Venimos de un fin de semana en el que el panorama internacional nos mantuvo a todos pendientes, luego de que Irán lanzara una ofensiva sin precedentes con aviones no tripulados y misiles contra territorio israelí, después de prometer represalias por un ataque a su consulado en la capital Siria, Damasco, en el que murieron siete miembros de la Guardia Revolucionaria de Irán, incluidos dos generales. Israel nunca se atribuyó esa agresión, pero se cree que estuvo detrás del bombardeo.
Esta no pretende ser una columna de análisis internacional, porque para ello pueden consultar con los especialistas cada semana en nuestra variada cartilla de opinión a través de este medio, pero el contexto global nos obliga a mirar cómo se sitúa la Argentina frente al resto del mundo.
A partir de esta escalada bélica se empezaron a conformar dos grandes bandos en pro de unos y de otros. Irán conformó una red de aliados, integrada por Siria como el aliado más importante y Hezbollah en el Líbano como el más poderoso de los grupos armados. Además, Irán apoya a varias milicias chiítas en Irak y apoya al movimiento de hutíes en Yemen. Y obviamente el más determinante y principal actor de este grupo de aliados es Rusia, quien ha proveído de diversas maneras apoyo militar al régimen iraní.
Por parte de Israel los pesos pesados manifestaron su apoyo y brindaron cooperación de maneras diversas. Entre ellas tenemos: Estados Unidos, Reino Unido, los más importantes de la Unión Europea como Francia, Alemania e Italia y los pertenecientes al Acuerdos Abraham: grupo constituido por el mismo Israel con Emiratos Árabes Unidos (EAU) y Bahréin.
Ahora bien, pareciera ser una cuestión netamente de Europa y Medio Oriente, bastante alejada de nosotros. Sin embargo, debido al contexto de política exterior de nuestro país, no resulta ser así, ya que desde la asunción de Javier Milei a la presidencia, se hizo público el fuerte apoyo argentino al Estado de Israel, debido a la cercanía ideológica y religiosa del presidente, que ha prometido encabezar un comité internacional en favor de su aliado internacional.
Como era de esperarse, el ala más “izquierdosa” del kirchnerismo se manifestó en contra del apoyo a Israel, recordando en algunos casos después de mucho tiempo, que contamos con bandera propia. Y es que, sin ir demasiado lejos, quienes repudian el apoyo de occidente a la situación en la Franja de Gaza, tan solo hace algunas semanas marchaban con las organizaciones sociales vistiendo la bandera de Palestina.
No está de más recordar a los aliados del Kirchnerismo durante todos estos años. Quienes hoy se razgan las vestiduras por las decisiones de apoyo en materia de política exterior apoyaron siempre a las dictaduras de Fidel Castro, Hugo Chávez y Nicolás Maduro; entablaron además relaciones diplomáticas y comerciales con el régimen ruso y como si fuera poco, quienes durante todos estos años hablaban de “proteger la soberanía”, nos dejaron contratos a 50 años con China y un SWAP que aún permanece sin resolución.
Durante 20 años estuvimos del lado incorrecto del mundo. Pareciera que, casi siempre fuimos a contramano de los posicionamientos coyunturales para hacer pie en el plano global, buscándonos enemigos en el “colonialismo”; tildando de “vendepatrias” a quienes no respaldaban esto, acusando muchas veces de usureros a nuestros prestamistas cuando los irresponsables siempre fuimos nosotros, o hasta llamando “indios” a nuestros principales socios comerciales de Latinoamérica.
Si algo ha procurado establecer esta gestión, es posicionar a la Argentina en el plano internacional, a través de relaciones con las principales potencias económicas y comerciales, tratativas que brindó resultados en poco tiempo, como que el mundo reconozca a nuestro país.
No es una cuestión de incursionar en una guerra o no, definición que en definitiva le pese a quien le pese le corresponde al Jefe de las Fuerzas Armadas, que es el presidente de la Nación, sino más bien, fijar una postura, posicionarse del lado correcto de la historia, abandonar ese lugar de tibieza y neutralidad que históricamente hemos tenido y que no nos ha llevado a nada.