No serán muchos los que quieran reconocerlo pero según reza el adagio en política: “hay que ser y parecer”. Y en tiempos de campaña electoral hacia las elecciones presidenciales del 22 de octubre ese dicho comienza a cobrar cada vez mayor fuerza.
La documentación siempre es importante, y en este contexto, los actores políticos van posando para inmortalizar el momento, sonriendo para que el obturador de la cámara fotográfica capte su felicidad personal por sentirse tan felices y cercanos a sentarse en el sillón de Rivadavia por los siguientes cuatro años.
Nada de todo esto es novedoso en Argentina porque la mezquindad está a la orden del día, sumado a la ampliación de “La grieta”, ambos parecieran ser requisitos indiscutidos para convertirse en un potable candidato presidencial en las últimas décadas. Al menos eso mismo es lo que se viene manifestando en los postulantes del país: muchos de ellos pregonan “la unidad para el país”, pero en tiempos de seducción electoral se pavonean en los medios de comunicación para exponer sus discursos separatistas o, expresar una inminente unión que únicamente podría llegar a concretarse si le brindan el privilegio- mediante el voto -, de ocupar el preciado sillón en Casa Rosada.
¿Por qué luego de llegar al poder se concretaría esa unidad nacional entre las fuerzas políticas? La respuesta podría ser que justamente tal hecho jamás se producirá, ya que nada impide que se produzca antes de la contienda electoral de octubre, salvo la mezquindad partidaria que parece no captar el nuboso horizonte de país que se avecina.
El gobierno nacional está llegando al sufragio con más de 600 % de inflación en los casi 4 años de mandato del presidente Alberto Fernández.
Durante los últimos días, el ministro de Economía de la Nación y candidato a presidente de Unión por la Patria, Sergio Massa, anunció el pago de un bono no remunerativo de $60 mil, pagadero en 2 veces para trabajadores estatales y del sector privado: 30 mil pesos en septiembre y el resto en octubre.
Ante el contexto de un proceso inflacionario que cada vez sacude con mayor ímpetu el bolsillo de los argentinos- ninguna decisión inconsulta de forma unilateral puede ser interpretada con buenas intenciones-, es que el gobierno de Alberto, Cristina Kirchner y Massa, viene siendo “orinado por elefantes”, dicha expresión es a modo de expresar la mala suerte que los rodea, y esta última decisión en materia económica despertó el encono y rechazo de una decena de gobernadores quienes confirmaron públicamente que no pagarán el bono, a esta misma iniciativa, se han sumado los empresarios del sector privado, quienes advirtieron que en caso de ser obligados a pagarlo acudirán a las justicia.
En fin, al parecer la única salida está en las urnas, dado que si se produce un cambio en el mandato, tal vez se pueda avanzar hacia la unidad y generar un aire nuevo de negociación política entre los distintos sectores de la economía nacional, ahora bien, si el oficialismo se impone en octubre, tal vez este solo sea el primer capítulo de una novela que aún no tiene escrito el episodio final.