Según revela el informe del Observatorio Cubano de Auditoría Ciudadana (OCAC), en un día típico, la ciudad acumula más de 7,600 metros cúbicos de basura, equivalente a tres piscinas olímpicas llenas de desechos. Aunque se recoge apenas el 68%, el restante queda esparcido por las calles, convirtiéndose en criaderos de enfermedades e incluso en potenciales focos de incendios urbanos debido a la generación de gas metano.
El informe detalla cómo esta acumulación de desechos no solo representa un peligro para la salud pública, al atraer roedores e insectos portadores de enfermedades como el dengue y la leptospirosis, sino que también afecta negativamente el medio ambiente al limitar la capacidad de reciclaje, con solo el 40% de los residuos siendo recuperados para este fin.
El OCAC señala que la crisis en la gestión de desechos en La Habana es el resultado de la incapacidad del gobierno para implementar mecanismos eficientes y sostenibles, así como de una gestión ineficaz de las oportunidades de inversión extranjera y las donaciones recibidas. A pesar de intentos previos de abordar el problema, como la donación de 10 millones de dólares por parte de Japón entre 2019 y 2020, la situación empeoró con el paso del tiempo.
Funcionarios gubernamentales trataron de justificar la situación, argumentando la falta de contenedores y camiones recolectores, así como los altos costos en el mercado internacional. Sin embargo, el informe revela que el presupuesto asignado para el manejo de desechos sólidos en 2022 representó solo el 0,83% del presupuesto total de la provincia de La Habana, lo que evidencia una falta de priorización de este problema.
Aunque se intentaron diversas soluciones, como la inversión extranjera en el sector de recogida de desechos sólidos, estas iniciativas no lograron materializarse debido a diversos obstáculos, incluyendo la paralización de equipos y la falta de fuerza laboral.
En cifras
De un presupuesto total de 48,084,300,000 CUP, apenas el 1.63% se destinó al medio ambiente, y de ese porcentaje, solo el 0.83% se asignó al manejo de desechos sólidos, una cantidad claramente insuficiente.
En el período entre 2015 y 2020, la generación diaria de basura en la ciudad aumentó significativamente, pasando de aproximadamente 16,841 m³ a 26,134 m³, según datos del mismo anuario. La gobernadora de la provincia, Yanet Hernández Pérez, atribuyó este problema al crecimiento poblacional y la presencia de numerosas instalaciones hospitalarias, industrias, trabajadores por cuenta propia y mipymes, desviando la responsabilidad de su gestión.
Los efectos negativos de esta acumulación son diversos y graves. La descomposición de los residuos bajo el sol tropical produce gases tóxicos como el metano y compuestos orgánicos volátiles, contribuyendo a la contaminación del aire. Los lixiviados generados pueden contaminar suelos y cuerpos de agua cercanos, afectando la salud y los ecosistemas. La basura también es un criadero para plagas y vectores de enfermedades infecciosas, y aumenta el riesgo de incendios urbanos, especialmente en vertederos con materiales inflamables.
La acumulación de basura en espacios públicos deteriora el paisaje urbano, afectando el turismo, las inversiones y la percepción general de la ciudad como un lugar habitable. Además, puede contribuir indirectamente al aumento de la criminalidad al reflejar una crisis de convivencia y normas sociales, transmitiendo la sensación de impunidad y desorden.
(Fuente: Infobae)