En diálogo con Radio Up 95.5, se recogieron diversas opiniones de profesores, padres y preceptores sobre los efectos de esta fiesta, que en muchas ocasiones se ha vinculado con el consumo excesivo de alcohol y comportamientos desmedidos.
El “Último Primer Día” (UPD), una tradición que involucra a los estudiantes de 5to o 6to año de secundaria en un festejo marcado por la celebración del último primer día de clases, es una costumbre que, con los años, generó tanto adhesiones como rechazos.
Uno de los preceptores de una institución educativa en Posadas opinó que, aunque el UPD se consolidó como una costumbre estudiantil, no es una práctica que promueva el bienestar de los jóvenes. “Es una cultura ya muy arraigada, pero no está justificada», explicó. Para este profesional, lo más preocupante es que muchos adolescentes aprovechan la festividad para “demostrar que se superdivirtieron”, recurriendo al consumo excesivo de alcohol. Esto, a su juicio, no solo termina afectando la salud de los chicos, sino que incluso los lleva a presentarse en estado lamentable a las escuelas y a sus hogares. “El exceso tiene consecuencias, sobre todo la ingesta masiva de alcohol y todo lo relacionado con el descontrol”, reflexionó.
Para contrarrestar estos comportamientos, este preceptor propuso que la comunidad educativa se involucre desde los primeros años de secundaria en el tema. “Sería bueno abordar esta problemática desde temprano, con charlas de sensibilización entre docentes, preceptores y padres. Así, podríamos conducir esta costumbre hacia algo sano, que realmente sume al joven”, dijo. Según su perspectiva, la institución debe actuar como un referente y guía en estos casos, brindando apoyo y orientación en lugar de permitir que la fiesta se descontrole.
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En una línea similar, una profesora que también forma parte de una reconocida escuela en Posadas manifestó su desaprobación hacia el UPD. A pesar de reconocer la importancia simbólica que tiene para los estudiantes, señaló que la jornada de celebración se desvirtuó. “Me gustaría que los chicos tomaran conciencia de que podrían hacer algo más recreativo y saludable, como un picnic o un encuentro al aire libre”, dijo. Para ella, la fiesta pasó a estar dominada por el consumo de alcohol, algo que, según la ley, no deberían consumir los menores. “Es una conducta inapropiada para menores, y es fundamental que tanto los padres como los chicos comprendan que no se trata solo de divertirse, sino de asumir con responsabilidad este momento tan significativo”, alertó.
Sin embargo, algunos padres también expresaron su preocupación, pero en lugar de enfocarse solo en la responsabilidad de los estudiantes, cuestionaron la falta de contención por parte de las instituciones y de los mismos progenitores. Un padre comentó con frustración: “¿Dónde están los padres? ¿Dónde está la responsabilidad de las escuelas?”. Según él, el problema no solo recae en los adolescentes, sino también en el hecho de que muchos estudiantes se sienten impulsados a cumplir con una tradición sin pensar en las consecuencias. “Termina todo en la comisaría o en el hospital. Es un desastre esa fiesta”, opinó.
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Otros padres también compartieron sus preocupaciones sobre los peligros de la fiesta. Un padre destacó que, aunque le enseñó a su hijo a ser responsable y a controlar su consumo de alcohol, la presión social sobre los adolescentes sigue siendo fuerte. “Muchos chicos creen que perderse está bien”, reflexionó.
El tema que subyace en todas estas intervenciones es la pregunta: ¿Qué tan preparados están los colegios para acompañar a los estudiantes en esta tradición, y hasta qué punto se les ofrece una contención adecuada? ¿Estamos como sociedad ofreciendo alternativas sanas para que los jóvenes celebren su transición de la secundaria a la adultez de una manera responsable y segura?
Si bien los docentes, preceptores y padres coinciden en que la UPD, tal como se lleva a cabo hoy en día, no es lo más adecuado, muchos consideran que el verdadero desafío está en brindar a los estudiantes otras formas de disfrutar este momento de manera segura y saludable. Los educadores sugieren que podría implementarse un enfoque preventivo, que vaya más allá de solo señalar el problema y comience a ofrecer soluciones, como actividades recreativas al aire libre o charlas de sensibilización.
A medida que la UPD sigue siendo una tradición en muchas escuelas, es necesario reflexionar sobre la función de la comunidad educativa, los padres y la sociedad en general para guiar a los adolescentes en esta etapa crucial de sus vidas, garantizando que se celebren sus logros de manera que los acompañe hacia un futuro saludable y lleno de buenos recuerdos.
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Te dejamos los testimonios de los entrevistados: