Revulsivas horas atraviesa la tierra de Andresito Guacurarí, lugar que pasó de ser conocida como la Tierra Colorada, a “La Primera Provincia Start Up”, y a veces también como la Tierra sin Mal.
Pero lo que menos tiene es de esto último, ya que se ha desatado un fuerte sentimiento de angustia y enojo generalizado en la población, que encarnó y tomó las banderas de los distintos sectores que hoy reclaman en las calles condiciones salariales dignas.
Este pasado fin de semana se vivieron momentos álgidos, con cortes de calles, marchas, quemas de gomas y fuertes enfrentamientos entre la policía de Misiones y las fuerzas nacionales que intentaron intervenir a raíz del pedido efectuado por el gobernador Hugo Passalacqua a la ministra de Seguridad Patricia Bullrich.
El gobierno provincial, desde la toma policial frente al Comando Radioeléctrico Nº 1 desde el viernes pasado, perdió la manija de la situación, intercediendo ante el gobierno nacional para restablecer el orden. Esta situación desencadenó momentos de máxima tensión, en donde se especulaba con un posible enfrentamiento entre policías y gendarmes que por gracia divina no sucedió.
La idea de la dirigencia renovadora era la búsqueda de no sufrir daños colaterales ante esta situación, responsabilizando a las fuerzas nacionales y quedando como los garantes de las instituciones, el respeto a las fuerzas y la “muestra” de que cuentan con el acompañamiento del pueblo. Sin embargo, esto fue todo lo contrario, la Gendarmería se retiró, se sumaron otros sectores estatales a la huelga, se profundizó la cantidad de personal en el reclamo, y el gobierno de Passalacqua empezó a hacer agua por todos lados.
No solo se ha ganado un golpazo de imagen al ponerse en contra a gran parte de los trabajadores estatales, sino que demuestra que no encuentra un rumbo de resolución. Desde Casa de Gobierno aún no se alcanza a entender la magnitud de la situación. Las negociaciones iniciadas con las fuerzas policiales resultaron en prácticamente un insulto a la labor del servicio prestado, ya que ofertaron una suma muy lejana a lo que pretenden los representantes de la policía, que en estos momentos no solamente exigen salarios que se ubiquen por encima de la línea de la pobreza, sino que además los indulten por supuestos delitos efectuados en reclamos de sus derechos salariales.
Las cabezas brillan por su ausencia, por momentos pareciera que nos encontramos frente a un gobierno acéfalo, donde no existe un gobernador, un ministro de Hacienda y mucho menos un ministro de Seguridad, director de las fuerzas policiales que cumpla su función como jefe de la Policía.
Por el lado del personal docente la situación es de una imposición del relato, donde en la búsqueda de vender gestión, el gobierno firmó un acuerdo salarial con el gremio amigo, UDPM, con un monto de salarios de indigencia quedando sumamente alejado de las pretensiones por parte del personal docente que no solo ha tomado la decisión de continuar con los reclamos, sino que además tildaron de traidores al ministro de Educación, a la presidente del Consejo General de Educación y a los representantes del mencionado sindicato afín al gobierno.
“La cosa no está fácil, no está fácil mismo” -decía Pasalacqua durante el transcurso de su primera gestión, situación que también lo encontró con un gobierno nacional con una ideología totalmente opuesta al “misionerismo” que profesan. Hoy, en su segunda gestión, nos muestra que no ha aprendido nada, que su paso por la Casa de Gobierno es nada más que un cargo testigo, que pretende tratar de atravesar estos 4 años lejos de los conflictos, y hoy, hasta las fuerzas provinciales y nacionales que históricamente han protegido e intervenido ante este tipo de conflictos lo han abandonado.