El serbio Novak Djokovic se consagró campeón luego de estar al borde de la derrota frente al número 1 del mundo, en otro duelo electrizante entre los dos mejores del circuito.
Casi cuatro horas de tensión, puntos de alto vuelo, errores propios de la ansiedad y los nervios. El Masters 1000 de Cincinnati fue escenario de uno de los mejores partidos de la temporada. Novak Djokovic se quedó con el título al superar a Carlos Alcaraz por 5-7, 7-6 (9-7) y 7-6 (7-4).
No le faltaron épica ni emociones a un encuentro que dejó en claro por qué el serbio y el español son los dos mejores del circuito en este momento, Djokovic edificó una remontada que asomaba improbable, después de estar set abajo y con un quiebre desfavorable, cuando Alcaraz dominaba por 7-5 y 4-2. Pero se recompuso y abrió las puertas a una definición tremenda.
Para el serbio, fue un triunfo con sabor a desquite, tras la derrota que sufrió hace poco más de un mes en la final de Wimbledon. Djokovic salvó un match-point en el tie-break del segundo set (5-6), y luego consiguió imponerse en su quinto punto de partido, en el cierre de un tercer set en el que siempre estuvo al frente.
Con su tercer título en Cincinnati, que se suma a los que consiguió en 2018 y 2020, Djokovic amplía su récord de títulos de Masters 1000 a 39 victorias. El serbio redondeó así un exitoso regreso a los Estados Unidos después de dos años de ausencia, e igualó el balance personal con Alcaraz en dos triunfos por lado, como anticipo de lo que puede ser una brillante definición en el Abierto de los Estados Unidos que comenzará el lunes próximo en Nueva York.
El español, de 20 años, y el serbio, de 36, se encontraban por primera vez sobre cemento, con el recuerdo aún latente de aquella victoria de ‘Nole’ en las semifinales de Roland Garros, cuando forzó al español al abandono por calambres, y el éxito de Alcaraz en la memorable final sobre el césped de Wimbledon.
Después de esa dolorosa caída, Djokovic se tomó descanso hasta Cincinnati, donde selló un glorioso reencuentro con Estados Unidos. Vale recordar que el serbio estuvo ausente el año pasado, por su negativa a vacunarse contra el coronavirus. Alcaraz, en tanto, no había terminado de asentarse en las canchas duras de la gira norteamericana, incluida una pelota de partido que salvó el sábado en la semifinal frente a Hubert Hurkacz. Pero la cita del domingo era una gran final y enfrente estaba Djokovic, motivación más que suficiente para que el joven prodigio de Murcia elevara al máximo sus prestaciones, en un partido con cambios constantes en el guión.
Frente a un Djokovic que acusó mareos por el fuerte calor y humedad de Cincinnati, Alcaraz logró levantar un 2-4 en contra en el primer set y avanzó en el segundo con un quiebre temprano. Sin embargo, el serbio recibió atención y bebidas para recuperar su energía, y resurgió a lo grande para adjudicarse el segundo set en un trepidante tie-break, en el que escapó de la derrota con un punto salvado cuando estaba 5-6.
El partido dio otro vuelco a partir de allí, porque Alcaraz no pudo contener a Djokovic, que recuperó las piernas y puso máxima presión sobre el español. En un sexto juego muy largo, que duró más de ocho minutos, Nole martilló hasta conseguir el quiebre en su quinto break-point, y mantuvo esa diferencia hasta el décimo game. Pero Alcaraz tenía reservas para más. Salvó dos pelotas de partido, en un grandioso game de 12 minutos con el que igualó 5-5.
Con ambos jugadores ya disminuidos físicamente, tras más de tres horas a pura intensidad y desgaste mental, el título se decidió en otro tie-break. Alcaraz parecía sentir problemas en la mano derecha. Tomó Djokovic una ventaja de 3-0, pero el español se las arregló para igualarlo. No vaciló el serbio, que volvió a machacar para quedarse con el objetivo. Lo consiguió en su quinto match-point, con una errática devolución del español.
Celebró Djokovic destrozando su camiseta por toda la tensión acumulada en tres horas y 49 minutos de pulso memorable. Le tocó festejar esta vez, pero no le sobró nada. Y, de un lado y del otro, quedó la impresión de que los dos mejores del tour volverán a verse pronto, en otra final, en otra definición que promete las mismas emociones y el brillo que disfrutó Cincinnati, en una final inolvidable.