Uno de los ejemplos más recientes de este cambio de dirección fue la decisión del gobierno argentino de retirarse de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
La política exterior argentina atraviesa un proceso de transformación marcado por un alineamiento explícito con Estados Unidos, una ruptura con ciertos consensos históricos y un enfoque más ideológico en sus relaciones internacionales. Así lo explicó la doctora en Relaciones Internacionales e investigadora del CONICET, Julieta Zelicovich, en diálogo con el programa “El País de la Libertad”, a través de Radio Up 95.5.
Desde el inicio de la gestión de Javier Milei, la política exterior argentina adoptó un nuevo paradigma, con un “alineamiento estricto con la política norteamericana”. Según Zelicovich, esto implicó “una suerte de nueva doctrina de política exterior rompiendo con muchos de los consensos que se habían construido desde el regreso a la democracia”.
La investigadora detalló que Argentina cambió su postura en temas clave, como la integración regional, la posición sobre Malvinas, los derechos humanos y el derecho internacional. “Había una serie de consensos interpartidarios que habían permeado la política exterior argentina del ’83 a esta parte, que con el gobierno de Milei se rompen”, afirmó.
Uno de los ejemplos más recientes de este cambio de dirección fue la decisión del gobierno argentino de retirarse de la Organización Mundial de la Salud (OMS). “Esto es una decisión que el gobierno anuncia el mismo día que la anuncia Estados Unidos”, señaló Zelicovich, remarcando que no responde a intereses estratégicos nacionales, sino que busca “señalar que se sigue a Estados Unidos en todas las líneas”.
Para la especialista, el gobierno de Milei dejó de concebir la política exterior como una herramienta para canalizar intereses nacionales en el escenario internacional. En su lugar, la convirtió en “un acto de señalización, de un alineamiento con un conjunto de actores de la derecha global”. En este sentido, el alineamiento con Estados Unidos es, según Zelicovich, “sobreactuado” y evidencia “una subordinación del uso del instrumento de la política exterior”.
Un caso emblemático de esta dinámica fue la salida de la canciller Diana Mondino. “Cuando cambia la gestión a Gerardo Bertain, él desapareció de la agenda y aparece más como un ejecutor de la política exterior que, al parecer, se define en la mesa chica del Presidente”, explicó.
El alineamiento con Estados Unidos también ha generado incertidumbre en la relación con China, el segundo socio comercial de Argentina y un actor clave en las finanzas e inversiones del país. “China y Estados Unidos son definidos por los Estados Unidos en 2017, en el primer mandato de Trump, como su principal competidor estratégico en el mundo”, recordó Zelicovich, subrayando que “Estados Unidos entiende que esa competencia con China es parte de su seguridad económica nacional”.
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En este contexto, la postura de Argentina resulta problemática. “Argentina toma decisiones siguiendo a Estados Unidos, pero no para recuperar soberanía y poder del Estado, sino para adoptar una posición de seguidismo a los intereses de Estados Unidos”, sostuvo. Además, advirtió que la relación económica con China es fundamental y que “no existe ningún país del mundo que haya roto relaciones con China”.
Incluso Paraguay, que no reconoce formalmente a China y mantiene relaciones con Taiwán, ha sabido sostener vínculos económicos con el gigante asiático. “China es uno de sus principales socios económicos y proveedor de insumos médicos”, explicó.
El escenario internacional actual es dinámico y complejo, y según Zelicovich, la política exterior argentina debería responder con un enfoque más pragmático y estratégico. “Argentina es un país de entre mediano y pequeño en el escenario internacional que no tiene los mismos recursos ni las mismas redes que Estados Unidos, con lo cual se beneficia de los espacios multilaterales”, destacó.
Sobre la relación con Brasil, el principal socio comercial del país, la investigadora advirtió que “la apreciación del peso, un peso caro, quita competitividad a algunos de nuestros productos”, aunque los lazos productivos entre ambos países mantienen cierto equilibrio en los intercambios comerciales.