Dante Alighieri, célebre escritor italiano del siglo XIII, escribió una fantástica frase en su obra maestra a la cual llamó La Divina Comedia, que decía “Abandonar toda esperanza, quienes aquí entráis”. Dicha frase figuraba en la antesala al peor de los lugares para todo aquel creyente del más allá, ese lugar al que todos conocemos como infierno.
De esta forma podemos comenzar a describir el contexto actual de Haití, un país que, desde su independencia, contó con pequeños momentos de estabilidad. Rodeados de corrupción, inseguridad. Y si a esto le sumamos los constantes embates de la naturaleza debido a su ubicación geográfica, vemos que Haití es un país sin chances claras de progresar.
Siendo el segundo país del continente en lograr su independencia, la historia haitiana está cubierta de hechos sangrientos. Desde su independencia, el intento francés de retomar su excolonia y las rebeliones que luego se sucedieron, fueron la antesala del contexto actual en el que se encuentra inmerso. En aquel tiempo, Haití era uno de los mayores exportadores de café a nivel mundial, seguido por la industria textil y esta era una de las razones por la cual el aquel entonces Imperio Francés se negaba a soltar semejante fuente de ingresos.
Llegando a mediados del siglo XX, Haití se encontraba inmerso en una debacle política importante, con la ocupación militar de Estados Unidos por un lado y la dictadura de Rafael Trujillo en la República Dominicana que perpetró la peor masacre de haitianos de la que se tenga registros: la denominada “masacre del perejil”, perpetrada en 1937, a manos del ejército dominicano por orden del infame dictador Trujillo, que encontró la excusa perfecta cuando varios sectores de la población haitiana se encontraba ocupando territorio dominicano, debido a la escasez de tierras fértiles, hecho que alertó a los sectores más acaudalados del país vecino de Haití, comentando que esta “ocupación” podría provocar una distorsión en la frontera entre ambos países. También les preocupaba que los nuevos pobladores de estas tierras, comenzaran a producir ganancias sustanciosas.
Este cúmulo de situaciones llevó al dictador Trujillo a ordenar el ataque indiscriminado a todo haitiano que se encontrase dentro de su territorio, lo que derivó en aproximadamente 35000 muertos.
Desde mediados a fines del siglo XX, el país estuvo bajo el mando de los Duvalier- François. Padre e hijo sumieron a Haití en la extrema corrupción y el terror a través de sus grupos paramilitares denominados “Tonton Macoute”, traducido al español sería: “los hombres de saco o traje”. Este periodo fue uno de los más oscuros en la historia del país, ya que la persecución, secuestros y asesinatos a todo aquel opositor al régimen fue brutal, causando así la muerte de aproximadamente 60000 personas.
Como podemos ver, la historia haitiana es un constante ida y vuelta de corrupción y violencia. En su momento explicamos que ambos hechos vienen de la mano ya que, para perpetuar la oscuridad, se necesita que el brazo oscuro se imponga violentamente sobre todo aquel que intente hacerle la contra.
Ya en los años 90, el sistema político intensificó su Estado fallido. Con un gobierno electo en el 90 y derrocado en el 91, volvieron los antiguos regímenes militares, que solo trajeron aparejados un sinfín de escenarios sangrientos, que sumieron a Haití en un caos absoluto, llegando a tal situación que el presidente derrocado retornó en 1994 con la ayuda de un numeroso grupo de soldados estadounidense (nada de esto sería gratis y así como usted se imagina, Estados Unidos lo cobró y con creces).
Desde este período hasta el 2004, se vivió un período de relativa paz en la isla; sin embargo, durante este mismo año se produjo la caída del gobierno, producido por el caos que dominaba el país (violencia, miseria, corrupción y narcotráfico). Fue entonces que la ONU decidió enviar una misión de paz denominado Misión de las Naciones Unidas en Haití (MINUSTAH), que en lugar de cumplir su misión principal que era la de llevar paz al eternamente golpeado Haití, lo llenó de polémicas ya que años más tarde comenzarían a salir a la luz casos de abuso sexual perpetrados por los soldados de la ONU. Además de esto fue la misma ONU la que sumó un gravísimo problema a la isla, un brutal brote de cólera que azotó sin piedad a los haitianos, ya que unas de sus estaciones llenó de desechos el río Artibonite, el río principal de una de las islas más importantes del país. Esto acabó con la vida de 10000 personas, y además afectó a más de medio millón de habitantes. Para colmo de males, un agravante terrible se produjo en el año 2010, cuando Haití fue sacudida por un terremoto que se llevó miles de vidas más.
Años más adelante y en un contexto más actual, una joven promesa política asume la presidencia de la isla, su nombre es Jovenel Moise, representante del partido Parti Haitien Tét Kale (PHTK), de tipo conservador-liberal, que traducido al español sería Partido Cabeza Calva. Ni bien fue electo Moise, comenzaron las disidencias, ya que saldrían a flote severos casos de corrupción que lo involucrarían tanto a él como a varios de sus ministros. Dicho caso tendría alguna relación con la compra de petróleo venezolano, y además estuvieron implicados varios sucesores de Moise. Esto derivó en un nuevo estallido social en el año 2019.
Desde el mes pasado, un consejo de transición se encuentra a cargo del país, debido a la renuncia del primer ministro Ariel Henry. Esto se ve con buenos ojos ya que se considera que aportará un ápice de estabilidad dentro de un contexto de guerra de guerrillas que las fuerzas de seguridad claramente no pueden controlar.
Culminando una nueva columna, está claro que Haití desde su nacimiento, vive inmerso un caos sin igual, donde se evidencia un estado fallido, corrupto y cuya clase política solo piensa en llenarse los bolsillos sin ningún tipo de empatía hacia un pueblo que implora misericordia.
El futuro de los haitianos es absolutamente incierto y solo el tiempo dirá si este consejo de transición estará a la altura de las circunstancias; aunque es evidente que sin una fuerte intervención de las potencias o de organizaciones tipo OTAN, La Comunidad el Caribe (CARICOM) o la ONU (que ya cuenta con la indiferencia y repudio de los haitianos) no podrá salir adelante, dejando a la población a merced de grupos sanguinarios que amenazan con devastar lo poco que queda de un paraíso que fue destrozado por la codicia.