Con el verano a la vuelta de la esquina, la calidad de las aguas en los balnearios más concurridos de Posadas, El Brete y Miguel Lanús, vuelven a ser un tema central.
Según Aníbal Frischeisen, director del Laboratorio de Bromatología y Aguas de Posadas, ambos espacios cuentan con aguas propias para el uso recreativo, aunque advirtió: “El agua es algo dinámico, cambia constantemente”.
El protocolo que respalda esta afirmación es riguroso. “Antes del inicio de la temporada, hacemos por lo menos cinco determinaciones, porque así lo establece la normativa de balneabilidad. De esas cinco, cuatro deben salir bien para considerar que el agua es propia”, detalló en diálogo con “El País de la Libertad” de Radio Up 95.5.
Sin embargo, el especialista aclaró que estas evaluaciones no son una prohibición de ingreso al agua y apuntó que “es simplemente una sugerencia sobre cómo está la calidad del agua. Vas a ver, como en las playas de Brasil, que hay aguas impropias y la gente está dentro. No tiene nada que ver con una bandera roja de los bravíos”.
Lluvias, contaminación y vigilancia constante
Las condiciones de balneabilidad pueden variar con rapidez, especialmente tras lluvias intensas. “Cuando tenemos lluvias superiores a 60 milímetros en un día, por 48 horas las aguas quedan como impropias. Hay que esperar que se limpie toda la zona”, explicó Frischeisen.
Además de las determinaciones quincenales antes del verano, durante la temporada las muestras son semanales. “Nosotros controlamos coliformes totales y fecales, oxígeno disuelto, pH del agua y otros indicadores. También monitoreamos puntos de alerta, como en El Brete, donde confluyen tres arroyos”.
El papel de los guardavidas es clave en la vigilancia. “Ellos están en el lugar y, si ven algún cambio, como coloración verde, olor a combustible o algo fuera de lo común, nos avisan para tomar muestras. Esto es importante porque esas coloraciones pueden indicar la presencia de cianobacterias, que a veces producen toxinas”.
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Niveles de tolerancia y riesgos posibles
La normativa no solo define los parámetros aceptables de calidad, sino que también contempla cierto margen. “Sí, hay niveles de tolerancia. Por ejemplo, siempre aparecen coliformes, pero eso no significa que el agua no sea apta. Los límites establecidos son coliformes totales de 10.000 y fecales de 1.000 por cada 100 mililitros. Si no se superan, el agua sigue siendo apta”, aseguró.
El laboratorio también actúa frente a situaciones extraordinarias, como el desborde del caño maestro de SAMSA el año pasado. “Eso fue algo de grandes dimensiones. Por eso tenemos puntos de alerta específicos para monitorear esas zonas y prevenir posibles contaminaciones”.
Aunque el foco principal está en el agua, Frischeisen recordó que hay otros factores que afectan la experiencia en los balnearios. “No hacemos análisis de arena, pero el personal encargado la recarga y trabaja constantemente en su mantenimiento”.
Sobre las posibilidades de habilitar nuevos espacios recreativos, como el Arroyo Mártires, el director comentó: “Primero deben garantizarse las condiciones de seguridad acuática, como redes y bollado. Nosotros acompañamos con los estudios de calidad del agua una vez que esos elementos estén listos”.
En cuanto a los riesgos por fauna acuática, como pirañas o palometas, aclaró que no es un área bajo su supervisión: “Eso corresponde al jefe de balnearios, pero entiendo que las redes buscan dar seguridad al bañista”.
Un verano seguro, pero alerta
Con las condiciones actuales, Frischeisen aseguró que las aguas de El Brete y Miguel Lanús son seguras. “Venimos bien, pero esto es algo dinámico. Un derrame o una lluvia pueden cambiar la situación en cuestión de horas”.
Por ello, el monitoreo continúa como una tarea esencial en Posadas. “Estamos siempre alerta, trabajando con los guardavidas y atendiendo cualquier cambio en las condiciones del agua. El objetivo es ofrecer un espacio seguro y disfrutable para todos”, completó.