Finalmente llegó a nuestras manos uno de los datos que más nos duelen a todos los argentinos, y es que como cada trimestre el Observatorio de la Deuda Social Argentina de la Universidad Católica Argentina, dio a conocer el último relevamiento relativo a la pobreza en nuestro país, cuyo resultado registra que alcanzó 44,7% en el último trimestre del 2023.
Por su parte, los números relativos a la Indigencia indican que alcanza al 9,6% de los argentinos. El peor porcentaje desde el año 2005, que implica que casi el 10 por ciento de la población se encuentran en situación de inseguridad alimentaria.
Estos datos que provocan escalofríos cada vez que aparecen nos demuestran que el estado de situación social en el país es una cuestión sumamente delicada y de una profundidad inimaginable. Mientras tanto, durante los 20 años que gobernó el Peronismo, la pobreza no paró de crecer, por lo cual ayudar a la gente a salir de esta situación jamás fue una cuestión de Estado, sino más bien una posibilidad de obtener cierto beneficio para el partido que aun hoy ocupa el poder.
Días atrás, el presidente aún en funciones, pero no en ejercicio, Alberto Fernández, durante una entrevista televisiva manifestó que los datos que mide el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC), relativos a la pobreza en nuestro país, están mal registrados y que muchas veces la gente en estos relevamientos miente, por miedo a perder algún beneficio social, etc.
Esta situación por parte del kirchnerismo la venimos viendo ya desde hace mucho tiempo atrás, desde que la presidente Cristina Fernández manifestó allá por el año 2015 en el seno de las Naciones Unidas que en nuestro país “había menos pobres que en Alemania”, frase que empezó a anunciar graves irregularidades en los datos que arrojaba su instituto de estadísticas en aquel entonces.
Una de las prácticas más habituales de este grupo que ha gobernado casi ininterrumpidamente por casi 20 años fue precisamente esconder, falsear o manipular datos relativos a la situación del país para no evidenciar su pésima gestión desde lo social, creando y multiplicando nuevos pobres cada día, mientras realizaban muchos de los negociados que hoy están sido juzgados en la Justicia.
Los estratos sociales más bajos que el peronismo siempre se los arrogó como su núcleo de votantes más duro y que por mucho tiempo alimentaron las gobernaciones de muchos feudos del interior que mantuvieron el poder de este partido en provincia de Buenos Aires, hoy fue el principal motor del cambio que llevó a los votantes hacia una alternativa que ni siquiera la campaña del miedo oficialista fue capaz de torcer.
Los datos y los números crudos realmente duelen, pero solamente conociendo la realidad y haciendo un relevamiento a fondo de la situación de nuestro país permitirán comenzar a ocuparse de estos asuntos que realmente llegaron a una situación sumamente alarmante.
Esperemos que finalmente esta gestión que inicia en pocos días, pueda realizar cambios estructurales que permitan el desarrollo productivo, la creación de nuevos puestos de trabajo, una mejora en la educación y con ello el movimiento social ascendente del que tanto se habla.