Los productores de la localidad de Comandante Andresito, se encuentran atravesando momentos difíciles luego del paso de un fuerte temporal de granizo y lluvias intensas, que afectó la zona de Cabureí el pasado martes. Con la economía local profundamente afectada, los colonos piden la intervención del gobierno provincial para mitigar las pérdidas millonarias que han dejado a muchas familias al borde de la desesperación.
Uno de los productores de la zona, visiblemente consternado, narró en primera persona los desafíos y frustraciones que enfrentan. “Mi familia y yo invertimos en productos químicos, en abonos, en trabajo, y ahora todo está perdido”, expresó con amargura, acompañado del intendente Bruno Beck.
Según expresó en un video, la demora en la respuesta oficial fue considerable. “Le comuniqué al señor ministro [Facundo López Sartori] que vengan lo antes posible. Lamentablemente, hubo una deficiencia en el Estado, porque no puede ser que tardaron ocho días en llegar”, cuestionó, haciendo hincapié en la falta de rapidez ante una situación de emergencia.
La devastación causada por el temporal fue generalizada y afectó cultivos de tabaco, colmenas de abejas y animales de granja, así como las estructuras de las chacras, muchas de las cuales perdieron techos y quedaron gravemente dañadas. Los productores, quienes no cuentan con seguros agrícolas, ahora se encuentran en una situación crítica y necesitan ayuda para poder reponer lo perdido y continuar trabajando.
El productor continuó criticando las respuestas del gobierno en situaciones anteriores y se refirió a la llegada del ministro. “Hoy viene el señor ministro, perfecto, todo muy lindo. Vamos a ver, señor ministro, si el Estado se mete en las picadas casa por casa y vecino por vecino ahora, no cada cuatro años para pedir el voto”. Con una mezcla de resignación y enojo, agregó: “Cabureí existió, existe y siempre existirá. Es el segundo lugar en cantidad de habitantes en Andresito”.
Promesas incumplidas y frustraciones de los productores
Este temporal no es el primer evento adverso que afecta a los agricultores de la región, quienes aseguran haber pasado por años de promesas incumplidas. El productor recordó las ayudas insuficientes durante una sequía anterior: “Se armó un show tremendo y faltaba solo empeñar el título por unos miserable 100 mil pesos”, comentó, refiriéndose a los fondos prometidos que luego no lograron cubrir las necesidades básicas de los productores.
Entre los reclamos, los colonos señalaron que muchos pequeños agricultores plantan en tierras privadas, sin títulos de propiedad, lo cual dificulta su acceso a los beneficios. “El 70% de los tabacaleros están encima de propiedad privada de otra persona, pero no tienen los documentos no por culpa de ellos, sino del gobierno, que hace 30 años viene prometiendo regularizar la situación”.
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Para muchos de estos pequeños productores, que viven únicamente de lo que cosechan anualmente, la situación es desesperante. “Este productor pequeño no lo tiene todo, lo invirtió en el suelo y ahí se tiró de rodillas pidiéndole a Dios que lo acompañe”, expresó. La impotencia también fue evidente en su voz cuando mencionó cómo muchos pierden la fe en las instituciones: “Estoy cansado de ir a reuniones donde hacen un verso, un dibujo tremendo, pero todo queda en los papeles”.
Además de la falta de apoyo inmediato, los productores cuestionaron el destino de los fondos de emergencia que deberían protegerlos en situaciones como esta. “Nos sacaron una fortuna en aportes para el fondo de emergencia. Ahora, ¿dónde están esos fondos? ¿Nos van a venir con excusas?”, expresó, demandando transparencia en el uso de los recursos destinados a la agricultura.
Con las plantaciones devastadas y un escenario incierto por delante, los productores esperan que las promesas esta vez se conviertan en acciones concretas. “Esa gente que está acá, usted no quiere estar en el cuero de ellos, cuando salen de la puerta de su casa y ven su plantación en el suelo”, enfatizó, dirigiéndose al ministro del agro y recordando que no solo se trata de pérdidas económicas, sino de un golpe profundo para toda una comunidad que depende de la tierra para sobrevivir.