A pesar de haber atrasado el dólar, pisado las tarifas de los servicios públicos y controlado miles de precios en supermercados, el gobierno de Alberto Fernández y Cristina Kirchner terminó su mandato dejando a los argentinos la mayor inflación en más de tres décadas. La suba de precios de diciembre fue de 25,5%, según el Indec, y 2023 terminó con un incendiario avance de 211,4% en doce meses. Para encontrar una variación tan significativa hay que remontarse a 1990, un año marcado por la salida de una hiperinflación.
El organismo estadístico publicó el número de diciembre, que marcó el pico del año. Es que en ese mes confluyen las enormes distorsiones de precios relativos -que generaron volatilidad permanente del dólar y, por lo tanto, de cobertura a través de precios por parte de los agentes económicos- que dejó como herencia el kirchnerismo con la expectativa de un nuevo gobierno -el de Javier Milei- llamado a “sincerar” radicalmente la economía. A eso se sumó, claro, la fuerte devaluación del tipo de cambio oficial impulsada por el ministro de Economía, Luis Caputo, que fue de más de 50%, y su impacto inevitable en precios.
Las consultoras privadas estimaron, al cierre del año pasado, que los aumentos de precios de diciembre habrían estado entre 25% y 30%, con picos interanuales que van del 200% al 220%, según las distintas mediciones. El vocero presidencial, Manuel Adorni, en tanto, lo proyectó en esa última variación. “Si la inflación en diciembre es un 30% es un numerazo”, dijo Milei en la Antártida. Agregó que, como venía la economía, era más probable que marcara un 45%. Ningún privado anticipó ese salto.
Luego de conocerse el IPC, el Banco Central (BCRA) dará a conocer además el Relevamiento de Expectativas del Mercado (REM). Se trata de la encuesta más amplia del mercado, que -vale tener en cuenta- fue realizada antes de que se conociera el dato oficial de hoy. Según contaron a LA NACION desde, desde el mes que viene se dará marcha atrás con los cambios que hizo Miguel Pesce: el REM se va a publicar, como antes, la primera semana del mes, antes de que el Indec informe el dato de inflación.
La Ciudad de Buenos Aires, que informa antes que el Indec su índice de precios, verificó en diciembre una inflación de 21,1%, lo que determinó un alza de los precios de 198,4% en 2023. Los saltos más importantes anticipados en ese indicador fueron para el capítulo más sensible: Alimentos y Bebidas, que avanzó 30,4%. Lo mismo marcó Transporte, por las subas en el precio de los combustibles.
La llamada “inflación de los trabajadores”, cálculo que realiza el Instituto de Estadística de los Trabajadores (IET) de la Universidad Metropolitana para la Educación y el Trabajo (UMET) y el Centro para la Concertación y el Desarrollo (CCD), marcó 24,3% para el mes pasado y 207,7% para el año. “La del año pasado fue la inflación más alta desde la hiperinflación de 1990 y está en el top 10 de las más altas de la historia. La aceleración obedece al salto cambiario del 12 de diciembre, más la desregulación de precios”, indicaron en el documento que se presentó esta semana.
Durante enero, los precios continuaron con avances en niveles altos, pese a que se registró una leve desaceleración. Según la consultora LCG, que midió los valores en la primera semana del mes, la marca fue de 4,6%, una desaceleración de 2,6 puntos porcentuales frente a la última semana de diciembre. Sin embargo, el aumento promedia 30,8% en las últimas cuatro semanas y 32,5% en el llamado punta a punta. En la segunda semana, número que se conoció hoy, se registró una nueva desaceleración de casi un punto. El incremento promedio de los alimentos en cuatro semanas llegó a 32,2% y el punta a punta, a 29,5%.
En Econométrica esperan que los precios no den tregua en el primer bimestre del año. De hecho, sumando diciembre, enero y febrero, ven un alza acumulada de 90% en los precios. Esto quiere decir, que en sólo tres meses, los valores casi se duplicarían. La consultora que dirige Ramiro Castiñeira estimaba un salto de 27% en diciembre, el mismo porcentaje en enero y un avance de 18% en el segundo mes del año.
El Gobierno prevé que el feroz sinceramiento de los precios tras el overshooting (el fuerte salto del dólar, superior al esperado por el mercado), sumado a la acumulación de reservas en el Banco Central, y la licuación y esterilización de pesos produzca desde abril una desaceleración de la inflación producto del freno abrupto del consumo y la recesión. Marzo es un mes estacionalmente alto para los precios (arranque de las clases) y tendrá además el rezago del impacto del aumento de tarifas desde febrero.
Desde abril, con menor actividad, las reformas (DNU y ley ómnibus aprobadas) y con la llegada de la cosecha, el Gobierno confía en comenzar a ver una tendencia decreciente de la inflación. Sin embargo, vale recordar que el presidente Milei viene anticipando desde que asumió que la Argentina enfrentará de 18 a 24 meses de estanflación (inflación y estancamiento) debido a la herencia monetaria del kirchnerismo.
(Fuente: La Nación)