La crisis del sector yerbatero en Misiones se agrava, con protestas de productores que reclaman una solución a los problemas estructurales del mercado. Christian Klingbeil, productor yerbatero y referente en el tema, aseguró que la falta de unidad y de una regulación efectiva pone en riesgo el futuro de la actividad.
“Los productores del norte se comprometieron a detener toda circulación de hoja verde o canchada, pero en el resto de la provincia hay poca unión. Al INYM le queda poca vida, ya Sturzenegger avisó que van por la estampilla, que es lo único que lo sostiene hasta hoy. Por voluntad del gobierno claramente no va a suceder nada, todo depende de que el productor se mueva”, comentó Klingbeil en diálogo con “La Última Rosca” de Radio Up 95.5.
El impacto de la crisis no solo afecta a los productores sino también al desarrollo económico de Misiones. Klingbeil advirtió sobre las graves consecuencias de la falta de inversión: “El productor dejó de invertir. Hay un retroceso tremendo. La caída de rendimiento va a ser muy grande y, con ello, la cantidad de dinero que circulará en la provincia será mucho menor”.
La falta de mantenimiento en los yerbales es un claro síntoma de esta situación. Según Klingbeil, la fertilización, limpieza y control de plagas son casi inexistentes, lo que compromete las futuras cosechas. “El ataque de rulo es tremendo, y el combate no se está haciendo. La mayoría de los yerbales no se mantiene; apenas pasan un tractor para reducir costos. Esto significa cientos de jornales menos para los obreros”, explicó.
El productor también subrayó cómo esta desinversión afecta al tejido social de la provincia. “No se está dando la changa en la chacra, no hay fertilización, ni limpieza. Desde Buenos Aires no se toma en cuenta este problema, y acá en la provincia tampoco. Es un problema que puede estallar en cualquier momento”, advirtió.
Precios bajos y pagos insuficientes
Uno de los puntos más críticos para el sector es el bajo precio que reciben por la yerba mate. Aunque el valor en góndola ha mostrado una reducción, el precio en chacra sigue siendo insuficiente para cubrir los costos de producción.
“Podemos pedir el 10% del precio en góndola, pero eso apenas son $300 por kilo. Mientras tanto, hay productores que exigen $450 por kilo de hoja verde. Eso está muy lejos de ser una solución”, expresó Klingbeil.
A esto se suma la demora en los pagos. “Los plazos son desastrosos. A los productores les pagan $250 o $260 por kilo de yerba que entregaron en julio, pero los costos no han parado de subir desde entonces”, añadió.
Por otra parte, Klingbeil fue tajante al señalar la falta de apoyo por parte del Gobierno Nacional y Provincial. Según él, no se perciben medidas concretas que respalden a los productores. “El Gobierno Nacional está obsesionado con que la yerba valga poco. Y el Gobierno Provincial no está haciendo la fuerza necesaria para proteger al productor. Hoy, claramente, depende 100% del productor salir de esta situación”, afirmó.
El futuro del Instituto Nacional de la Yerba Mate (INYM) también está en riesgo. “El INYM tiene los días contados. Lo único que lo sostiene es la estampilla, pero ya han dejado claro que van por ella. Sin una regulación efectiva o una ley, no hay salida para el sector”, señaló Klingbeil.
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A pesar de las dificultades, los productores del norte, especialmente en San Pedro, se han organizado para frenar la circulación de la yerba mate como medida de protesta. Sin embargo, esta movilización aún no encuentra eco en otras regiones de la provincia.
“San Pedro es un ejemplo que toda la provincia debería copiar. Pero lamentablemente los veo muy solos. Es necesario que haya más organización y voluntad en otros puntos”, afirmó.
En tanto, Klingbeil reconoció que muchos productores enfrentan dificultades para participar en las manifestaciones, especialmente en zonas donde la cosecha de té demanda su tiempo y recursos. Aun así, instó a no bajar los brazos: “Algo se debería hacer en toda la provincia, desde San José hasta San Pedro. No podemos depender de que las cosas se solucionen mágicamente”.
“Si no tenemos una regulación por ley, no veo salida. Y el gobierno está obsesionado con mantener los precios bajos a toda costa”, concluyó Klingbeil.