Carolina Bulloni, directora del Observatorio de Datos Socioeconómicos de la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales (FHyCS), reveló la realidad que enfrentan los comedores y merenderos de la capital misionera, y sostuvo que “en cuanto a la ayuda que reciben, hay un 33% que recibe ayuda provincial, un 15% municipal, y el resto está muy dividido”.
En diálogo con “El País de la Libertad” de Radio Up 95.5, Bulloni ahondó en la difícil situación que atraviesan los comedores capitalinos, en base al último relevamiento del Observatorio.
El informe presenta cifras preocupantes: el 66% de los comedores no cuenta con un espacio exclusivo ni infraestructura adecuada para cocinar. “La mayoría de estos espacios funcionan dentro del hogar de los referentes; no tienen un área específica para cocinar, lo que también afecta las condiciones de salud e higiene a la hora de preparar alimentos”, señaló Bulloni.
En esta segunda zona relevada, que incluye barrios comprendidos entre las avenidas San Martín, Quaranta, Jauretche y el río Paraná, se identificaron 16 espacios, de los cuales solo 15 están activos. En promedio, cada comedor o merendero atiende a 121 personas por día, aunque algunos llegan a recibir hasta 250.
Una actividad feminizada y sin reconocimiento
El perfil de quienes sostienen estos espacios refleja otra desigualdad estructural. “Es una actividad prácticamente feminizada; las personas que están a cargo son mujeres en su mayoría, casi en su totalidad. El 60% tiene 40 años o más, poseen un nivel educativo medio o bajo y no reciben ningún tipo de aporte o reconocimiento monetario por la actividad que realizan”, describió la directora. Además, suelen trabajar en equipos pequeños, compuestos mayormente por tres personas o menos.
“Casi la mitad de estos comedores y merenderos se autogestionan; fueron iniciativa de las propias familias porque veían la necesidad en sus barrios”, detalló Bulloni. Sin embargo, destacó que, a diferencia de otras zonas, aquí no se detectaron estrategias de autofinanciamiento como la venta de panificados. Esto acentúa la dependencia de recursos externos, que son insuficientes: “La presencia del Estado es minoritaria”, enfatizó.
Sobre la alimentación brindada, otro dato es llamativo: “Nadie utiliza carne vacuna. Lo que más se usa es carne de pollo y, en menor medida, de cerdo. La polenta y la harina son alimentos comunes, pero el arroz y los fideos tienen una presencia baja”, señaló la investigadora.
El Registro Nacional de Comedores y Merenderos (ReNaCom) también presenta falencias. Según Bulloni, solo el 30% de los espacios está registrado: “Muchos desconocen la existencia del registro. En nuestras charlas informamos a los referentes, aunque, por el momento, el ReNaCom solo es un registro y no implica beneficios concretos.”
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Un panorama alarmante
El trabajo del Observatorio es apenas el comienzo. Hasta ahora, dos zonas de Posadas han sido relevadas, identificando cerca de 50 comedores y merenderos. Sin embargo, las proyecciones indican que hay más de 300 en la ciudad. Para Bulloni, esta cifra refuerza la urgencia de visibilizar y abordar las necesidades de estos espacios: “En 2025, la idea es cubrir todos los barrios populares y poder tener datos concretos y reales.”
La labor sigue, pero depende en gran medida del compromiso de voluntarios. “Cuantos más tengamos, más rápido podremos avanzar. Es un trabajo ad honorem que busca algo fundamental: visibilizar y mejorar la realidad de quienes sostienen y dependen de estos comedores y merenderos”, concluyó.