Así lo manifestó Alfredo Holl, un apicultor con más de una década de experiencia en el rubro y miembro de una familia con larga trayectoria en la apicultura, quien se encuentra atravesando un delicado momento con su producción: de sus 120 colmenas, cerca de 40 fueron afectadas por lo que describió como “una mortandad sin precedentes”.
En diálogo con “El País de la Libertad” de Radio Up 95.5, Holl atribuyó esta catástrofe al uso del polémico bioherbicida experimental distribuido por el gobierno local, que supuestamente sería un producto inofensivo y ecológico, pero que, según él, causó estragos en su apiario y en los de sus vecinos.
“Uno empieza a notar que cada vez hay más abejas muertas en frente de los cajones. Y no son pocas”, lamentó Holl en un video grabado durante la mañana de hoy, donde muestra las colmenas afectadas. “En esta época del año, en plena primavera, las abejas deberían estar a full trabajando, buscando néctar, y el colmenar está completamente parado”. La denuncia de Holl pone en evidencia las consecuencias de una política que, al menos en su caso, resultó en daños irremediables en su producción.
Además, Holl explicó que cada año sus colmenas reciben los cuidados necesarios para llegar fuertes a la primavera. Este invierno fue “normal”, según sus palabras, y sus colmenas estaban preparadas para la temporada. Sin embargo, desde la primavera mpezó a notar que sus abejas no reaccionaban de la manera habitual.
“Habiendo floración, una tremenda floración en septiembre y octubre, mis colmenas están vacías de miel. La reina está poniendo huevos, la cámara de cría está bien, pero cada vez que reviso, encuentro abejas muertas. Es una mortandad inusual, y no es por falta de néctar ni de polen”, explicó.
La clave del problema, según el apicultor, está en el bioherbicida distribuido por la municipalidad de Campo Ramón, un producto promocionado por el gobierno provincial como un “bioinsumo”. “En un momento me ofrecieron este bioherbicida, pero desconfío de todo lo que viene de regalo de la provincia», confesó Holl.
“Nosotros, los productores, siempre terminamos siendo conejitos de laboratorio para sus experimentos. Si funciona, ellos se llevan los laureles, pero si no, los perjudicados somos nosotros”.
Por otro lado, Holl aseguró que no aceptó el producto, pero varios de sus vecinos sí lo hicieron, y teme que el daño se haya extendido desde sus terrenos. “La municipalidad de Campo Ramón repartía esto gratuitamente, y varios vecinos lo usaron”, indicó. Para él, la contradicción es evidente: por un lado, la provincia sancionó en 2022 una ley de “protección y alimentación de las abejas”, que en teoría buscaría concientizar sobre el impacto de los productos fitosanitarios, pero, por otro, está repartiendo un producto que afecta gravemente a la apicultura. “Es como decirle a mi hijo que sea honesto y luego salir a robarle al vecino”, criticó Holl.
El bioherbicida es producido por la empresa AgroSustentable y fue presentado como un producto biológico, como parte de un conjunto de “bioinsumos” que incluyen biofertilizantes, bioinsecticidas y bioherbicidas. Además, como publicó Radio Up 95.5, la cadena de producción se extiende más allá del producto y responde a una intrincada red de conexiones que conducen ni más ni menos que al círculo más cercano de la gobernación provincial.
Sin embargo, Holl señaló que, aunque lo promocionaron como un herbicida, en realidad contiene un componente insecticida, algo que no fue suficientemente comunicado a los productores.
En este sentido, Holl expresó su frustración por la falta de apoyo técnico y de investigaciones en el terreno. “Yo nunca me manejé mucho con técnicos de INTA ni con veterinarios porque me doy por muy buen entendido en el tema de la apicultura. Sé detectar si hay algún tipo de enfermedad, y eso lo descarté en mis colmenas”, aseguró. Sin embargo, insistió en que “está para que lo venga a ver cualquiera”, y denunció que ni el INTA ni otros organismos enviaron especialistas para analizar la situación en su chacra.
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La situación es doblemente compleja porque la familia Holl lleva varias generaciones dedicadas a la apicultura en Misiones, y su producción fue reconocida internacionalmente por su calidad. En el pasado, Alfredo Holl fue premiado en una exposición en Turín, Italia, donde su miel fue considerada una de las mejores del mundo. “Toda la cuenca del arroyo Bonito produce una miel excelente, y siempre fue la actividad de nuestra familia. Mi abuelo vino de Alemania en barco con seis colmenas, pensando que en América no había abejas”, rememoró Holl.
“En otros países, estas acciones no quedarían impunes”, señaló Holl. “Hablé con mi familia en Europa y en Estados Unidos, y me dijeron que allá los responsables de este tipo de incidentes enfrentarían juicios y hasta condenas. Esto es un crimen tremendo, cuando el mundo entero está tratando de salvar el planeta y las abejas son esenciales en esa lucha”, enfatizó.
“Nosotros, los apicultores, necesitamos políticas públicas que realmente nos protejan y que no pongan en riesgo nuestras colmenas con productos que ni siquiera están aprobados por organismos de salud pública”, concluyó Holl.