La brutalidad policial en Salto Encantado, quedó expuesta tras la denuncia presentada por la abogada Cristina Breit y su cliente, quien estuvo detenido durante diez días en la comisaría local por un “error” de identidad, tiempo en el que sufrió torturas sistemáticas y amenazas de muerte. El caso se encuentra en el Juzgado de Instrucción 1 de Oberá, pero el silencio institucional y las intimidaciones a la letrada hacen temer un intento de encubrimiento.
“Me apuntaban con armas y me hacían bailar desnudo”
En diálogo con el programa “El País de la Libertad”, a través de Radio Up 95.5, la víctima describió con crudeza los tormentos sufridos. «Todo el tiempo me amenazaban ahí adentro. Hasta con armas me apuntaban. Yo me escondía. Me hacían bailar, pegados, y me desnudaban a cada rato», relató. La violencia no era ocasional, sino una práctica sistemática por parte de los efectivos. «Me desnudaban, me pegaban abajo del estómago, me daban piñas. Cuando entraban, lo hacían de golpe”.
La víctima no estuvo solo en su encierro, pero sí en el sufrimiento. Había otros dos detenidos en la comisaría, pero eran sacados de la celda antes de que comenzara la sesión de torturas. “Era solo conmigo. A ellos los sacaban afuera y me dejaban adentro solo”, explicó.
Un régimen de terror dentro de la comisaría
Los abusos no seguían un patrón horario. “En cualquier momento del día entraban”, afirmó Jonatan. Sin embargo, los peores momentos llegaban con el cambio de turno. “Si entraba el turno que me había detenido, era peor. Los que me detuvieron eran más violentos que los otros”.
La estructura de mando de la Unidad Regional XI tampoco respondió a sus pedidos de auxilio. “Pedí para hablar con el jefe y con la jefa y en ningún momento quisieron. Me decían que estaban ocupados y nunca aparecieron”, denunció.
Incluso el día de su liberación, la jefa de la comisaría se mantuvo distante. “Recién la vi cuando me llevaban a Oberá para firmar mi libertad, pero no me dijo nada”, contó la víctima, evidenciando la indiferencia de las autoridades.
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Incomunicado, humillado y amenazado
Durante su detención, el damnificado fue sometido a un régimen de aislamiento absoluto. “Ni siquiera me dejaban firmar los papeles que llevaba mi abogada. Me amenazaban, me decían que no firme nada”, denunció. La alimentación llegaba a través de familiares, pero los efectivos se encargaban de recordarle su condición de sometido. “Los bajaban y me los tiraban en el piso, me trataban re mal. No sabía quién llevaba la comida, quién no”.
La violencia psicológica y física lo marcó profundamente. “Nunca pasé por esto. Soy un tipo trabajador, todos me conocen”, expresó con tristeza. La injusta detención le impidió continuar con su labor diaria, generándole consecuencias económicas. “Me atrasé muchísimo en mi laburo”.
Una abogada bajo acoso
Cristina Breit, la letrada que representa a Jonatan, también enfrenta presiones. Según denunció, un móvil policial recorre diariamente su domicilio y su estudio jurídico, en una clara maniobra intimidatoria. Hasta el momento, ningún jefe de la Unidad Regional XI se ha comunicado con ella para dar explicaciones.