En los últimos años la mayoría de los argentinos venimos poniendo en práctica una vida de recortes; es decir, estamos gran parte del día pensando qué más podemos ajustar de nuestra microeconomía para tener algún margen de ganancia, o para llegar sin tanto sufrimiento, sin pasar tantos nervios por la imposibilidad de satisfacer la necesidades de una Canasta Básica Alimentaria y para pagar los servicios a fin de mes.
Pero hay otros sectores de la sociedad argentina que están sufriendo la presión de vivir al día, sumergidos en un terror psicológico debido a la incertidumbre laboral que transitan miles de trabajadores del Estado y también del sector privado.
Del primer grupo, se desprende que muchos de los trabajadores son contratados temporales a los que se les renovaba el contrato laboral una vez al año, aunque ese lapso se ha recortado desde la llegada de Javier Milei a la presidencia de la Nación.
Algunos de los datos que grafican la realidad y la aplicabilidad de la motosierra libertaria pueden expresarse a través de los últimos números publicados por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (IPEC). De ellos se traduce que en diciembre del 2023 el Estado Nacional tenía contratadas a 341.477 personas , y a tan solo dos meses de asumir la presidencia el gobierno nacional ya había eliminado 9.000 puestos de trabajo, y durante la última semana de marzo, se ordenó 15.000 despidos más.
Entre los mismos trabajadores del Estado saben que son inminentes más despidos o el cesanteo de renovación de contratos, hecho que se dará a mitad de año, pero lo cierto es que por el momento ni el propio presidente sabe cuántos trabajadores serán los afectados en esa oportunidad.
Dentro del clima de incertidumbre están unos 50.000 trabajadores del Estado Nacional. A todo esto, millones de argentinos debemos preguntarnos: ¿Es justo para los argentinos que el Estado nacional se haga cargo de sostener los contratos y puestos laborales que distribuyen- como copos de nieve en circo-, a sus amigos y militantes los partidos políticos?
Por otra parte, a una gran cantidad de argentinos nos tocará enfrentar aquello del terror psicológico: entendiéndolo como una emoción, comportamiento que se activa como respuesta a un estímulo real o imaginario. Ese pensamiento temeroso que produce un cambio en nuestra conducta ante determinadas situaciones que claramente puede ser aplicado al contexto de recortes y ajustes que genera, sin duda alguna terror puro y duro en la mente de toda una sociedad.
Son esos mismos temores o terror psicológico los que podrían aparecer en las próximas semanas, ya que tendremos que seguir soportando y haciéndole frente a los aumentos que están previstos para el mes de abril, entre los que se destacan:
-Combustibles: 5%;
-Pajes de rutas nacionales y algunos accesos a CABA, 200%.
-Prepagas, entre 16% y 19% .
-Transporte: aumentos del 70% para SUBE no registrada.
-Tarifas de colectivos y de trenes, telecomunicaciones: se espera un 20%, según el servicio y la operadora.
-Alquileres: quienes alquilaron bajo la ley derogada tendrán que afrontar subas del 196,7%
-Servicio doméstico: 15%.
-Expensas: 20%, sobre el que ha crecido mucho la morosidad.
¿Hasta cuándo se podrá soportar la pérdida del poder adquisitivo y los recortes?