La joven tiene 17 años y vive en Posadas, Misiones; es la primera mujer con posibilidades de obtener los 100.000 dólares que otorgan Chegg.org y Fundación Varkey al alumno elegido.
A los 9 años, Victoria Rojas ya inventaba soluciones para mejorar su mundo. Estaba en tercer grado cuando, junto a una compañera, creó un proyecto literario para fomentar el hábito de la lectura entre sus compañeros. Hoy, a los 17 años y varios proyectos después, fue seleccionada entre 3851 estudiantes de 122 países como finalista para el Global Student Prize, un premio de Chegg.org y la Fundación Varkey que reconoce con 100.000 dólares a alumnos que estén logrando un impacto real en la vida de sus compañeros y en la sociedad en general.
“Me siento muy agradecida por todo el apoyo que recibí de mi entorno, mi familia, mis amigos, mis docentes, que me ayudaron a hacer esto posible”, dijo la adolescente al enterarse de la noticia.
Victoria, hija de docentes y nieta de un inmigrante paraguayo que escapó de la dictadura en su país, cursa actualmente el quinto año del secundario en el Instituto Politécnico San Arnoldo Janssen, una escuela técnica en donde sigue la orientación en construcciones, pero su vocación por mejorar la realidad de su entorno comenzó a temprana edad.
Todavía en la escuela primaria participó de la Escuela de Robótica, presentando un proyecto para mejorar la calidad del sueño a través de una almohada con distintas funciones. Luego, a los 12 años, formó parte de un equipo de ciencias en el que desarrolló un proyecto de investigación llamado “El mundo en una gota”, cuyo objeto de estudio eran los ecosistemas de los ríos locales. “Iba a la costanera y a las lagunas, y me llevaba las muestras para analizar con microscopio. Quería saber todo”, recordó Victoria.
Cada vez que un tema llamaba su atención, sin importar el área, Victoria lo exploraba, desde literatura hasta ciencia o relaciones internacionales. Una profesora vio eso en ella y le acercó la posibilidad de participar en el modelo de Naciones Unidas. A su vez, de esa forma le llegó la oportunidad de participar del programa “Jóvenes Embajadores 2022″, una iniciativa de desarrollo de liderazgo centrado en el compromiso cívico, organizado por la Embajada de los Estados Unidos, que permite a estudiantes destacados de nivel secundario viajar por tres semanas a distintas ciudades de ese país.
“Cuando volví de ese intercambio creé “Innovaty” (por “innovación” y “aty”, que es “equipo” en guaraní), una red de jóvenes que busca impulsar agentes transformadores y disminuir la barrera de la desinformación. Hay muchos chicos que quieren mejorar su entorno y no saben bien cómo. Bueno, muchas veces no se sabe que hay un mundo de becas que no conocemos. Queremos dar a conocer estas oportunidades y acompañarlos en el proceso. Somos 12 voluntarios de siete provincias de entre 15 y 18 años, trabajando en cuatro áreas: bienestar, logística, comunicación y financiamiento”, detalló Victoria.
Inspiración
Entre sus referentes, Victoria nombró a su familia y a sus docentes. “A lo largo de mi vida tuve muchos referentes. Mis padres desde un inicio, mi tía, que es mentora, y una profesora en particular que me introdujo en el modelo de Naciones Unidas, algo que no conocía y que le dio un vuelco a mi vida porque pasé de ser muy tímida a representar a Misiones en el parlamento nacional”, afirmó.
Sus padres decidieron, por ejemplo, que era mejor que no utilizara celular hasta los 13 años para que pudiese desarrollar creatividad y pensamiento crítico, y no generase su propio aislamiento. Entonces ella diseñó su teléfono de cartón. “No le dábamos celular, pero sí libros”, sostuvo Claudia, su madre, que agregó: “Lo importante era que ella desarrollara su creatividad, su manera de hacer el bien con los demás”.
Y esa creatividad se refleja en sus intereses: “Desde chiquita me interesan cosas muy distintas como la ciencia, el ajedrez, el arte, las construcciones, pero siempre estuve orientada a la educación. Con mi hermano solíamos jugar a ser otras personas. Un día éramos periodistas; otro día, presidentes; y muchas veces, docentes. Después del secundario me gustaría seguir estudiando, pero estoy viendo cómo encontrar un punto en común entre la arquitectura y las relaciones internacionales”, relató.
En sus tiempos libres, Victoria disfruta de desarrollar todo tipo de proyectos, tocar la guitarra, cocinar, pintar e investigar, pero –dijo– en general le gusta aprender.
Con respecto a ser la primera mujer argentina en ser nominada al premio, la adolescente dijo: “Es un gran honor. Siento que van a venir muchas más”.
“La historia de Victoria podría representar la de muchos jóvenes de la Argentina y la región, donde su propio potencial adquiere brillo gracias al apoyo de su familia y el impulso de grandes docentes”, consideró Agustín Porres, director regional de Fundación Varkey para América Latina. “Y no solo vemos un desarrollo de talento personal; en su historia vemos claramente que si ellos, los estudiantes, tienen verdaderas oportunidades, ese potencial pasa a ser una oportunidad para toda la comunidad”, agregó.
El próximo paso de Victoria será viajar a Dubái para asistir al programa Change the World Model United Nations, del que participarán cientos de estudiantes de todo el mundo para debatir las principales cuestiones de la agenda política internacional. Toda su comunidad educativa se involucró en la causa y, mediante diversas iniciativas, están recaudando los fondos para que ella pueda viajar.
Los otros finalistas de la región
En América Latina resultaron también finalistas Brian Martínez, de Uruguay; Elisa Torres, de Chile; Georgina Batista, de República Dominicana; Maydelith Zuñiga Cabrera, de Perú; Santiago Páez, de Colombia; Bianca Bearare y Henrique Peixoto Godoi, de Brasil; y Fernando Daniel de Lucio Villalobos y Gerardo Murga, de México.
Heather Hatlo Porter, directora de Chegg.org y jefa de comunicación, dijo: “¡Felicitaciones! Chegg no solo celebra sus logros, sino también las infinitas posibilidades que existen cuando las mentes jóvenes están impulsadas por una pasión por el cambio. Los 50 finalistas del Global Student Prize merecen la oportunidad de que se cuenten sus historias y se escuchen sus voces. Sus sueños, sabiduría y espíritu inventivo iluminarán un futuro más esperanzador para todos”.
El ganador del año pasado fue el adolescente ucraniano Igor Klymenko, un estudiante de 17 años de Kyiv que, al comienzo de la invasión rusa, se trasladó a las afueras para terminar su último año de secundaria. Refugiado en el sótano de su nueva casa, Igor completó sus estudios mientras perfeccionaba un dron detector de minas en el que había estado trabajando durante ocho años.
Se espera que los diez finalistas del Global Student Prize se anuncien en agosto de este año. En 2022, Nicolás Monzón, un estudiante argentino oriundo de Quilmes que cursaba tres carreras y fundó una start up, llegó a esta prestigiosa instancia.
(Fuente: La Nación)