La renovación en Misiones está en crisis, y la gran esperanza de que este conflicto tenga visibilidad reside en los medios nacionales.
Mientras el país sigue bailando al ritmo de Javier Milei, el foco de conflicto en la provincia de Misiones se agrava día a día y minuto a minuto. En el centro de esta tormenta política se encuentra Carlos Rovira, el verdadero «rey de la provincia», quien maneja los hilos del poder con una mano de hierro. La situación actual en Misiones evidencia una total y absoluta falta de liderazgo visible por parte del gobernador Passalacqua, quien, oculto, intenta informar sobre aumentos salariales a través de redes sociales. Sin embargo, estos aumentos resultan insuficientes para una población que enfrenta un gran déficit económico.
¿Se puede mantener esta soberbia sin atender al pueblo durante mucho tiempo? La renovación en Misiones está en crisis, y la gran esperanza de que este conflicto tenga visibilidad reside en los medios nacionales, ya que los medios locales están muy comprometidos con una afinidad al gobierno de Rovira.
Cada día el conflicto escala. Ya no se trata solo de la policía y los maestros; ahora, trabajadores del departamento de energía e incluso movimientos de independencia se suman a la reyerta. Estamos ante un estado cuyo único interés parece ser la recaudación. El ejemplo más claro de esta voracidad es Rentas de la provincia de Misiones, cuya política impositiva hace que las empresas busquen otros horizontes y no se queden a producir en la provincia.
Misiones impone elevadas alícuotas de retenciones sobre todos los ingresos a cuentas bancarias, lo que genera abultados y desproporcionados saldos a favor inmovilizados en la jurisdicción de Misiones. Hace ya más de 22 años, Misiones sacó la Resolución Nro. 35/2002 que estableció el Régimen de Retenciones Bancarias aplicable a todas las cuentas bancarias abiertas, siempre que sus titulares revistan o asuman el carácter de contribuyentes de la provincia de Misiones, directos o comprendidos en el Convenio Multilateral, del impuesto sobre los ingresos brutos en ambos casos, inscriptos o no.
El régimen previsto genera un perjuicio económico y en el giro comercial de las empresas, pues estas sufren de retenciones por cada transferencia o depósito que reciben en sus cuentas bancarias, sin importar si su origen responde o no a una operación en la provincia de Misiones. En muchos casos, las empresas terminan siendo pasibles de retenciones por incumplir cuestiones formales o por meros incumplimientos que resultan cuestionables, por lo que su inclusión en el régimen muchas veces funciona como una suerte de castigo.
La crisis en Misiones es un reflejo de la falta de un liderazgo efectivo y de políticas impositivas que ahogan a las empresas y a la economía local. Carlos Rovira, en su rol de rey de la provincia, debe asumir la responsabilidad de escuchar a su gente y tomar medidas que atiendan las necesidades de la población y promuevan el desarrollo económico sostenible. Es urgente que el gobierno provincial deje de lado la soberbia y se enfoque en resolver los problemas que están llevando a Misiones al borde del colapso.
En su discurso, el gobierno está intentando menospreciar a los que se quejan por sus salarios, calificándolos de simples revoltosos. Los recientes decretos emitidos expresan un «REPUDIO enérgico por los hechos que se vienen produciendo desde el jueves 16 de mayo, afectando a instituciones como la Legislatura Provincial y al Comando Radioeléctrico de la ciudad de Posadas, además de interrumpir el normal desarrollo de actividades comerciales y particulares».
El gobierno provincial insta a «continuar por la senda del diálogo, la razonabilidad y el sentido común» y apoya las acciones llevadas a cabo por el Departamento Ejecutivo para garantizar la libre circulación del tránsito, especialmente del transporte público de pasajeros, y para asegurar que los comerciantes puedan mantener sus locales abiertos y operativos.
Sin embargo, el gobierno menosprecia las manifestaciones como si no tuvieran identidad, intentando politizar y criminalizar el reclamo salarial. Con un control casi total de la comunicación a través de oficinas públicas y un financiamiento centralizado, el gobierno busca dejar la impresión de que los manifestantes —policías, educadores, personal de salud, empleados públicos— son sediciosos y violentos contra el estado.
Los trabajadores del estado de servicios esenciales están reclamando algo justo. La preocupación del gobierno por la nacionalización del conflicto es evidente, acomodando su discurso para los medios nacionales y comparando los cortes de calles en Misiones con los piquetes en la Avenida 9 de Julio en CABA. Sin embargo, la realidad es que los cortes son llevados a cabo por empleados estatales que buscan legítimamente mejores condiciones laborales y salariales.
El conflicto en Misiones es un reflejo de una crisis más profunda que requiere atención urgente y soluciones efectivas para evitar un colapso mayor . Algunos hablan de intervención ,otros de renuncias y otros de aislamiento… ¿En que terminará Misiones ?
El conflicto ni el bienestar se resuelve por redes, utilizando a funcionarios y trolls forzados a utilizar Hashtag #MisionesNoPara.