el disco “13”, repitieron la hazaña con “God Is Dead?”.
En 2001, Ozzy se reinventó una vez más al protagonizar el reality “The Osbournes” en MTV, mostrando su vida doméstica con irreverencia y ternura. La serie se convirtió en un éxito global y catapultó a sus hijos, especialmente a Kelly y Jack, al estrellato.
A lo largo de su carrera, vendió más de 100 millones de discos, influenció a incontables artistas y se mantuvo vigente gracias a su capacidad de adaptación y su autenticidad brutal.
Su último adiós en el escenario fue tan potente como simbólico: una figura que desafió el paso del tiempo, la crítica y los estigmas. Con su muerte, el mundo pierde a uno de los íconos más irreverentes, amados y complejos del rock.