La situación económica en Bernardo de Irigoyen es desoladora. Jorge “Koki” Sosa, comerciante de la región, describió un panorama desalentador, sosteniendo que “hoy vemos a nuestro pueblo prácticamente un pueblo fantasma, con un movimiento que no estamos acostumbrados a eso”.
Las calles, que antes reflejaban la vitalidad del comercio fronterizo, ahora están vacías. El principal factor detrás de esta caída es la devaluación real brasileño respecto del peso argentino, una situación que terminó por inclinar la balanza comercial hacia el otro lado de la frontera.
“Con el tema del real, el peso, la devaluación… la balanza se inclina para el otro lado”, explicó Sosa, quien detalló que muchos residentes argentinos cruzan a Brasil en busca de alimentos básicos, mientras que los brasileños buscan productos como perfumes, vinos y dulces en el lado argentino.
Un golpe al comercio local
La economía de Bernardo de Irigoyen depende en gran medida del comercio, pero la situación actual generó una disminución del 75-80% en las ventas. Sosa señaló cómo esta crisis afecta directamente a los empleos: “Hay muchos chicos que quedaron sin trabajo ya que se están achicando los comercios. Los servicios, como la luz y el agua, son muy altos, y si no tenemos ventas, no podemos sobrevivir a esto”.
La diferencia con su vecino brasileño también es notoria. Mientras que Bernardo de Irigoyen carece de industrias o turismo, Brasil sigue creciendo en áreas como construcción y hotelería, gracias al acceso a créditos bancarios. “Ellos tienen mucho más incentivos que nosotros”, lamentó Sosa, quien reconoce que el comercio es la columna vertebral de la economía local.
A pesar de las dificultades, Sosa mantiene la esperanza: “Sabemos que para nosotros hoy, mañana para ellos. Tenemos que remangarnos y pelearlo hasta el último momento”. Como comerciante y líder comunitario, expresó su preocupación por los empleados que dependen del comercio local. “Nosotros trabajamos como familia. Vamos a estar hasta lo último, hasta que se pueda”.
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El contraste con Brasil
Brasil también enfrenta sus propios desafíos económicos, pero su enfoque es distinto. Mientras que en Argentina es común ahorrar en dólares, los brasileños confían en su moneda local. “Ellos son nacionalistas. Para ellos es real”, dijo Sosa, citando un ejemplo reciente donde periodistas argentinos se sorprendieron al ver cómo los brasileños rechazaban la idea de calcular precios en dólares.
Con el real cotizando a 185 pesos argentinos, la diferencia de precios impulsa a los compradores locales a cruzar la frontera. “Hay un flujo bastante considerable de argentinos que viajan para allá”, comentó Sosa, quien observa cómo esta situación genera una incertidumbre generalizada en ambas naciones.
La realidad económica en Bernardo de Irigoyen es un recordatorio de los retos que enfrentan las comunidades fronterizas en tiempos de crisis. Sin embargo, la determinación de comerciantes como Sosa deja en claro que la lucha por mantener viva la economía local continuará. “La fe es lo último que vamos a perder”, concluyó.