En las rutas de San Pedro, la protesta de los productores yerbateros se convirtió en símbolo de resistencia. Desde inicios de esta semana, hombres y mujeres se reunieron en un reclamo que consideran urgente y justo: establecer un precio base de $390 por kilo de hoja verde de yerba mate. Para ellos, esta cifra es el mínimo necesario para cubrir los costos de producción y garantizar la subsistencia de miles de familias rurales.
“No podemos sustentarnos con estos precios”
“Estamos en una gran lucha porque realmente no podemos sustentarnos con el precio anterior que nos pagaban”, afirmó una productora mientras señalaba la importancia de sus demandas. “Tenemos contadores, fertilizantes, y un inmenso gasto para llegar a la cosecha del nuevo año. Hoy estamos al lado de la ruta, pidiendo y pidiendo”, agregó, destacando el sacrificio que implica abandonar sus hogares y tareas para ser escuchados.
Otro productor, visiblemente afectado, expresó: “Acá somos una familia de productores. Entre el colono, el tarefero, los cosecheros y los prestadores de servicios, todos trabajamos para un futuro mejor de nuestras familias. Pero con lo que nos pagan, no alcanza para sacar adelante a nuestros hijos”.
La producción de yerba mate es un trabajo de años, esfuerzo y dedicación. “Desde que sembramos la semilla hasta que logramos la primera cosecha significativa pasan al menos cinco años”, explicó un productor mientras mostraba las plantas. “Durante ese tiempo tenemos que limpiar, fertilizar y cuidar cada planta, y después nos pagan una miseria. Esto no es justo”, añadió.
Otro de los manifestantes detalló: “Por cada kilo que nos pagan, tenemos que repartir el dinero entre el tarefero, el fletero, los gastos gremiales y administrativos. Todo cuesta, y al final lo que nos queda es casi nada”.
“Nos están dejando sin futuro”
El impacto económico trasciende a los productores. “Si este precio sigue, San Pedro se convertiría en un pueblo fantasma”, alertó una mujer durante la protesta. “La yerba mate es la única producción que mueve al pueblo. Si nos quitan eso, no queda nada más”, agregó con preocupación.
Otro manifestante reforzó el argumento: “La situación económica del colono es muy complicada. Estamos al límite. No está valiendo el producto, y si no hacemos algo, nuestra economía rural se va a caer por completo”.
Uno de los puntos más destacados en el reclamo es la diferencia entre lo que reciben los productores y el precio que paga el consumidor. “Quiero preguntar a todos los argentinos: ¿Cuánto está el paquete de yerba? ¿El más barato? Cuatro mil pesos”, dijo un productor, indignado. “A nosotros nos quieren pagar $150 por kilo. No cubrimos ni la mitad de los gastos. Estamos regalando la yerba, y los molinos son los que se llenan los bolsillos”, agregó.
La ponchada, como explicaron, también representa un gasto significativo. “Nos cuesta entre $5.000 y $10.000 transportarla. Todo esto lo pagamos nosotros. Después de todo el trabajo y el gasto, el precio que nos ofrecen no es suficiente para sobrevivir”, indicó otro colono.
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“Es hora de que nos valoren”
“Estamos aquí porque ya no aguantamos más. Es injusto que tengamos que dejar nuestras casas y nuestros trabajos para venir a pedir que nos escuchen”, manifestó una productora. “No queremos parar, pero necesitamos que nos valoren. Esto no es solo por nosotros, sino por nuestras familias y el futuro de San Pedro”.
Un productor resumió el sentimiento general: “Nos malacostumbraron a regalar nuestra yerba, pero eso ya no puede seguir. Queremos que entiendan que $390 no es un precio alto, es un precio justo. Y si esto no cambia, seguiremos aquí, luchando”.
La protesta no solo busca un cambio en los precios, sino también generar conciencia en toda la provincia y el país. “Pedimos a todos los productores que se sumen a la lucha. Si logramos el precio que pedimos, será para todos, no solo para los que estamos haciendo el paro”, destacó un colono.
“El precio de la yerba en góndola no tiene relación con lo que nos pagan a nosotros. Queremos que los consumidores sepan que detrás de cada paquete de yerba hay años de trabajo y sacrificio. Lo único que pedimos es un precio que nos permita vivir dignamente”, concluyó un manifestante.