En la ciudad de Oberá, un problema grave y silenciado durante años comenzó a ocupar un espacio importante en el debate público: la trata de personas. A pesar de la magnitud del problema, la falta de estadísticas y datos oficiales limita la capacidad de respuesta, lo que genera una sensación de inacción por parte de las autoridades.
Adriana Kosnicki, concejal del PRO en Oberá, es una de las principales impulsoras de la visibilización de este fenómeno, organizando jornadas y charlas para crear conciencia en la comunidad. En diálogo con “La Última Rosca” de Radio Up 95.5, Kosnicki brindó detalles alarmantes sobre la situación en la ciudad y la provincia.
“El 85% de la trata sale de Misiones”, reveló la concejal. “Somos una provincia no solo de captación, sino también de paso”, agregó, destacando que las rutas nacionales 12 y 14 son conocidas como “rutas de la trata”. Esta afirmación apunta a la situación geográfica y socioeconómica de Misiones, que la convierte en un punto clave para la trata de personas.
Sin embargo, el problema no se limita a la condición de “provincia de paso”, sino que afecta profundamente a las comunidades locales. Kosnicki relató con preocupación las situaciones que ha encontrado en sus recorridos por las zonas más vulnerables de Oberá. “Empecé a recorrer escuelas y diferentes lugares, sobre todo las zonas más vulnerables, para interiorizarme”, contó.
Lo que descubrió fue estremecedor. “Charlando con los docentes, me encontré con un problema bastante importante”, señaló, refiriéndose a la dramática situación que atraviesan muchas familias en situación de pobreza extrema. “Las madres drogan a sus hijos para que los niños no tengan hambre”, reveló, antes de relatar una práctica aún más devastadora: “Llegada una edad, las llevan a la ruta para prostituirse”. Esta realidad, aunque difícil de aceptar, forma parte de lo que Kosnicki define claramente como trata de personas: “Eso es trata”.
Kosnicki también se refirió a la naturalización de estas prácticas en algunas zonas. “Se están naturalizando algunas cuestiones que no son normales», subrayó, refiriéndose a la prostitución infantil y la venta del cuerpo como prácticas que, aunque condenables, parecen haberse convertido en parte de la vida cotidiana en ciertas comunidades vulnerables.
“Los chicos no miden lo que conlleva la prostitución, lo que conlleva la trata, lo que conlleva la venta del cuerpo”, expresó con visible preocupación. Además, hizo hincapié en las consecuencias devastadoras que esto genera en los jóvenes, muchos de los cuales se ven obligados a consumir sustancias para poder tolerar esta realidad: “Tienen que empezar a consumir sustancias para poder tolerar ese tipo de vida”.
La trata de personas en Oberá no solo afecta a las víctimas directas, sino que abre la puerta a otros crímenes atroces. Kosnicki advirtió sobre los riesgos a los que están expuestos los jóvenes captados por estas redes: “Pueden terminar en tráfico de órganos, pueden terminar en muchas cuestiones”.
Sin embargo, uno de los principales obstáculos para enfrentar este flagelo es la ausencia de datos oficiales que permitan dimensionar el problema. “El mayor inconveniente que tenemos en Misiones es que no tenemos datos ni estadísticas”, denunció Kosnicki. Este vacío de información no es nuevo, según explicó la concejal.
“En el Senado, la otra vez se hizo una charla sobre suicidio, y Misiones era la única provincia que no mostraba ni datos ni estadísticas al respecto”, comentó, poniendo en evidencia la desorganización o falta de voluntad por parte del gobierno provincial para abordar de manera seria este tipo de problemáticas.
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La falta de transparencia en la gestión de información no solo es frustrante, sino que también impide cualquier esfuerzo serio para resolver el problema. “Los datos y estadísticas que pido a cualquier institución nunca se me han devuelto los pedidos de informe”, continuó Kosnicki. “Eso quiere decir, o que no los tienen, o que los esconden”, afirmó tajantemente.
Según la concejal, si las autoridades provinciales reconocieran el problema proporcionando estadísticas, estarían admitiendo la magnitud de la situación y su propia inacción: “Es obvio que no me los van a dar, porque es reconocer el problema y la falta de trabajo que tienen y lo que deberían hacer y no lo hacen”.
Frente a esta falta de apoyo gubernamental, Kosnicki asumió un rol proactivo en la lucha contra la trata. En varias ocasiones, organizó eventos y charlas para sensibilizar a la comunidad y brindar herramientas para prevenir este delito.
La colaboración con Katie Sanders, una experta en trata de personas, ha sido central en estos esfuerzos. “Esta es la tercera vez que la traigo a Katie Sanders a Oberá”, contó la concejal, recordando que las jornadas anteriores tuvieron gran repercusión en la ciudad. Sin embargo, no siempre ha contado con el apoyo necesario para llevar a cabo estos eventos.
“La primera vez pagué los gastos yo”, relató Kosnicki. “La segunda vez recurrí al municipio y al Concejo Deliberante para que me ayuden. También pagué algunas cosas yo”, agregó. En la más reciente ocasión, sin embargo, no obtuvo el respaldo esperado: “Esta vez no tuve la suerte de que me ayudaran con los gastos, así que recurrí a los privados”.
“Soy comerciante, y cuando vimos que no íbamos a tener apoyo, salí a vender publicidades, caminando la ciudad y hablando con los comerciantes y empresarios”, explicó, agradeciendo a los comercios y empresas que hicieron posible el evento.
A pesar de las dificultades económicas, el evento más reciente tuvo una gran convocatoria, especialmente entre los docentes de Oberá, quienes, según Kosnicki, juegan un papel clave en la detección de casos de trata.
“Ya tenemos 200 inscriptos”, señaló con orgullo, refiriéndose a la capacitación docente que organizaron junto a Sanders. “Los docentes son los que están en primera línea, los que nos pueden dar muchísima información”, comentó. “Yo la información que saqué siempre la saqué de las escuelas”, subrayó, remarcando la importancia de capacitar a los educadores para que puedan identificar y denunciar estos casos.
Para Kosnicki, la lucha contra la trata de personas no es solo una cuestión de política, sino una misión personal. “A mí me interesa que los obereños estén bien, estén mejor, y sobre todo los niños y los jóvenes”, afirmó. Aunque el gobierno provincial parezca ignorar el problema, Kosnicki está determinada a seguir adelante, trabajando en prevención y educación, y buscando soluciones para que su comunidad sea un lugar más seguro. “Este es mi granito de arena”, añadió.