“España es una deformación grotesca de la civilización europea. En España el trabajo y la inteligencia siempre se vieron menospreciados. Aquí todo lo manda el dinero, en España el mérito no se premia. Se premia el robar y el ser sinvergüenza”. Con esta frase, Ramón María del Valle-Inclán, célebre poeta, autor y escritor español describe a la España de los años 20 (frase que tal vez a ustedes los transporte hacia este lado del charco). Trazando un paralelo con nuestros días, la “madre patria” se encuentra atravesando momentos políticos turbios, manchados de polémicas y probables casos de corrupción.
El célebre Pacto de la Moncloa, llevado a cabo a partir del año 1977, fue un gran acuerdo político, social y económico que le permitió a España comenzar un proceso democrático firme, luego de sufrir por décadas la dictadura de Francisco Franco, personaje déspota e infame mejor conocido como el “caudillo”. Este pacto dio por culminado el proceso de autoritarismo y dio lugar a un proceso marcado por el fortalecimiento de la democracia con períodos de estabilidad económica. Se lo conoce con ese nombre porque la casa de gobierno se llama Palacio de la Moncloa.
Con un bipartidismo bien marcado, el Partido Popular (PP) y el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) se han estado repartiendo el poder desde mediados de los 80. Siendo el primero de centro derecha y el segundo de centro izquierda, cada uno de ellos ha intentado darle su impronta a un país cuyo rumbo ha estado tambaleándose cada vez más y como condimento extra, ha estado marcado por casos de corrupción que llegan hasta el mismísimo presidente.
Esta realidad política, ha llevado a la ciudadanía a ser cada vez más apática, especialmente cuando se trata de elegir a sus representantes, mostrando un marcado declive en la participación en el proceso electoral. Toda esta apatía y hartazgo por parte de los ciudadanos le brindó una oportunidad a otros 2 partidos que surgirían como una supuesta alternativa al PP y al PSOE. Así que así nacieron Podemos (de centro a extrema izquierda) y VOX (de centro derecha a extrema derecha). La cosa es así, según una explicación extraída de la Ciencia Política: cuando el sistema político no ofrece respuestas que satisfagan a las demandas de la sociedad, esta última comenzará a buscar respuestas en otros espacios con los cuales se sienta más identificada. Es en este momento cuando se presentan los grupos políticos más extremos que, aprovechando el contexto, se presentan como los “salvadores del mundo mundial” (una vez más, cualquier imagen o semejanza con nuestro país NO es mera coincidencia).
Para ponerlo más en contexto, durante los años 2013 y 2014, años en los cuales nacieron estos dos partidos, España vivía una recesión galopante que había comenzado unos años atrás, para ser más específico, en el 2008. Durante esos 6 años la situación era insostenible: falta de empleo, recesión económica, costos de vida excesivamente elevado…todo lo cual desencadenó en protestas masivas, que a su vez eran incentivadas por los partidos anteriormente mencionados. Si bien las protestas eran genuinas y comprensibles, el oportunismo político no podía dejar pasar semejante ocasión de mostrarse como a muchos de ellos les gusta decir, “del lado del pueblo”.
Además de lo mencionado previamente, en los años 2015-2016 se produjo una crisis migratoria que azotó a toda Europa, teniendo a España como el epicentro de esta ya que, al estar geográficamente ubicada en un punto neurálgico y que para numerosos migrantes desesperados es la puerta de ingreso a Europa, el gobierno tuvo que idear planes, estrategias y preparar políticas públicas destinadas a cubrir las necesidades de sus nuevos habitantes.
Ante este fenómeno y por decisión del gobierno del entonces presidente Mariano Rajoy, España contribuyó con organizaciones dedicadas a los asuntos migratorios. Dicha contribución fue muy importante para los refugiados, ya que, gracias a este tipo de colaboraciones, pudieron contar con un nivel de vida medianamente digno. Este tipo de ayuda y asistencias siempre cuentan con una doble intención, políticamente hablando; ya que una vez que los refugiados se establecen en un país, pronto contarán con la ciudadanía de dicho país, sus hijos serán escolarizados y -como siempre les digo en cada columna, en política nada es gratis- así, lógicamente, la clase política constantemente busca oportunidades para transformar sus buenas acciones en votos.
Unos años después, Mariano Rajoy (PP) sería derrotado en las elecciones por el actual presidente, Pedro Sánchez (PSOE). Tanto aquellas elecciones del 2018 como las realizadas recientemente reflejaron una vez más el claro bipartidismo que domina la política española ya que Podemos y VOX fueron relegados tanto en voz, como en voto, arrojando así como resultado, una puja por el poder que siempre muestran las mismas alternativas.
Actualmente, el presidente Sánchez ha estado en el ojo de la tormenta. En primer lugar, la situación económica y social no es la mejor; sus posturas en cuanto a la política internacional son más que polémicas. A modo de ejemplo de esto, fue uno de los países que más demoró en condenar los ataques de Hamas en territorio israelí y sus acciones se inclinan más a una postura pro Palestina (la comunidad del mundo árabe que habita en España es muy importante y recuerde qué significa esto para un político).
Como si esto fuera poco, hace unas semanas estalló un presunto caso de corrupción y tráfico de influencias que involucra directamente a la esposa del presidente, Begoña Gomez. Esto llevó al mandatario a -según sus palabras- “tomarse el fin de semana para reflexionar si continuaba o no en el cargo”. Lógicamente, nosotros ya conocemos este tipo de declaraciones que, cuenta con características populistas y por ende, demagógicas; así que, como ya casi estaba decantado, Pedro Sánchez declaró el lunes que continuaba en el poder y obviamente y -sacado del manual de buen populista-, lo hizo rodeado de sus adeptos y de la mano de su sospechada esposa.
Solo el tiempo dirá qué le depara a nuestra tan querida Madre Patria. Lo que sí podemos visualizar por ahora es que el presidente cuenta con los modismos típicos de sus pares populistas de este lado del Atlántico, y sus rivales políticos parecen no tener respuesta a sus constantes maniobras. De ahora en más deberemos estar atentos a que suceda por allá, no sea cosa que otro “vamos por todo” despierte con una tonada española.